Críticas

Resilientes hasta en la muerte

El teléfono negro

The Black Phone. Scott Derrickson. EUA, 2022.

telefono negro cartel La reciente crisis de COVID-19 que mantuvo bajo un forzado enclaustramiento a la mayor parte de la población, dejó a la luz una de las realidades más asombrosas de la infancia: su capacidad de resiliencia. Si bien seguimos haciendo recuento de los daños afectivos e intelectuales por llevar la escuela a la casa, queda claro, a la luz de la violencia y las tasas tan altas de depresión y de descontrol de trastornos afectivos en los adultos, que los menores pudieron adaptarse mucho mejor y con mayor rapidez al encierro, a la socialización virtual y ahora, a la recuperación de la normalidad posterior a esos largos meses de soledad.

 En El teléfono negro (2022), Scott Derrikson lleva dicha característica infantil a uno de los límites más extremos expuestos en el cine. En este thriller sobrenatural, la infancia y su esencia resiliente y empática son la sustancia que verdaderamente aglutina la acción durante el juego psicológico al que  Albert “El Raptor”, encarnado por Ethan Hawke, lleva a sus víctimas. Finney (Mason Thames), un tímido y abusado chico de trece años, resulta ser la última víctima en una lista de desapariciones en los suburbios de Denver, allá por 1978. El muchacho se encuentra encerrado en un sótano aparentemente protegido del sonido, en donde solo hay una cama y un teléfono negro de pared, que posteriormente se revela como un medio para comunicarse con el espíritu de las víctimas anteriores, todos ellos jóvenes de la localidad, que aunque han perdido su identidad en el más allá, conservan ese vínculo empático con el recién secuestrado chico, al que irán poco a poco ayudando, cada uno haciendo gala de sus cualidades personales, para lograr evadir el juego del captor.

Si bien la historia funciona de maravilla en un plano general, y a juzgar por el resultado final en el trabajo de equipo de los chicos, que aun muertos buscan justicia y luchan por rescatar a una posible nueva víctima, el teléfono negro, ese objeto que da nombre al filme y al cuento de Joe Hill (2004), hijo de Stephen King, del que Derrickson parte para su filme, resulta mucho más que un salto de fe hacia la suspensión de la credulidad que el cine de terror demanda. Así, la película que arranca como un thriller en donde una comunidad es asediada por un asesino serial, que dejando globos en la escena del crimen lanza sutiles guiños hacia M, el famoso vampiro de Dusseldorff, súbitamente se transforma mas bien en una historia de fantasmas y de persecución paranormal.

Es evidente que Derrickson busca reivindicar el papel resiliente de los niños como aquellos que, a pesar de los adultos, van a salvar el día. Sin embargo, la puesta no deja de verse forzada, ciertas situaciones emergentes, como que la hermana de Finney sufra, por cierto, incomprendida por su padre, de una especie de percepción paranormal, que lamentablemente para las anteriores víctimas solo sirve hasta que su hermano es secuestrado. Si bien el cineasta hace un esfuerzo por justificar dichos “poderes” a través del atormentado padre, como una especie de herencia maldita de su madre, resulta innecesario a la luz de la superficialidad con que trata a los demás personajes y los elementos que giran alrededor del equipo de niños muertos con su representante en la tierra.

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El elemento más descuidado resulta ser justamente Albert “El Raptor”, quien en contraste, por ejemplo, con M, adolece de los elementos que empoderan a un victimario, su personalidad es tan hueca como la que pudiera haber debajo de la máscara, es casi imposible sentir una genuina aversión a su persona, pues Derrickson no se molesta en construir algo más allá de la imagen. Las máscaras, que tampoco son del todo reveladoras, resultan tan intercambiables como los elementos en los que asienta el personaje, su hermano, su perro, su casa y la de enfrente, todo va surgiendo a modo, según sea necesario, para empujar la historia. Poco aportan también los flojos interrogatorios de los policías, así como los lamentos del bebedor padre de Finney, todos estos no son mas que elementos para darle reflector a la lucha de los niños contra el mal.

El filme transcurre en un tono mas bien plano, solo salpicado por algunas imágenes de impacto, como las apariciones de los niños en su versión ya ultimada por El Raptor. El montaje no favorece la construcción emocional de vínculos con los niños ni con los padres de los desaparecidos, pues la secuenciación parece estar más orientada a seguir todo aquello que pueda evocar a lo paranormal que a generar espacios de reflexión y de asimilación afectiva. La paleta de tonos pálidos ayuda a crear un ambiente que acertadamente evoca un lejano 1978, y que en los exteriores, aterriza la historia en un espacio donde la geografía efectivamente encierra a los personajes, sin embargo, esta termina por saturar las pupilas, lo que provoca una sensación de acostumbramiento. La cámara hace poco por construir los ambientes, por ejemplo, juega muy poco en el cuarto donde Finney está encerrado, aquí se limita, y sin mucha gracia, a buscar colocar en plano al chico con el teléfono o a introducir en el campo algún fantasma para generar ese impacto, más que una verdadera experiencia terrorífica.

En general, los recursos cinematográficos en la película son limitados y poco creativos, y resulta claro que Derrickson recurre a maniobras repetitivas, que lejos de aportar algo al cine de desaparecidos o de asesinos seriales, revelan el asentamiento en un área de confort ya bien asimilada y probadamente exitosa; aun así, la obra en lo global es agradable de ver, se disfruta la frescura de la lucha en equipo y la transformación de Finney en el salvador, que siguiendo el “coaching” del más allá, se autoconstruye con las habilidades de los demás, y consigue darle vuelta a la desgracia, en un mundo donde los niños emanan esa resiliencia tan sólida que los adultos deberíamos tratar de emular.

Trailer

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Ficha técnica:

El teléfono negro (The Black Phone),  EUA, 2022.

Dirección: Scott Derrickson
Duración: 102 minutos
Guion: C. Robert Cargill, Scott Derrickson
Producción: Blumhouse Productions, Universal Pictures, Crooked Highway
Fotografía: Brett Jutkiewicz
Música: Mark Korven
Reparto: Ethan Hawke, Mason Thames, Jeremy Davies, James Ransone, Madeleine McGraw, E. Roger Mitchell, Andrew Farmer, Kellan Rhude, Rocco Poveromo, Troy Rudeseal, Michael Banks Repeta, Miguel Cazarez Mora, Rebecca Clarke,

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