Críticas

La evidencia del misterio

El caso Collini

The Collini Case. Marco Kreuzpaintner. Alemania, 2019.

 

El caso Collini aficheUn abogado de oficio recibe un caso de asesinato a tres meses de culminar su pasaje por la universidad. Descubre que mantiene una relación de implicancia con el occiso, pero deberá afrontar la situación muy a su pesar, ya que su nominación es irreversible. El enigma se irá desentrañando a medida que la investigación aporte elementos; habrá una vuelta de tuerca, las cosas no eran tan obvias.

Drama liviano que reserva sus momentos de oposición a los avatares del juicio. Un ejercicio de razonamiento que nos va permitiendo desentrañar la realidad de turbios sucesos, que pretenden liquidarse sin previo análisis. La contundencia de la evidencia empírica se confabula con el relato oficial desde una lógica sustentada en el presente. Huellas digitales, restos de sangre y una cuasi autoculpabilización hacen que, de antemano,  pensemos en un caso casi resuelto. Las apariencias engañan la comodidad y favorecen el interés de quienes no quieren aceptar la implicación familiar.

El filme sitúa la importancia del ingenio en primer plano y opera como fuente de justificación a la legítima defensa, más allá de culpabilidad alguna. Salva la validez por la honestidad del ejercicio de la profesión, apegado a la ética de un proceder neutro y transparente. Caspar Leinen es la inexperiencia inteligente, mientras que Richard Mattinger, el representante de la soberbia expeditiva claudicante frente a la evidencia irrefutable. La inteligencia vence a la experiencia, la ética triunfa ante la inmoralidad disfrazada de argumento; en el medio, los nazis y el dolor de los descendientes de las víctimas.

Una combinación de elementos sugiere de antemano un drama intenso que no llegará a pasar de cierto límite; el silencio del procesado multiplica las incógnitas y da pie a especulaciones de todo tipo. El móvil es lo que se discute, el autor de los hechos es conocido desde el inicio.

The Collini case

El alcance de pequeños conflictos se rinde ante principios legales que ofician de objetivos facilitadores para la construcción de “verdad”.

Un relato que matiza la presencia del presente con el pasado infantil, desde el guion y el montaje. Allí se encuentra el secreto que será vertido en pequeñas dosis a partir del comienzo, aportará en imágenes la historia paralela, la que se adosa al discurso verbal del juicio y la investigación. Las palabras abren paso a imágenes breves de juventud, que explican relaciones. El pasado es fuente de un interior conflicto presente, que se diluirá bajo el manto de la ética y su asociación a las buenas prácticas. La moral supera a los afectos y dignifica al animal humano;  hasta un asesino la puede conseguir, por eso, es importante el rol del abogado y su apología de la justicia, más allá de los tiempos de condena.

El final ya no degrada, sitúa las cosas en su lugar sin espacio para la duda o el debate. El prejuicio es aplastado desde la evidencia testimonial.

The Collini case fotograma

El género es difícil de establecer, estamos frente a un híbrido que combina lo mejor del cine de abogados y procesos con el drama que, aunque estemos frente a padecimientos reales, no lleva su intensidad a la cumbre. Paradójicamente, el pasado es fuente de sufrimiento que se sostiene en el conflicto, es allí donde está la verdad, y el filme con sus imágenes la va buscar. Evidencia de primera mano que contrasta con la artimaña protectora por legalización de circunstancias específicas, en momentos cruciales de la historia de las naciones.

La cámara es cuidadosa de la sensibilidad del espectador, los hechos de sangre no son mostrados de forma directa, omisiones al destinatario del balazo final desnudan la paradoja de muertes conexas por analogía en la forma. El tiempo fija recuerdos que se adhieren al cuerpo en el proceder criminal. Se mata como se vio matar, la venganza es completa desde el acto y la exposición en imagen. La cámara alterna sucesos en planos semejantes que recuerdan a la ley del talión. Sangre sobrante en los tacos de unos zapatos arrastrados, es lo máximo que podemos ver, nos sitúa en el descuido; la moral descendida genera displicencia, todo da lo mismo, el crimen zanja la deuda, ya no importa más nada. El final aliviará menos al muerto que a los responsables de la sentencia que, llegado el momento, se encontrarán en un brete por la inversión de los hechos. Las implicancias cambian de lugar, los soberbios impolutos deberán rendir cuentas por el complot oculto durante  largo tiempo. No interesan las discusiones de juristas expertos, llega a ser pura cháchara que oculta la verdad de los sucesos y se jacta del saber en sus resoluciones. El juicio devela el cinismo de intereses, hasta el momento invisibilizados.

The Collini case escena

La cámara desciende de manera brusca sobre las velas de una embarcación,  se negocian pasos a seguir, el movimiento denota la caída del cielo de algo no previsto que podremos conectar con descubrimientos futuros.

Collini es un ente sufriente de paso cansino, cuya imagen unigestual denota la angustia de alguien que reprime sus emociones ante la incomprensión social, unida a la desazón por la pérdida irrecuperable. Su rostro es tomado desde diferentes ángulos, pero nunca cambia, gran mérito del actor en connivencia con los posicionamientos de cámara.

Finalmente, todo queda igual, aunque con el saldo a favor de un nazi menos. No todas las muertes son iguales.

 

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Ficha técnica:

El caso Collini (The Collini Case),  Alemania, 2019.

Dirección: Marco Kreuzpaintner
Duración: 123 minutos
Guion: Robert Gold, Jens-Frederik Otto, Christian Zübert (Novela: Ferdinand von Schirach)
Producción: Constantin Film, SevenPictures Film, Mythos Film, Rolize GmbH & Co
Fotografía: Jakub Bejnarowicz
Música: Ben Lukas Boysen
Reparto: Elyas M'Barek, Alexandra Maria Lara, Franco Nero, Heiner Lauterbach, Stefano Cassetti, Manfred Zapatka, Jannis Niewöhner, Rainer Bock, Catrin Striebeck, Pia Stutzenstein, Peter Prager, Hannes Wegener, Falk Rockstroh, Anne Haug, Thomas Stecher, Tara Fischer, Esther Maria Pietsch, Alexander Tschernek, Sabine Timoteo, Sandro Di Stefano, Axel Moustache

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