Críticas

Secuelas del colonialismo y más

Los perdonados

The Forgiven. John Michael McDonagh. Reino Unido, 2021.

LosperdonadosCartelEstamos ante una superproducción británica que cuenta con excelentes actores; y además, con una puesta en escena en la que también destaca la fotografía, en concreto, las magnéticas escenas en las que el desierto se erige en protagonista. Justamente un terreno por el que ya deambuló el actor Ralph Fiennes en el excelente largometraje también británico de Anthony Minghella.  Nos referimos a El paciente inglés (The English Patient, 1996). El director de Los perdonados, John Michael McDonagh, consiguió reconocimiento fundamentalmente por dos de sus filmes: El irlandés (The Guard, 2011) y Calvary (2014). En la última propuesta de McDonagh viajamos desde Marruecos, desde Tánger hasta el desierto de El Sáhara. Lo hacemos con un matrimonio que dura doce años pero que se encuentra en franca decadencia. Ellos son David y Jo Henniger, interpretados por Fiennes y Jessica Chastain. Él es cirujano y ella escritora de libros infantiles con poco éxito. El cinismo, la soberbia, el clasismo, la opulencia e incluso la indiferencia son los primeros rasgos de los mismos que explotan en pantalla. Acuden a la residencia de unos amigos para unirse a una celebración por unos días.

Los anfitriones son una pareja de ingleses que habitan por aquellas tierras desérticas en una mansión imponente, entre dunas. Sus invitados proceden de Europa y Norteamérica. Y justo por aquellas tierras vamos a entrar en una confrontación entre Oriente y Occidente. No faltan exabruptos, diálogos mordientes, moralejas misteriosas y demasiados silencios impuestos. Los orientales, situados en el fondo del pozo se trazan como prisioneros de carácter poscolonial. Los occidentales son perfilados como seres rebosantes en sentimientos de superioridad y no faltos de ironía hiriente. Desigualdades que, dejando aparte raza o religiones, surgen de los ingresos, la riqueza, la libertad, las oportunidades, los derechos, y también del pasado. Así mismo, de la capacidad de consumo; ese Dios del siglo XXI que solo admite en sus filas a aquellos que tengan posibilidad de integrarse en su particular sistema de búsqueda de gratificación. Y la misma se consigue adquiriendo objetos o experiencias para consumir de forma instantánea e insaciable. Ya lo intuía Pierre Bourdieu: “Los más desposeídos, los más carenciados, son quizás quienes han perdido la lucha simbólica por ser reconocidos, por ser aceptados como parte de una entidad social reconocible, en una palabra, como parte de la humanidad”. 

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Los actores que interpretan al matrimonio protagonista nos ofrecen un verdadero recital en su actuación, en especial Ralph Fiennes. El intérprete nos conduce admirablemente desde la soberbia a la humildad, desde la prepotencia a la desolación. Encarna a un personaje alcohólico, con demasiado sarcasmo y aburrimiento existencial. Ella, por su parte, parece ya demasiado cansada de la relación que mantienen y su desapego es evidente. Acuden al evento en un vehículo alquilado pero el trayecto no va a resultar pacífico. En él sucede el incidente principal del filme. Un suceso o accidente, como prefieran, cuya descripción omitimos, aunque seguramente ya lo habrán leído o visto en el tráiler, qué le vamos a hacer. Tras aterrizar en el paraíso de la ociosidad, el director nos va a internar en dos historias paralelas. En una de ellas seguiremos los festejos que se desarrollan en la mansión; en la otra, nos adentraremos en una especie de película de carretera por el desierto con tintes fúnebres.

Centrándonos en los saraos de palacio, asistimos a un ridículo encuentro de personas desocupadas, hedonistas, banales. Prepotencias y evasiones de existencias vacías para las que únicamente cuenta el vivir el momento, ese Carpe Diem que se ha convertido en el objetivo de muchos humanos ante la fugacidad del tiempo y su finitud. Los occidentales despliegan un impagable relato sobre lo que Stephen Bertman ha denominado  “cultura ahorista” o “cultura acelerada” para referirse al estilo de vida anhelado por nuestra sociedad. La búsqueda del instante eterno se erige como finalidad vital para los que pueden. Se trata de coleccionar el máximo número de instantes vividos intensamente. Imposible no acordarse de la espeluznante lección de Fausto, por ejemplo, en el largometraje de F.W. Murnau (Faust – Eine deutsche Volkssage, 1926). McDonagh despliega un panorama desolador de una clase social sumergida en el exceso y la prodigalidad, de redundancia y despilfarro. ¿Tendría razón Freud al afirmar que sin coerción social o sin limitación de libertades individuales la civilización sería impensable en su impulso por la holgazanería y la gratificación, por ejemplo sexual?

