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Buscando en el baúl de los recuerdos

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Once Upon a Time, Edward Kitsis, Adam Horowitz, 2011

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Once Upon a Time es una serie de ciencia ficción y fantasía de siete temporadas, con un total de 155 capítulos, de 43 minutos de duración aproximada cada uno. ¿Parece bastante larga, verdad? Pues la realidad es que a aquellos que logran sumergirse de pleno en el relato les parece corta y desean no llegar nunca al capítulo final. 

Y en gran parte se debe a la construcción de los personajes y al alto nivel de empatización que se logra con la mayoría de ellos. Aunque las apariciones de nuevos personajes es constante, muchos de los protagonistas están desde el principio, por lo que el cariño y el aprecio que se les tiene es sorprendentemente real. Y la nostalgia –¡que nos encanta!– también encuentra aquí su hueco: los personajes son de cuentos clásicos y tradicionales. Los héroes y los villanos que nos acompañaron durante la infancia están atrapados en Storybrooke, una ciudad ficticia en nuestro mundo real.

¿Qué otro componente está en nuestra lista de favoritos y no se ha nombrado todavía? La magia. ¡Qué atractiva es la magia! Pero no la vinculada con los trucos o los hechizos –que también; en Once Upon a Time hay inacabables fuentes de seducción a base de encantamientos, brujería y hechicería–, sino la magia entendida como esa emoción que nos florece por dentro gracias a piezas audiovisuales que nos hacen evadirnos, soñar y disfrutar. Y en este caso nos la provocan con creces.

Si a todo esto se le añade la calidad y la intriga de las tramas (que hay una central, pero muchas otras que le rodean), ya han captado a un gran número de espectadores.  

Once Upon a Time está dedicada a aquellas personas con un niño interior enorme, que no temen a salir de su zona de confort o a vivir aventuras, que tienen la mente abierta para ahondar en las personas y dejar sus primeras impresiones atrás, que no tienen problema en romper con los cánones establecidos por la sociedad. 


Outlander, Ronald D. Moore, 2014

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Outlander es una serie dramática de 67 episodios, de una hora de duración aproximada cada uno, fragmentados en cinco temporadas. Está basada en la saga de novelas homónimas de Diana Gabaldon, dirigida por Ronald D. Moore y protagonizada por Caitriona Balfe y Sam Heughan. De hecho, esta pareja de actores está bastante envidiada –sanamente– entre los seguidores de la serie, ya que consideran a sus personajes, Claire Beauchamp y Jamie Fraser, como un ejemplo de pareja idílica y desearían ser ellos o encontrar a alguien que les amara así. 

Y tienen toda la razón. El amor que abarca a estos dos seres humanos va más allá de lo físico, de las palabras… de la muerte. Son un claro ejemplo de que el amor mueve montañas –y lo que haga falta. Pero Outlander es algo más que un relato de amor. Outlander es historia, es compromiso, es honor, es respeto, es familia, es sociedad. 

1945. Claire Beauchamp, enfermera de guerra, está de vacaciones con su esposo en Escocia y, sin pretenderlo, se transporta a 1743, a través del círculo de piedras de Craigh na Dun. Desaparece de su realidad y se ve envuelta en otra totalmente distinta, 203 años atrás. 

La forma en la que salen (bien o malparados) de todas las situaciones en las que se encuentran los dos protagonistas es digna de alabar. Verdaderamente, tanto ellos como los demás personajes están muy bien construidos, con las personalidades y las evoluciones pensadas al detalle. Y todo tiene su justificación –¡menos mal!. Aunque parezca que no encontraremos respuestas a lo que estamos viendo y que se les va a ir de las manos, todo tiene su por qué. Además, el estilo, la ambientación, la interpretación y los tratamientos sonoro y visual son minuciosos y exquisitos. 

Soñarás con visitar esos paisajes que la excelente fotografía nos muestra, querrás aprender a hablar gaélico escocés y cantarás la canción de la introducción a todas horas (The Skye Boat Song). Es un placer ser espectador y seguidor de Outlander. No te defraudará. 


