Críticas

Antes farsante que muerto

El profesor de persa

Persischstunden . Vadim Perelman. Rusia, 2020.

El cine no le vuelve la cara al espanto y horror del Holocausto judío en los campos de concentración y muerte nazis. De vez en cuando retoma el tema ofreciendo desventuras y tragedias que dan pie a conocer nuevas vicisitudes y desgracias. La última aportación es una cuidada producción, El profesor de persa, dirigida por el cineasta norteamericano de origen ucraniano Vadim Perlman. El largometraje ha circulado por alguno de los más destacados certámenes cinematográficos internacionales. Se proyectó en las secciones oficiales a concurso de festivales como Valladolid, donde obtuvo el reconocimiento a su labor de montaje y, en Sevilla, todo un importante aval, el premio del público.

Vadim Perelman debutó en la industria estadounidense con una propuesta tentadora, oscura, misteriosa y perturbadora, Casa de arena y niebla (House of Sand and Fog, 2003), que logró concitar cierta expectación por su rasposo guion acerca de la tensión agresiva entre una joven, que ha dejado escapar su posesión más codiciada, una estupenda casa, y su nuevo inquilino, un oficial del ejército iraní. Después de este inquietante y turbio caramelo, la trayectoria del realizador ha sido muy errática, sin llegar a rodar un título que le devuelva el prestigio y las enormes expectativas apuntadas en su ópera prima. Algo de aquella pugna, choque cultural y pelea étnica se deja rastrear en su nueva aportación, además del duelo interpretativo. Que si bien no despunta en una historia deslumbrante por abusar de territorios y espacios muy manoseados por el cine, deja, al menos, un poso de calidad técnica y envoltorio estético muy ajustado a los parámetros de la acción.

En El profesor de persa, Perelman utiliza la misma fórmula empleada en su puesta de largo detrás de una cámara consistente en un argumento que le conduzca a situar, frente a frente, a dos personajes encapsulados en un juego tormentoso de fuerzas dispares y agobiante conflicto moral. Una dialéctica de lucha constante que no da tregua y que pone en marcha un mecanismo convencional, como el reto del gato que persigue al ratón. En esta ocasión, el relato se sustenta en la heroicidad por la supervivencia. Perelman echa mano de una historia inspirada en eventos reales para narrar, en uno de los peores sitios para conservar la vida, un campo de prisioneros nazi, una fábula sobre las ganas de vivir y vencer las atrocidades más terribles.

La acción transcurre en Francia, 1942, durante la ocupación nazi. Gilles (Nahuel Pérez Biscayart), un judío, va a ser fusilado. Grita desesperadamente que no es judío, que es persa. Un libro en este lenguaje, que le ha regalado un prisionero momentos antes, le salva la vida. El capitán Koch (Lars Eidinger), jefe de cocina de un campo de concentración, necesita conocer el idioma farsi. El oficial, un ser acomplejado por sus superiores, tiene el deseo de que, al finalizar la contienda mundial y con la garantía de la victoria, quiere montar un restaurante en Teherán. Gilles, con ingenio, voluntad, memoria, valentía y ganas de ver amanecer muchos días más, juega con la palabras e inventa un idioma que hace pasar por farsi ante la credulidad de su captor. Con una destreza inasequible al desaliento, conforma, con mucha chispa y arrojo, una jerga rimada que logra convencer a su sensible aprendiz.

A lo largo de las más de dos horas que dura el filme, se establece un lazo de amistad entre el oficial nazi y el impostor. El interés del capitán por aumentar el ritmo de conocimiento de nuevos vocablos se afilia con el imaginativo empeño del prisionero por satisfacer a su opresor. Quid quo pro. Sobre este término se construye un drama acerca de cómo un embuste bien pertrechado logra burlar el ego y orgullo de los alemanes y mantenerte despierto y ágil de reflejos para seguir seduciendo con las palabras.

El farsante es destinado a la cocina, lugar que es vigilado de cerca por el capitán Koch. Le otorgan unos pocos privilegios y la mayoría de las veces vemos a Gilles hecho un manojo de nervios, entregado, no sin agitación, a componer con habilidad un diccionario que convenza a su protector. Sin embargo, para dotar al guion de elementos que tensionen la relación oficial/prisionero y la narración, por instantes, muy novelesca, y que muestre suspense y agobio, se introduce a un ambicioso cabo alemán, muy quisquilloso y fuertemente persuadido de que el ayudante de cocina es un embustero y judío avispado. Su teoría e inquina hacia su superior, el capitán Koch, le lleva a concentrarse al máximo en desmontar la farsa. En cuanto a niveles de emoción y misterio, la película apunta a la intranquilidad. Se eleva la estrategia de embaucar al espectador en la aventura, que sufre, en el tramo definitivo, la suerte de Gilles, desvalido y a merced de los acontecimientos, que se endurecen camino del final.

El profesor de persa se mantiene en un equilibrio difícil, puesto que hay momentos que la patraña no se sostiene. Si no fuera por la cuadriculada puesta en escena y el vigor de los dos actuantes, el bulo se desinflaría y la credibilidad, algo cuestionada, se desmoronaría. Pero resulta, cuando menos, atractiva y muy fácil de ver. Esgrime valores como tenacidad, arrojo, destreza y temeridad. Perfila el coraje de un pobre desgraciado que tiene más que ganar que perder. El ambiente de los barracones y las estancias de los oficiales alemanes están muy bien descritas y fotografiadas con detalle. Es un título que aporta un punto de vista más de aquellos judíos que, ayudados por la suerte y su astucia, además de las ganas de seguir respirando, lograron burlar e, incluso, conmover, en este caso, a un nazi que quería aprender persa. Lo cuentas a viva voz y puede resultar grotesco y chistoso. Lo ves en una pantalla grande, en formato panorámico, con buenos actores y una gran ambientación, y te gusta.

Tráiler de la película:

Comparte este contenido:

Ficha técnica:

El profesor de persa (Persischstunden ),  Rusia, 2020.

Dirección: Vadim Perelman
Duración: 127 minutos
Guion: Ilya Tsofin (Novela: Wolfgang Kohlhaase)
Producción: Co-production Rusia-Alemania-Bielorrusia; Hype Film, ONE TWO Films, LM Media, Belarusfilm
Fotografía: Vladislav Opelyants
Música: Evgueni Galperine, Sacha Galperine
Reparto: Nahuel Pérez Biscayart, Lars Eidinger, Leonie Benesch, Jonas Nay, David Schütter, Luisa-Céline Gaffron, Alexander Beyer, Giuseppe Schillaci, Peter Beck,

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.