Viñetas y celuloide 

Érase una vez en Sin City

Cartel de Sin City La figura autoral de Frank Miller constituye un eslabón que ha logrado superponer y articular el lenguaje de la novela gráfica con la narrativa cinematografía. Este planteamiento se sostiene sobre el trabajo que Miller desarrolló durante la década de los ‘80 en Marvel Comics, conceptualizando una serie de nuevos matices dramáticos para Daredevil, un personaje que hasta aquella época no había explotado su real potencial argumental. The Elektra Saga (1981) o Born Again (1986), plantean una etapa orientada por una narración en primera persona, brindando la posibilidad para que el lector se aproxime a los rincones mas oscuros de la mente del personaje creado por Stan Lee y Bill Everett. Posteriormente, Miller trasladaría su talento creativo hacia la editorial DC Comics. En Year One (1987), replantearía el origen de Batman en clave contemporánea y en Dark Knight Returns (1986), contextualizaría al personaje en un futuro distópico. De esta manera, la novela gráfica de Miller apostaba por conquistar a un lector adulto, a través de oscuros relatos que configuraron un nuevo estado de madurez para el vigilante nocturno de Gotham City. Es así como todo el potencial narrativo de Miller fue una gran influencia para Tim Burton al momento de idear los primeros bocetos conceptuales de Batman (1990), planteando un personaje oscuro y totalmente contrario a la caricatura pop de aquella popular serie interpretada por Adam West. A inicio de la década de los ‘90, Miller ampliaría su campo creativo y se aproximaría a la industria cinematográfica, tras recibir el encargo de escribir los guiones para Robocop 2 (1990) y Robocop 3 (1993). Esta experiencia no fue del todo satisfactoria, ya que ambos argumentos fueron reescritos y totalmente adulterados al concepto inicial planteado por el escritor e ilustrador estadounidense. Tras colaborar para casas editoriales y productoras cinematográficas optaría por el camino independiente y Sin City seria su gran carta de presentación. Un comic estructurado a base de personajes perdidos, marginales y violentos, que concentraba la esencia de su obra gráfica iniciada 10 años antes.

Viñeta del comic Sin City

Considerando estos antecedes como contexto, la versión cinematográfica de Sin City (Robert Rodríguez & Frank Miller, 2005) se exhibe al público durante una época en que las películas basadas en comics tímidamente exploraban su real potencial. Esto se desarrollaba a través de producciones independientes, como ha sido el caso de la interesante Ghost World (Terry Zwigoff, 2001) que ha envejecido muy bien con el paso del tiempo. Posteriormente, la industria cinematográfica daría espacio para que la imaginación de Guillermo del Toro llevase a la gran pantalla su particular versión del personaje vampiro de la Marvel Comics en Blade 2 (2002), tras una pirotécnica primera versión escrita por David S. Goyer y dirigida por Stephen Norrington en 1998. Esta experiencia luego lo animaría a desarrollar un proyecto cinematográfico mucho más ambicioso como Hellboy (2004), en colaboración con el guionista e ilustrador Mike Mignola. Son largometrajes que, a pesar de formar parte de la industria cinematográfica, han logrado mantener una cuidada mirada de autor. Por otro lado, así como el cineasta mexicano acudió a Mignola para reflejar fielmente su mirada cinematográfica sobre el personaje de Hellboy, Frank Miller también seria seducido por otro mexicano para llevar a cabo la versión cinematográfica de Sin City.

Sin City Fotograma

Robert Rodríguez y Frank Miller construyen un film que logra captar los valores dramáticos y narrativos del comic, a través de viñetas explosivas, un tinte blanco y negro, historias entrecruzadas y contundentes diálogos. En 124 minutos se estructura un largometraje a partir de The Hard Goodbye (1991 – 1992), The Big Fat Kill (1994 -1995) y That Yellow Bastard (1996), exitosas miniseries provenientes del sucio mundo creado por Miller.  El argumento se potencia con la construcción visual del film, caracterizado por una estética neo noir que se ha desarrollado a través de un sistema mixto de producción, basado en la filmación de los interpretes en croma y la posterior incorporación de los fondos a través de sistemas de post producción digital. La propuesta estética del film no atenta contra las líneas argumentales que estructuran la trama, articulada por una serie de exquisitos personajes secundarios. Respecto a este último punto, destaca que la caracterización de los personajes es fiel al comic, lo que se refleja en la interpretación de Mickey Rourke en el papel de Marv o Bruce Willis como el veterano Hartigan. Ambos encabezan un listado de destacados actores y actrices que participan con pequeños papeles y cameos, entre los que destacan Benicio del Toro, Clive Owen, Rosario Dawson, Rutger Hauer, Elijah Wood, Jessica Alba, Powers Boothe, Michael Clarke Duncan, Carla Gugino, Nick Stahl o Josh Hartnett, quienes logran humanizar los estereotipados personajes escritos por Miller. Es así como el largometraje mide la intensidad del ritmo narrativo a través de los personajes secundarios que intervienen en el film. Rodríguez y Miller les otorgan el espacio suficiente para que trasciendan en la retina del espectador y articulen el ritmo a la película, tal como se manifiesta en la novela gráfica.

Sin City Fotograma Marv y Priest

A pesar de los valores fílmicos que exhibe la versión cinematográfica de Sin City, la mirada de autor de Miller no asume riesgos respecto a la construcción de nuevos relatos y cae en el mero ejercicio copista de calcar los aspectos más reconocibles de la narrativa del comic hacia el séptimo arte. El formato fímico permite ahondar en aspectos que van más allá de la bidimensionalidad que ofrece la novela gráfica y Miller ha dejado pasar una oportunidad de seguir explorando su capacidad creativa, aquella que se vio truncada en su primera experiencia con la industria cinematográfica. Sin embargo, la iniciativa de este artista norteamericano ha impulsado otros esfuerzos que han tenido por objetivo explorar cinematográficamente las diversas dimensiones que ofrece el comic independiente, como ha sido el caso de A History of Violence (David Cronemberg, 2005), 300 (Zack Snyder, 2006) o Kick Ass (Matthew Vaughn, 2010), películas que progresivamente han tratado con fidelidad la mirada de autor presente en las viñetas.

Tráiler:

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