Críticas

A un león no le quita el sueño la opinión de las ovejas

La emperatriz rebelde

Corsage. Marie Kreutzer. Austria, 2022.

Corsage cartelLos arremolinados cabellos de la emperatriz se mecen a través del viento. Una nueva revisión al personaje que, lejos del almibarado convencional, presenta a la mujer sin artificios, y así, desnuda, miedos y debilidades quedan a flor de piel. Cumplir años no es tan fácil como parece y en la corte este hecho se exacerba todavía más.

Disolverse, desaparecer, oscurecerse como una nube; cualquier acepción puede ser utilizada al cruzar el peligroso umbral de la cuarentena.

Fingir en los actos protocolarios o desmarcarse de los convencionalismos establecidos esa fue la tónica de una mujer que transgredió tiempos y fronteras.

Enmarcado en un espacio tiempo muy concreto describe la historia de una época circunscrita y relevante para Sisi. Finales de diciembre en la Viena del 1877 fueron para ella un delicado punto de inflexión. El día 24 del corriente cumplía la temible edad de 40 años.

Claroscuros desenfoques, premeditados planos y primerísimos planos presentan al personaje. Alta y esbelta desafía a la cámara. Un comienzo incisivo y poco convencional aderezado con la música de Camille enmarca esta historia. El she was, poco usual para la época, acompaña en cámara lenta a emperatriz y doncellas bajando la escalera.

Vicky Krieps (Luxemburgo, 1983) lanza miradas furtivas y desafía a una cámara que, lejos de apartarse de ella, corre a su encuentro. Todo en ella es interesante. Desde las anillas colgadas del techo de sus aposentos para practicar sus ejercicios diarios, las sesiones de esgrima o la eterna báscula siempre presente, todo cobra sentido en la cotidianidad de un personaje que se convierte en persona.

Entre Kristen Stewart (Spencer, Pablo Larraín, 2021) y Kristen Dunst (María Antonieta, Sofía Coppola, 2006) baila Krieps como otro fantasma atemporal, rebelde encorsetada que trasciende su malogrado destino.

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Un trabajo ofrecido en capítulos nos ofrece enclaves diversos, además del austriaco, donde pasaba la mayor parte del tiempo. Aparecen entonces Inglaterra, Baviera o Ancona como emplazamientos singulares en ese momento. En cada uno de ellos tienen lugar efemérides importantes que bordean realidad y ficción de la interesante vida de una emperatriz viajera que será recordada, al igual que Rebecca (Alfred Hitchcock, 1940), por algo más que su propio personaje.

Un guion basado en hechos reales transita libremente por los mundos de la ficción. Ambos se imbrican de forma sutil y la mayoría de veces no podemos discernir realidad de lo que no es. No conocemos las intrigas palaciegas y eso da mucho margen. La disposición de personajes también está muy cuidada, el espejo con sus imágenes contrapuestas, aporta mucha información a la escena en la que se intensifican gestos y miradas sobre diálogos y expresiones.

El palacio de Shonbrunn está precioso en primavera. Las conversaciones con Francisco José (Florian Teichtmeister) son cada vez más tensas y alejadas; dos mundos distintos sentados a una misma mesa, el comedor se torna inmenso para un solo comensal. La emperatriz, tenedor en mano, asume resignada las consecuencias. El concepto de familia cobra otra dimensión.

Ahogada por el protocolo se aventura de incógnito a pequeños paseos. El mercado, la pastelería Demel (en Viena desde 1786) o sus acercamientos a la heroína nos ofrecen otros instantes, los planos, ligeramente picados, increpan sus acciones. Y así, escondida tras las cortinas, siente el pasado más cerca que nunca.

En enero de 1878 viaja a Inglaterra. Papel pintado, butacas, orejeras y jerez rememoran recuerdos de infancia. Sísi visita a su hermana Carlota (quien murió años después a causa de un incendio provocado por la inflamable película de los hermanos Lumière). Louis Le Prince le entrega el zapato a una peculiar cenicienta que vive en un mundo diferente. Una mujer interesada en innovaciones técnicas es muy poco habitual y nuestra emperatriz es todo menos convencional.

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Le Prince fue el primero que experimentó filmando secuencias de imágenes en movimiento usando una cámara de lente única, adelantándose varios años a otros personajes de nombres ilustres que serán recordados en detrimento del mismo. La historia está plagada de trágicas figuras que difícilmente serán recordadas y puestas en valor, desapariciones misteriosas, vidas poco decorosas o conflictos populares hacen que la figura del personaje se difumine y desaparezca, directores como el japonés Mamoru Oshii (Tokio, 1951) en Talking Head (1992) o The First Film (2013) devuelven a la vida la importancia de sus creaciones. Siempre quedará el dicho que reza «más vale tarde que nunca».

Las imágenes filmadas a la emperatriz se muestran incluidas en el celuloide. Secuencias a caballo sin movimiento, cámara fija a la que se acercan el équido y la perspicaz amazona. Influencer del siglo XIX. Un nuevo guiño se ofrece en pantalla y contrasta con otra escena, donde del mismo modo acompaña a la amazona, esta vez con los recursos actuales, color, música y un pequeño travelling.

Estas secuencias desenfadas por parajes británicos, acompañadas de la música de Camille Dalmais (Paris, 1978), o las intrigas palaciegas en torno a las viandas presentadas en exquisita cerámica ofrecen un entorno hogareño en el que abandonarse a impulsos y arrebatos sin pensar en su posición.

¿Qué tipo de seres seríamos sin las delicias de un buen vino? Una emperatriz que ante todo quiere ser mujer, se mueve con libertad y sin normativas. Baviera nos ofrece besos de chocolate o baños desnudos a modo de Escuela de sirenas (George Sidney, 1944). La oscuridad y el baile desmitifican la figura que solo pretende salir de su encorsetada vida y que la quieran por el simple hecho de ser como es. ¿Acaso no es lo que queremos todos? Su amante Bay Middelton (Colin Morgan) tiene un papel corto pero importante. La acerca a la realidad disfrutable, alejándola de palacios y conveniencias. El mejor escenario siempre fue y será, bajo las estrellas.

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La libertad se persigue en pequeñas grandes rebeliones. Dando la vuelta al mito de Sisi, se encumbra a la actriz protagonista. Película ambiciosa en la que Krieps consigue el premio a mejor actriz europea del año. Su emperatriz, alejada de edulcorantes, la premia y ella, cumpliendo transgresiones, lo recibe gratamente emocionada dando rienda suelta a lágrimas y emoción. Desde casa, vistiendo un chándal de dinosaurios, agradece profundamente el galardón. La discusión en redes sociales está servida. Nada que decir.

Árida y de libre interpretación, muy respetuosa con la historia, un nuevo estudio del personaje sale a la luz. Magnífico retrato de la vida adulta. Las princesas están tristes y pueden permitírselo. Un adiós al cuento de hadas muestra una vuelta de tuerca que tensa, más allá de cualquier corsé, la opinión del público que visiona la película.

 

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Ficha técnica:

La emperatriz rebelde (Corsage),  Austria, 2022.

Dirección: Marie Kreutzer
Duración: 114 minutos
Guion: Marie Kreutzer
Fotografía: Judith Kaufmann
Música: Camille
Reparto: Vicky Krieps, Finnegan Oldfield, Colin Morgan, Raphael von Bargen, Katharina Lorenz, Alma Hasun, Aaron Friesz, Tamás Lengyel, Florian Teichtmeister, Jeanne Werner

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