Críticas

Cuando la confianza no es suficiente, pero…

El banquero

The Banker. George Nolfi. EUA, 2020.

The banker aficheUn niño negro se desempeña en el oficio de lustrabotas en Texas. Su interés radica en aprender cómo sus clientes blancos hacen dinero. De adulto llegará a tener éxito económico al dedicarse al negocio inmobiliario, pero tendrá que afrontar las dificultades propias de un sistema legal que se esmera en expulsarlo del “sueño americano”, solo hay cabida para los blancos.

El inicio del filme se encarga de situarnos en la condición vivida por el protagonista y en su evolución futura. Bernard (Jaylon Gor) escapa corriendo frente a una cámara en ascenso que lo ubica en la lejanía, el cuadro se centra al nivel de la cúspide de una edificación. Resulta pertinente la asociación en un mismo plano: futuro y ascenso social; todo derivado de la huida por la persecución de un adulto negro que, desde un rol de subordinación, protege los intereses de los blancos. Primera secuencia que sintetiza lo que vendrá luego, a la vez que contrapone dos posturas frente a una misma realidad racial: el emprendimiento y la sumisión. Un afrontamiento de las circunstancias que expondrá la asociación de dos posiciones necesarias, aunque contrapuestas: la confianza y la duda. La demostración de una combinación útil, pero imperfecta.

The banker escena

El devenir instaura condiciones cambiantes ante el riesgo de objetivos que se desplazan cada vez más desde lo personal hacia lo social, lo lucrativo individual se precipita hacia el altruismo. Una deuda pendiente con los hermanos de raza que, mediante el estiramiento de objetivos, dignifica el espíritu capitalista. El futuro está en peligro, pero a la vez no lo está; la paradoja queda abierta, los sacrificios culminan en transformaciones que contemplan fines más altos no tan lejanos.

Caerá el sistema legal como obstáculo, Bernard tendrá la gran oportunidad de “ocupar una banca en el senado”. El contraste de una relación con los inmuebles captado por la cámara, en un plano donde Bernard aparece fuera del Capitolio. A una distancia considerable, la cámara resalta su pequeñez frente al sistema, para luego aparecer en el interior, con un discurso tan inesperado como movilizador de circunstancias futuras. La edificación no es de su propiedad y jamás lo será, pero el transitorio espacio que llegará a ocupar, será decisivo para las futuras generaciones de negros. Es el aprovechamiento de la oportunidad en su justa medida y la convicción del beneficio general, que también incluye el propio. El acceso al sistema para combatirlo desde adentro surge cuasi-naturalmente, talento y audacia son necesarios. El filme exhibe la pertinencia en la acción del infiltrado, el ataque en las sombras, pero siempre desde la dignidad que propugna el principio de igualdad.

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La necesidad del cambio legal que promueve el cambio cultural, las sombras solo pueden proteger entre ciertos límites, el traspasarlos marca la diferencia entre duda y seguridad. Bernard y Joe (Samuel L. Jackson) se complementan, pero no alcanza, un tercer factor obnubila las mentes y entorpece la confianza que, aun así, se mantiene hasta el último instante.

Los blancos pueden ayudar u obstaculizar, hay que saber elegirlos, aunque nunca hay garantías. La ambición hace que nos olvidemos del racismo como barrera exclusiva. Es aquí donde no funciona la desconfianza, el complemento se atasca, no opera en el momento debido, y tendremos un final acorde al desequilibrio. La operación no tuvo la suficiente dosis de duda como para ser exitosa; no supo nutrirse de un componente que, a medida que los sucesos avanzan,  tiende a volverse más necesario. La confianza en la seguridad obturó su accionar pero, un sacrificio final, al mejor “estilo cristiano”, culmina operando como “salvación de una raza”. Todo un mensaje religioso, desde lo terrenal, extrapolado a una comunidad eternamente castigada.

Es la batalla por la igualdad, desde la desnaturalización de creencias que demuestran ser tan aseguradoras como eficientes. La duda no existe porque lo “confortable” le gana a lo desconocido.  El mesías apela a la seguridad que parte de la confianza, la duda lo habría vuelto indeciso y nada de lo que sucedió habría ocurrido. La dosis de duda se elevó a la intensidad adecuada en momentos donde era imposible detener la aceleración. Todo queda al descubierto; nuevamente, el preludio de la redención está en marcha a partir de la postura firme que otorga el convencimiento extremo.

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Capítulo aparte es el tratamiento de lo femenino. Nolfi establece diferencias desde lo moral y lo cognitivo: nuevamente ganan los negros. Eunice (Nia Long) es el sostén nivelador de los impulsos de Bernard, mientras que a Susie (Taylor Gilde) solo le basta una pequeña intervención para desatar la debacle. Los negros pueden ser tan o más inteligentes que los blancos, una certera combinación entre razón y emoción lo avala. Las aspiraciones de grandeza se estrellan sin remedio, a menos que sean mediatizadas por el ejercicio de un altruismo equilibrador.

El guion sabe dosificar estas cuestiones, en un in-crescendo que cierra nivelando. Los personajes van aspirando a más dentro de una causa noble, la caída ocurre cuando el “pecado” interviene, no proviene del blanco. El amor al prójimo define lo correcto, basta ya de individualismo.

Que los blancos pueden intervenir en la causa, sí, es correcto, pero… Aquí es donde la duda no ofrece garantías; la confianza es acción, seguridad y decisión. Elegir implica riesgos, los cuestionamientos no pueden derivar en inoperancia, so pena de camino al fracaso. El riesgo está implícito, es ineludible, lo demás es inacción que culmina en la nada. La transformación, como posibilidad, se da la mano con la explotación de la contingencia, que opera como obstáculo o recurso según sea utilizada. Es como la vela de un barco situada frente al viento y sus alternativas de aprovechamiento.

Una forma de ejercer la fe sustentada en rabia contenida. La discriminación como motor de evolución del hombre, en términos de humanidad traducida a igualdad de derechos: el “sueño americano” es para todos.

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Ficha técnica:

El banquero (The Banker),  EUA, 2020.

Dirección: George Nolfi
Duración: 120 minutos
Guion: Niceole R. Levy, George Nolfi, David Lewis Smith, Stan Younger (Historia: Brad Kane)
Producción: Romulus Entertainment, Iam21 Entertainment (Distribuidora: Apple TV+)
Fotografía: Charlotte Bruus Christensen
Música: H. Scott Salinas
Reparto: Samuel L. Jackson, Anthony Mackie, Nicholas Hoult, Jessie T. Usher, Nia Long, Colm Meaney, Paul Ben-Victor, Michael Harney, Gregory Alan Williams, Taylor Black, James DuMont, Rhoda Griffis, Chris Gann, Jordan Salloum, Jason Davis, David Maldonado, Jill Jane Clements, Bill Kelly, Craig Welzbacher, Alexa Whitaker, Garrett Kruithof, Gralen Bryant Banks, Crystal Coney, Jody Thompson, Mason Pike, Xen Sams, Adam Drescher, Sherry Richards, David Andrew Nash, David Alexander, Albert L. Taylor, Zach Hanner

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