Críticas
El superhéroe con un cromosoma de más
Mi hermano persigue dinosaurios
Mio fratello rincorre i dinosauri. Stefano Cipani. Italia, España, 2019.
El amor, a veces, es una pequeña mentira.
(Jack Mazzariol, Mi hermano persigue dinosaurios)
Nadie entiende lo que es recibir una noticia como esas hasta que no la vive en carne propia. Que un médico le anuncie a una pareja que ese hijo que viene en camino tiene síndrome de Down solo pone el panorama terrorífico: retraso mental, enfermedad cardíaca, respiratoria, problemas de visión, tiroides… Y la lista sigue, así como la doctora le dice a la emocionada pareja de Davide (Alessandro Gassman) y Katia (Isabella Ragonese), quienes esperan su cuarto hijo, su segundo varón. Y en lugar de echarse a la pena y llorar, la pareja decide enfrentarlo con humor y ternura, como han llevado su vida y han criado a sus hijos.
La narración del hermano mayor, Giacomo (un genial Francesco Gheghi), es la que nos dicta el camino en la genial Mi hermano persigue dinosaurios –la más reciente película del director italiano Stefano Cipani–, una historia llena de picardía, emoción y mucha imaginación acerca de lo que significa ese cromosoma extra que tiene el pequeño Giovanni (Lorenzo Sisto) y que lo hace todo un superhéroe, un «super Down». Pero pronto, Jack (como todos en la familia llaman a Giacomo) se da cuenta de la mentira de sus padres y se siente traicionado: Gio no es super nada, más bien es lo contrario, va a tener muchas dificultades en la vida y puede morir joven. El encanto se acaba y se enlaza con la adolescencia de Jack, quien ahora toca la batería y quiere pasarse a un liceo nuevo para estar lejos de su familia y más cerca de Arianne (Arianna Becheroni), la chica que le gusta. Y por su parte, Gio es cada vez más inquieto y quiere caminar solo desde el colegio a la casa.
Cada uno de ellos está en su mundo, con sus respectivos retos y dificultades diferentes. Jack no quiere hablar de su hermano y prefiere decir que está muerto, pero lo ama, sin duda. La ironía es que al conectarse con otra gente de su edad y vivir fuera de su burbuja, aprende a valorar más a Gio y a entenderlo. Sus dos personas diferentes, el Jack de la casa y el del liceo, se doblan para poder convivir con unos y otros. Y el tiro le sale por la culata en una gran escena, donde queda expuesto frente a todos los que le importan, tocando un fondo muy profundo.
El largometraje está basado en el libro que Giacomo Mazzariol escribió a sus 19 años y lleva el mismo título, un best seller en Italia que también gozó de gran éxito en el resto del mundo, y todo gracias a un video que los hizo famosos en YouTube, donde Gio era el protagonista. Al igual que su fuente de inspiración, la película es ligera, no profundiza en lo que significa el síndrome de Down (para eso están los libros y los especialistas) y en cambio nos ofrece un humor inocente, bellísimo, delicado e inteligente.
Un retrato de la adolescencia de Jack y la niñez de Gio en un hermoso pueblo italiano, con unos lugares increíbles, una fotografía impecable y una música muy adecuada. Una cámara cómplice que involucra al espectador y unos personajes que se sienten reales, empáticos, cercanos. Las actuaciones funcionan de maravilla, es imposible no adorar a Gio, reír con Jack y amar a la tía Rock, interpretada por la española Rossy De Palma, quien ha declarado en entrevistas que después de ver este filme el espectador sale siendo mejor persona.
Creo que no se equivoca. La historia tiene el balance de lo bueno y lo malo, que pasa por la ignorancia de un hombre que le da el pésame a Davide, porque su hijo es “mongoloide”, hasta los nervios que siente la familia al ver que Gio es capaz de llegar solo a su casa, después de una secuencia donde lo siguen como espías, esperando que no los vean y cuidándolo desde la distancia. Seguramente hay fallas en la historia, pero la emoción arrasa con todo eso. Los padres, muy al estilo de Roberto Benigni en La vida es bella (La vita è bella, 1997), están cargados de encanto y han sembrado desde el comienzo una familia que se mueve en esas mismas dinámicas, por eso es creíble todo lo que nos cuentan. Sufren en silencio, siempre poniendo la mejor cara y dejando atrás la lástima por la discapacidad de su hijo.
Esa es la razón por la que viene a la mente Campeones (2018), de Javier Fesser, ganadora del Premio Goya a la Mejor Película del Año, pues son pocos los largometrajes que no ven la discapacidad como un problema o una terrible enfermedad. Las cosas son como son y es hora de normalizarlas. Así como Gio, un chico más que con su magia hace de Mi hermano persigue dinosaurios un filme enternecedor, de esos que deberían existir más, aunque sea para salir de las mismas temáticas de siempre.
Trailer:
Ficha técnica:
Mi hermano persigue dinosaurios (Mio fratello rincorre i dinosauri), Italia, España, 2019.Dirección: Stefano Cipani
Duración: 101 minutos
Guion: Fabio Bonifacci
Producción: Isabella Cocuzza, Mario Mazzarotto, Antonia Nava, Arturo Paglia
Fotografía: Sergi Bartrolí
Música: Lucas Vidal
Reparto: Alessandro Gassmann, Isabella Ragonese, Rossy de Palma, Francesco Gheghi, Lorenzo Sisto, Arianna Becheroni