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En cuanto a la segunda historia paralela, nos internamos en un camino hacia la expiación o la redención (aunque todos tengan algo que ocultar). Un descenso a los infiernos de los que se puede o no salir a flote. A este respecto, merece destacarse la escena en la que David le pide a un sirviente una cerveza y sorprendentemente, se interesa por su nombre. Un pequeño paso para concienciarse de que el Otro también tiene identidad, presente, pasado, tradiciones y probablemente, inquietudes y anhelos. Recordamos la película Crash (Colisión) de Paul Haggis (2004). Accidentes que tuercen el curso de los acontecimientos introduciendo cambios irreversibles y vidas truncadas. Como en Los perdonados, ambos filmes rompen con el maniqueísmo habitual para penetrar en la dualidad de las personas, tanto en su cara buena como en la mala. Los dos inciden en el choque con el otro, en forzar las relaciones para descubrir humanidades. ¿De verdad hay que aceptar que el prójimo ya ha desaparecido como figura empática y solo permanece como amenaza, como elemento negativo?

En esta simbiosis de película de intriga, comedia y tragedia, es imprescindible aludir al antecedente hispano de Juan Antonio Bardem, Muerte de un ciclista (1955). Clases sociales privilegiadas y ocultismo, dos desoladores relatos en tiempos distintos pero con tintes comunes. En la obra del autor británico asistiremos a patéticos juegos de salón, a esparcimientos de cama, a malabarismos verbales superficiales que pretenden lanzarse con ingenio… McDonagh es capaz de alejarse de sus personajes, de unos y otros, para cebarse sin censuras en las consecuencias de las desigualdades sociales, en la soberbia de ciertas culturas que tratan a otras con un paternalismo infame y decadente… La aporofobia circula en el ambiente y la pobreza es contemplada, como lo hace el personaje de Burrows en Los viajes de Sullivan de Preston Sturges (Sullivan’s Travels, 1941), como una plaga en la que “la cochambre, la criminalidad, el vicio y la desesperación” son solo alguno de sus síntomas.  

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Perdidos en el baile, en las drogas, en las dunas y en el destino, la obra se remata con un final insospechado y nada complaciente, circular por otro lado. Frank Capra parecía incapaz de imaginar a un pobre que, en cuanto lo conoces, no sea amable. Pero, ¿y si descubres que es un mal bicho? Bueno, la fiesta terminó y aquellos que pueden, se dirigen a otros destinos, quizás Casablanca o Marrakech, para prolongarla hasta el último aliento. A lo mejor, deberíamos empezar por aprender a escuchar a los demás, ante el progresivo narcisismo. Hemos olvidado que esta actividad, la de la escucha, no es un esfuerzo pasivo. Es un don cuyo ejercicio precisa que nos olvidemos un tanto de focalizarnos en nuestros egos.    

Tráiler:

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Ficha técnica:

Los perdonados (The Forgiven),  Reino Unido, 2021.

Dirección: John Michael McDonagh
Duración: 117 minutos
Guion: John Michael McDonagh. Novela: Lawrence Osborne
Producción: House of Un-American Activities, Brookstreet Pictures, Head Gear Films, Metrol Technology, Assemble Media, Kasbah-Film Tanger, Lipsync Productions
Fotografía: Larry Smith
Música: Lorne Balfe
Reparto: Ralph Fiennes, Jessica Chastain, Caleb Landry Jones, Saïd Taghmaoui, Matt Smith, Abbey Lee, Mourad Zaoui, Ismail Kanater, Christopher Abbott, Alex Jennings, Marie-Josée Croze, David McSavage, Ben Affan, Anas Elbaz, Imane Elmechrafi, Abdellah Chakiri, Omar Ghazaoui, Zakaria Atifi

5 respuestas a «Los perdonados»

  1. ME PARECIO BUENISIMA, Las actuaciones impecable, los contrastes culturales, el rol de la mujer en los diferentes espacios y realidades.

  2. Excelente guión, dirección, filmación, escenarios y el elenco y sus actuaciones. Una reflexióm dura sobre los límites de considerar descartable a una parte de la humanidad

  3. Una exagerada y descarnada cabalgata por lo ridiculo que representa una vida banal, vacua, sin huellas, alimentada por el alcohol, el dinero, el sexo facil, la vestimenta y las drogas. Todo ello contrastando con un paisaje arido, desolador, cuyos habitantes transitan la casi marginalidad comparados con la estúpida opulencia de los ricos y absurdos occidentales. Estas personas «pura fachada» sin contenido, deambulan por un escenario de riquezas y ausencia de humanidad y espiritualidad alarmante. Y lo hacen conscientemente dando la espalda a la cruda realidad circundante.

  4. Creo oportuno destacar los ultimos 15 minutos del filme, donde se muestra claramente en el personaje de Ralph Fiennes que, aun las personas aparentemente desprovistas de valores , pueden guardar en su interior los invalorables dones de la sensibilidad y de la riqueza espiritual. Excelentes actuaciones de Fiennes y Jessica Chastain.-

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