Críticas

Horror desde el pasado

La niña de la comunión

Víctor García. España, 2022.

Póster de La niña de la comuniónSer fanático del cine de terror tiene como recompensa grandes momentos de cine. A pesar de lo denostado del género y de su falta de apreciación por parte de la crítica en general, proporciona emociones y atmósferas únicas, que han inspirado a cineastas de todo el mundo. Incluso fuera de las fronteras del horror su influencia es visible en directores de renombre desde el principio de la historia del cine. ¿Cuántas veces se han imitado las sombras de Nosferatu, por poner un ejemplo básico?

No es menos verdad que por cada tesoro encontrado hay toneladas de engendros, bobadas sostenidas sobre la inoperancia y la falta de escrúpulos de sus perpetradores, clichés y lugares comunes desesperantes y soberanas tonterías lanzadas a la pantalla con cero intenciones cinematográficas más allá de explotar fórmulas que generen taquilla por pura inercia.

En España, el caso es sangrante. Auténtico referente en la década de los 70, prolija en filmes de culto, el abandono del horror propició su olvido en la producción nacional, salvo contadas excepciones y alguna aventura poco afortunada para recuperar el añorado esplendor. Hablar de la evolución del fanterror patrio da para demasiada tinta, así que centrémonos en esa idea de escasa producción, con algún acierto entre muchos tiros al poste.

Con este bagaje uno llega a la defensiva ante ciertos estrenos, incluso rendido antes de tiempo. A pesar del plomizo sentimiento de repetición, se dan segundas, terceras o ya ni se sabe la cuenta de oportunidades, y acude pesaroso al cine, rumiando otro nuevo encontronazo con el aburrimiento.

Los protagonistas de La niña de la comunión

Por suerte, a veces nos equivocamos, y el resultado, lejos de ser perfecto, sí ofrece alma, convencimiento y cariño por el producto. Esto es lo que ha ocurrido con La niña de la comunión (Víctor García, 2022).

Según pasaban los minutos de película, transité de mi desánimo inicial al interés sincero, a la atención a los detalles que sitúan la película de Víctor García un peldaño por encima de sus competidoras. Sin ser renovadora de géneros, sin salirse ni un ápice de lo que se espera de esta clase de producciones, convence a partir de la habilidad de García para encontrar voz propia entre la vorágine de ruido histérico que ofrece el horror mainstream.

García se apoya en muy pocos pilares básicos para dar consistencia a la propuesta, que en conjunto conforman la conseguida ambientación, escenario creíble para la llegada de lo paranormal. Tiempo y espacio son fundamentales, puesto que tanto la época como el entorno juegan papeles decisivos en la construcción de la realidad de los personajes, otro de los aciertos de La niña de la comunión. La acción, situada en algún momento de finales de la década de los 80, y la realidad rural en la que se desenvuelve la protagonista resulta en una suerte de folk horror patrio, basado en la tradición católica de una España entre la modernidad que llamaba a gritos y el pasado plomizo.

A la tradición religiosa como fondo se une el socorrido palo del horror basado en las leyendas y la fabulación popular del boca a boca, e incluso sorprendentes flecos de j-horror en la amenaza con ecos en el pasado, de espíritus a la búsqueda de retribución en forma de grotescas figuras femeninas de largos cabellos e inocencia pervertida. Me llegaron mientras veía La niña de la comunión no pocos recuerdos de la mítica The Ring (Ringu, Hideo Nakata, 1998), homenaje llevado al terreno propio por la pericia de un conocedor del género como Víctor García.

La muñeca de La niña de la comunión

El terror que ofrece La niña de la comunión cambia de intensidad con bastante buen tino. García ofrece equilibrio entre los consabidos sustos de saltar sobre el asiento y los momentos de tensión, de amenaza sombría y esquiva que mantiene al espectador atento a los secretos que esconde la truculenta historia.

Tampoco es que sea un enrevesado laberinto de pistas y descubrimientos rocambolescos, al contrario; la sencillez prima sobre la pretenciosidad de llevar a La niña de la comunión a un terreno que no le pertenece. Pero dentro de la simplicidad, hay franqueza en cada paso acometido por los implicados en la película, uso de los clichés a favor. Parece sencillo, pero hay esfuerzo notable en contar algo interesante y con voz propia sin cambiar un ápice los lugares comunes del horror.

Si la fuerza reside en el misterio y, por supuesto, en las apariciones del espíritu vengativo de turno, los personajes no son menos contundentes para la identidad de la película, como ya he comentado antes. No son simple carne de cañón para que la maldad de otro mundo se cebe; existe conexión real entre el espectador y las desgracias que experimentan las jóvenes que afrontan, aparte del terror fantasmal, miedos muy reales y cotidianos. La dureza de ese periodo tan complejo en el que la edad adulta llama a la puerta gana presencia por el contexto cerrado de la España rural de entonces.

Retrato de juventud transformado en algo más que simple excusa, las jóvenes actrices, capitaneadas por Sandra Campra, consiguen hacer creíble su paseo por las fronteras con la ultratumba.

Carla Campra en La niña de la comunión

Agradable sorpresa, La niña de la comunión arranca con un tono que se mantiene inamovible a lo largo del metraje, con cambios de ritmo apropiados que distinguen los momentos íntimos de los aspectos puramente terroríficos. Y lo realmente notable, presenta una mitología propia, elaborada con pequeños detalles, aunque acaba por resultar tremendamente adictiva y misteriosa. El final nos deja con ganas, y pienso que puede ser el inicio de franquicia que nos deje nuestra Annabelle patria.

El futuro dirá. Lo que puedo decir del presente es que he disfrutado mucho de La niña de la comunión. Lejos de ser perfecta, es el ejemplo de lo que el cariño y el saber hacer pueden dejar en la impronta del espectador. Encantado de que, entre la morralla, veamos buenas películas de terror. Y si es cine de aquí, pues mejor.

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Ficha técnica:

La niña de la comunión ,  España, 2022.

Dirección: Víctor García
Duración: 98 minutos
Guion: Víctor García, Alberto Marini, basado en una historia de Guillem Clua
Producción: Ikiru Films, Atresmedia Cine, Rebelión Terrestre, La Terraza Films
Fotografía: José Luis Bernal Ibañez
Música: Marc Timón
Reparto: Carla Campra , Aina Quiñones, Marc Soler, Carlos Oviedo, Olimpia Roch, María Molins, Xavi Lite, Anna Alarcón, Victor Solé, Sara Roch, Daniel Rived,

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