Críticas

Sensibilidad inoportuna para un “delito amateur”

Reservoir Dogs

Otros títulos: Perros de la calle / Perros de reserva.

Quentin Tarantino. EUA, 1992.

Reservoir dogs aficheOpera prima de Tarantino, en un debut de calidad que nos ofrece una mirada fina del alma delictiva. Reciedumbre opacada por perspectivas individuales afines a carácteres distintivos, se arroja luz sobre la diferencia de un supuesto “mal” con espacio suficiente para albergar matices cercanos al sentir del hombre común.

Un neo-noir “humano” que destruye estereotipos propios del género y hace primar el valor de los principios, en función de la tarea, por sobre sentimentalismos inherentes a toda persona más allá del rol en juego.

Es la historia de un robo de diamantes cuidadosamente planificado, en el que intervienen siete personas. Todo derivará en un cúmulo de errores de interpretación que hará colapsar el objetivo. El malentendido culmina en masacre a partir de un hecho fortuito que confunde, aunque el espectador ostenta el privilegio de contar con los “naipes a la vista” y sacar sus propias conclusiones de manera anticipada.

Como toda actividad humana, el delito posee una naturaleza específica y una racionalidad típica que condiciona su éxito. Tarantino nos ilustra acerca del valor del respeto a las reglas de juego en la interna del mundo criminal. Un guion que administra, de manera inteligente, el devenir de sucesos que caen bajo casualidades no previstas, para hacer más necesario que nunca el advenimiento a lógicas de manual, procedimientos cuya evitación terminará promoviendo incidentes nefastos.

Un relato con permanentes saltos temporales en función de necesidades narrativas. Va situando al espectador al pie de una madeja proveedora de explicaciones graduales, para desembarcar en el episodio clave que, de conocerse prematuramente, habría atentado contra una expectativa que oficia de motor hasta el final. No es solo el sangriento suceso, sino su articulación con las presentaciones de los diferentes criminales y sus colores.

Un policial sin heroísmo, donde las fuerzas del orden se distinguen en el cumplimiento del deber por encima de su propia vida; la apelación a la sensibilidad humana se transforma en estrategia que lleva el respeto de los códigos al límite. El profesional, por encima de su propia integridad, cumple con el rol asignado y da un ejemplo que hace la diferencia, marca la distancia entre éxito y fracaso en términos de ética: resoluciones lógicas en situaciones límite, de acuerdo propósitos superiores.

Reservoi dogs plano

El cuerpo policial funciona como tal desde lo individual, la banda delictiva no hace lo mismo, paga caro su error. Una forma de medir las diferencias de resultado, no en función de heroísmos personales, sino en la línea del sentido común de los códigos inherentes a organizaciones opuestas, que operan con una legalidad propia, bien diferente de la que nos alcanza a todos.

Tarantino apela al travelling circular para introducirnos en la idea de una comunicación de banalidades vinculadas a la sexualidad, como un nivel de acercamiento que, en realidad, no es tal, contradicción que nos muestra la distancia entre personajes que tienen prohibido conocerse por razones de seguridad; factor que no proporcionará protección frente a las malas decisiones. Ambiente frívolo que contribuye a un andar distendido en momentos previos al peligro. El movimiento de cámara capta una charla que refleja la inutilidad, desde la alternancia, con primeros planos donde la figura del Sr. Rosado –Steve Buscemi-, en términos éticos la “oveja negra”, el hombre que, luego de desafortunados sucesos, será el encargado de rebelar al espectador la necesidad de aplicación del sentido común. Su postura es, desde las emociones, valga la redundancia, impermeable a las emociones; su alteración siempre va en la línea de la obtención de un control extraviado bajo la lógica de lo imprevisible, en tanto sorpresa que desarticula y conmueve sensibilidades inoportunas.

Reservoir dogs escena

La cámara esta cerca para reflejar desconexión, un grupo con instrucciones precisas que no podrá funcionar como tal, justamente, porque no hay conexiones entre ellos que permitan un conocimiento, en tanto herramienta para poder predecir el comportamiento del otro. Es por eso que se llega al final que se llega. Prima la desconfianza, bajo el amplio espacio cerrado que nos ofrecen algunos planos generales con participación humana en conflicto. La contradicción del momento opera con mucho espacio físico frente a la escasa flexibilidad mental. Es como si el conflicto se cerrara por obra de presencias que no visualizan margen de movilidad alguno. Las posturas se rigidizan, el desenlace no sorprende. La miopía es generalizada, a excepción de quien se esconde dentro del mismo espacio; prima la inteligencia del buen profesional frente al despliegue de “convicciones” alteradas por una percepción distorsionada.

Reservoir dogs fotograma

Puestas en escena que aprietan a los personajes al interior de oficinas, que llenan el encuadre de formalidad y obediencia en contraste con la libertad de decisión en contrapicados, con espacio sobrante al interior del depósito vacío que oficia de metáfora de conflictos desarrollados en un vacío de ineptitud e incomunicación. La realidad pasa por fuera de las consideraciones de los protagonistas, la amplitud de espacio, en un escenario cerrado y vacío, semeja la ausencia de alternativas por fuera de personajes que interactúan y responsabilizan en desconocimiento del otro. Paradoja que lleva al cruce de acusaciones y posturas diversas, donde no puede accederse a un entendimiento por falta de acceso al compañero. El desconocimiento, en aras de la seguridad, termina saboteando la empresa, dificulta el discernimiento en la interpretación de la circunstancia. Una falla no considerada por Joe; el temor al previo descubrimiento interpersonal, culmina en intempestivo sabotaje que desacomoda la realidad. La falta de conocimiento del otro termina siendo un perjuicio; quien accede a la modalidad de funcionamiento ajeno, considerada como posibilidad, recibe el beneficio de poder especular más cabalmente sobre acciones probables, y esto vale, tanto para ganar la confianza del enemigo, como para afinar la interpretación de alternativas que consideren posibles escenarios reales. La manipulación por el sentimiento tendría escaso margen ante tales condiciones de acceso a la concreción del plan preestablecido. El Sr. Blanco habría prescindido de una culpa, que lo termina haciendo responsable por la suerte de quien se ocupó de conocer en detalle las características del mundo del delito y sus protagonistas, así se ganó la confianza desde una espontaneidad simulada, traducida por sus pares en distendida consideración hacia el semejante. Juego de camuflajes necesario a una estrategia, pasará desapercibido entre discusiones en contrapicado, que nos harán sentir la magnitud del conflicto, para incrementar su dimensión hacia un desenlace imprevisible. Tensión que crece para situarnos en un final no apto para cardíacos.

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Ficha técnica:

Reservoir Dogs  / Perros de la calle / Perros de reserva ,  EUA, 1992.

Dirección: Quentin Tarantino
Duración: 99 minutos
Guion: Quentin Tarantino
Producción: Live Entertainment, Dog Eat Dog Productions
Fotografía: Andrzej Sekula
Música: Varios
Reparto: Tim Roth, Harvey Keitel, Chris Penn, Steve Buscemi, Michael Madsen, Lawrence Tierney, Randy Brooks, Kirk Baltz, Edward Bunker, Quentin Tarantino, Burr Steers

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