Los 100, Jason Rothenberg, 2014

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Los 100 es una serie de ciencia ficción de siete temporadas… ¡y 100 episodios, justamente (de unos 40 minutos de duración aproximada cada uno)! Su director, Jason Rothenberg, se inspiró en la saga de novelas homónima de Kass Morgan para construir este relato. Todo empieza cuando un grupo de 100 –no podría haber sido otro número– adolescentes delincuentes son enviados a la Tierra –desde El Arca– para comprobar si es habitable, tres generaciones después de que fuera devastada de manera nuclear. 

Aunque el elenco sea atractivo (Eliza Taylor, Bob Morley, Marie Avgeropoulos, Lindsey Morgan, Richard Harmon, Tanya Teles, Alycia Debnam-Carey…) y los personajes estereotipados (la chica líder, el gracioso, la guapa, el listo…), Los 100 es más adulta de lo que parece. La supervivencia, la comunicación, la confianza, el racismo y las relaciones interpersonales son temáticas bastante recurrentes en la trama y que colman de interés la serie. De hecho, también dan visibilidad LGBT y apoyan el feminismo y la diversidad racial. 

Cierto es que pecan de querer alargar el relato con temporadas en las que pierden el control, pero lo saben recuperar. Así que cuando el guion empiece a chirriar, podéis optar por darle una segunda oportunidad y seguir avanzando junto a ellos. Hay momentos muy épicos. 

Es francamente interesante ver la manera en que un grupo de personas pretende empezar de cero una sociedad y procura evitar volver a cometer aquellos errores que condujeron a sus antepasados a la mala convivencia, la guerra y la destrucción. Es fácil considerar este ideal como meta, pero difícil llevarlo a la práctica: son criminales, siempre han vivido en El Arca, todos están al mismo nivel (los cancilleres no señalaron a ningún líder) y desconocen si hay alimentos, agua… u otros clanes que no murieron en el Apocalipsis. 


Sense8, J. Michael Straczunski, Lana Wachowski, Lilly Wachowski, 2015

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Sense8 es una serie de ciencia ficción de dos temporadas y 24 capítulos, de 60 minutos de duración aproximada cada uno, que aparte cuenta con dos episodios especiales de dos horas, uno de Navidad y otro… que se convirtió en el último: por motivos económicos se canceló el proyecto y los seguidores de la serie pidieron que cerraran la trama. No podían quedarse en ascuas, Netflix. 

Porque si podemos encontrar alguna palabra que alcance a definir Sense8 es “conexión”. Primero, porque el vínculo que se crea con las tramas y con los personajes es muy fuerte. Y segundo, porque los propios protagonistas están enlazados unos a otros. Literal y metafóricamente. Ocho desconocidos esparcidos por diferentes lugares del mundo se conectan telepáticamente y sienten, ven y escuchan lo de los demás. 

De este modo, se explota la pluralidad de culturas, religiones, políticas, razas, identidades, géneros, sexualidades… Si te consideras un pez fuera del agua, lo más probable es que te veas reflejado con alguno de estos protagonistas. Es reconfortante, agradecido y apacible observar cómo personas tan diferentes entre ellas comparten tal grado de empatía y amor puro y desinteresado. 

Pero esta unidad grupal que tanto llama la atención no hubiera alcanzado tal admiración por parte del público si no fuera por los aspectos técnicos y de producción. Hay un gran trabajo detrás de la idea original, de la forma narrativa, de la composición de las imágenes, del montaje, de la fotografía, de la música, de la puesta en escena, de las localizaciones (por donde se les fue la mayor parte del presupuesto) y del casting (Miguel Ángel Silvestre, Jami Clayton, Max Riemelt, Bar Dona, Brian J. Smith, Tuppence Middleton, Tina Desai y Aml Ameen).

Han conseguido arte. 

Y todo se reduce al trabajo en equipo. 

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