Críticas

Notas discordantes en una pesadilla

Men

Alex Garland. Reino Unido, 2022.

Hay directores que desde sus primeros pasos dejan claro que su obra será importante, única y perecedera. Con tres películas a sus espaldas, no me equivoco, creo, si meto a Alex Garland en ese saco de artistas singulares. Y lo curioso es que se ha ganado esos galones con películas claramente imperfectas, pero construidas desde un prisma peculiar que da personalidad incontestable a esas obras.

Garland regresa con Men bajo el brazo, apostando de nuevo por el cine fantástico sensorial, hipnótico, exposición de universos alucinógenos de gran potencia visual. En esta obra abraza sin tapujos los paisajes del cine de terror, pero llevados a terrenos alejados de los clichés, modernización de forma y mensaje que sitúa a sus protagonistas en los horrores del siglo XXI. A pesar de esa revitalización, hay algo primitivo y salvaje en el fondo de Men, surgido de la naturaleza primigenia; algo que es miedo primordial, inexplicable, quizá incomprensible, pero arrasador.

Men es la historia de una mujer en reconstrucción. Ha vivido situaciones traumáticas, y se encuentra en un extraño periodo de duelo. A la búsqueda de paz y tranquilidad, acude a la campiña inglesa, lugar idílico en el que reflexionar y curar heridas. Pero hay algo acechante y oscuro escondido tras los lindes del bosque. Algo antiguo, susurrante, alejado de la civilización. Harper, que así se llama la protagonista, comienza entonces un inesperado viaje de conocimiento, enfrentada a sus miedos ocultos.

Garland no sorprende con su premisa, pero sí con sus soluciones. Del trauma inicial a la pesadilla psicodélica, cada paso es una inteligente pieza colocada con precisión por un director que apuesta por la construcción de un universo personal en el que el horror adopta formas difusas, pero terriblemente cercanas y dolorosas. En la idea de Garland prima el delirio visual, marca de la casa como reconocerán los seguidores de las alucinaciones del atrevido director.

La protagonista de Men

En su tramo inicial, el dolor se entremezcla con el aislamiento y la incomprensión. De ese brebaje nacen los miedos de la protagonista, interpretada con determinación por Jessie Buckley, actriz rotunda que encuentra infinidad de matices en la melancolía. De hecho, este personaje tiene bastantes puntos en común con la joven en plena liberación que encarnó en la neblinosa y recomendable Beast (Michael Pierce, 2017).  Presenta esa impagable habilidad para mostrar fuerza desde la sensación de pérdida, de desconexión, rodeada de un mundo de fuerzas casi primordiales que la arrastran hacia un infierno levantado a su medida.

Buckley es pilar fundamental en la propuesta, sobre la que gira el extraño viaje en el que envuelve al espectador. Porque, al final, es lo que realmente le interesa a Garland. Llega un momento en el que su historia se difumina entre las sensaciones, en los elementos oníricos que empujan al público a la irrealidad extrema, tan bella como perturbada e hiperviolenta. La ruptura con lo evidente en el horror es la norma, bordea los tópicos a golpes de surrealismo, navega por la esencia de la pesadilla con habilidad poética, sugerente, atrevido y premeditadamente incómodo.

Men se desliza como experiencia a través del miedo de potente carácter femenino sin dejar de lado la experiencia universal que debe ser el miedo. Lo desconocido y lo salvaje se dan la mano con lo cotidiano, incluso con lo prosaico, elevado a experimento desquiciado que volará la cabeza al más curtido.

Garland consigue su película más personal, con sello de autor marcado a fuego en cada fotograma. Por eso es una pena que el resultado no sea tan redondo como promete. Y es que, una vez citadas las virtudes conceptuales y visuales de la propuesta, toca afrontar la dura realidad. Men deviene poco a poco en un batiburrillo en el que la ambigüedad no sirve de excusa para el camuflaje de la confusión que no está del todo justificada. Lo que, en principio, era radical y rompedor da vueltas sobre sí mismo hasta la insistencia repetitiva.

Lo cotidiano en Men

Lo mismo ocurre con el mensaje implícito en la filosofía de Men. El alegato feminista es machacón y constante hasta perder cierto sentido, sobre todo cuando compone una extraña alquimia con la alucinación en imágenes que Garland lanza al espectador. Men quiere ser tantas cosas que se dibuja como indefinida; imaginativa pero algo impostada.

No creo que sea pretenciosa, a pesar de los excesos juguetones de un director desatado, que quizá se gusta demasiado a sí mismo. Reconozco que ese Garland cómodo en la rareza me alucina; me parece desafiante, atrevido, incluso provocador. Eso sin perder el aura de misterio poético enzarzado en contradicciones maravillosas, de sonidos y silencios, de naturaleza brutal y civilización desnortada, de culpa y liberación, de sosiego y sangre.

Pero, en el caso de que exista una moraleja a tanto despliegue, exige demasiado al espectador para resolver el rompecabezas que, me temo, no tiene demasiada solución, ni siquiera en la cabeza del propio creador. En todo caso, agradezco la existencia de películas como Men, que dejan poso en la cabeza, una semilla de dudas y cuestiones nebulosas sin respuesta. Con todos sus resbalones, Alex Garland consigue que siga pensando en su película días después, aunque sea rememorando potentes imágenes, las escenas que componen el imaginario desolador y desesperado de una protagonista que invita a que nos asomemos al miedo profundo que habita en su cabeza.

Men provocará reacciones de todo tipo. Algunas justificadas, otras confundidas y alguna reaccionaria, por el mensaje defendido por la película. Desde luego, merece la pena pasar por la experiencia, para extraer conclusiones propias, o simplemente disfrutar de la falta de las mismas. Por mi parte, ha sido todo un descenso a los infiernos. Siempre está bien algo así, si es en la comodidad oscura de la sala de cine.

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Ficha técnica:

Men ,  Reino Unido, 2022.

Dirección: Alex Garland
Duración: 100 minutos
Guion: Alex Garland
Producción: A24
Fotografía: Rob Hardy
Música: Geoff Barrow, Ben Salisbury
Reparto: Jessie Buckley, Rory Kinnear, Paapa Essiedu, Gayle Rankin, Zak Rothera-Oxley, Sarah Twomey. Voz: Sonoya Mizuno

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