Investigamos 

La juventud y las encrucijadas

Michael J. Fox en Regreso al futuro

Nuestra maravillosa memoria y nuestra increíble imaginación convierten a los seres humanos en verdaderas máquinas del tiempo. Tenemos la capacidad de contemplar, de permitir que nuestras potencias mentales se conviertan en activos generadores de escenarios, llenos de colores y de imágenes, de personajes y de paisajes. Tenemos la capacidad de sentarnos, como espectadores imaginarios, a contemplar el paso del tiempo. Vemos lo que ha pasado al paso de la memoria y excitados con nuestra imaginación poderosa, proyectamos hacia el pasado profundo, más allá de nuestras vidas e iluminamos y dirigimos la mirada hacia el desconocido futuro ¿Qué mejor película se podría visualizar, si meramente permitiéramos que se avivaran esas potencias?

La verdad es que tales las películas de la contemplación imaginativa y personal, se ven enfrentadas a los centenares de filmes y de videos que inundan las horas de la cotidianidad. Han surgido en la modernidad la fotografía, el diseño digital y la filmación, esos dispositivos auxiliares de nuestra memoria personal y colectiva, esas máquinas creativas que fortalecieron el papel que ya desempeñaban, si bien con mayores limitaciones, las artes y las musas. Las películas, que involucran todas las artes, aparentemente son instancias pasajeras del paso del tiempo, pero en realidad se han convertido en grandes realidades cotidianas personales y sociales ¿Disminuyen o complementan nuestras habilidades contemplativas? ¿Perdemos o ganamos memoria, proyecciones e imaginación? En ello interviene, me parece, nuestra capacidad creativa, nuestra libertad, nuestro compromiso por el diario vivir a plenitud en busca de un mundo mejor y más coherente, sensible, inteligente, estético y humano.

Back to the FutureCreo que la preciosa saga de ciencia ficción Regreso al futuro (Robert Zemeckis, director; Steven Spielberg, productor y Bob Gale, guionista), con sus tres extraordinarias películas, se adentra en todas estas divagaciones y contemplaciones y por ello ha resonado tan bien con los amantes de cine en todos estos años. Apareció la primera en julio de 1985, convirtiéndose decididamente en un gran éxito dentro del género que explora los viajes por el tiempo.  Nos quedan los nombres de sus personajes principales y los actores que los representan en las tres cintas: Michael J. Fox, el joven protagonista del papel de Marty McFly y el del científico de mirada algo loca y desbordada, Doc Emmett Brown, caracterizado por Christopher Lloyd. Estos dos son los viajeros que van moldeando sus vidas y sus tiempos a través de sus imposibles jornadas en automovilísticas o ferroviarias máquinas del tiempo. La sensacional Lea Thompson, que ajusta sus miradas, sus poses y sus apariencias, es Lorraine Baines, la madre de Marty. Thomas F. Wilson, interpreta al antagonista Biff Tannen, que se transforma metamórficamente en su papel de malvada némesis de la familia McFly.  Me detengo en los cuatro protagonistas porque quiero resaltar cuatro aspectos de mi discusión del inicio sobre las contemplaciones imaginarias del paso del tiempo y la vida personal.

Somos los protagonistas principales y en ese rol mantenemos una sensación de ser jóvenes actores, capaces de movernos por los universos y multiversos del tiempo sin perder la frescura, la inocencia, los sueños. De alguna forma recorremos épocas del pasado y de la niñez, encantados con alguna mujer, alguna tía, abuela, o prima, o con nuestras jóvenes madres, a quienes admiramos con atrevida timidez, no siempre seguros de lo que hacíamos y decíamos; en esas contemplaciones, quizás los hombres mayores, igualmente tíos o abuelos, o nuestro padre, aunque de estatura grande y buenas personas, no parecían dar la talla a las mujeres, algo frustradas con los hombres, pero siempre presentes, persistentes y atentas. Entonces pensamos que, de alguna manera, en esas épocas sabíamos muchas cosas, como las que hoy sabemos, pero que eran probablemente inexpresables, pues en nuestra intimidad éramos conscientes de que cada quien es libre y que cada quien está destinado a construir su propia vida.

Michael J. Fox y Christopher Lloyd

Pero igualmente podemos viajar al futuro y ello nos lleva a contemplar el poder de la decisión y de las declaraciones que todo lo pueden construir. Nos podemos sentir, entonces, como jóvenes y potentes creadores y exploramos nuestros dominios y limitaciones. Quizás en estas elucubraciones, descubramos con mayor profundidad al otro, a los otros que nos rodean. Y nos movemos entre los opuestos. Por un lado, los amigos fieles y desafiantes, quizás algo distraídos, o bastante centrados, quizás hábiles con las manos o alternativamente con las ideas y las propuestas. Son personas con las cuales podemos emprender proyectos, actividades para interpretar adecuadamente el pasado y para diseñar el futuro, y definitivamente, para dar mayor sentido al presente. Experimentamos entonces la excitación del proyecto de vida, del sueño, de la idea innovadora, con renovada juventud.

Alternativamente, sabemos que estamos rodeados por la arbitrariedad y la mediocridad, aspectos asfixiantes y limitantes, que se reflejan en personas y en acontecimientos. Entonces nos imaginamos que siempre habrá salidas, recordando cómo salimos de encrucijadas en el pasado y escuchando parábolas, leyendo novelas, cuentos e historias de vida o viendo películas o videos. Experimentamos así, quizás, el viaje hacia la causa probable de nuestra incomodidad y nos damos cuenta de que siempre es posible disolver la realidad limitante y crear una nueva, excitante y desbordada de vida y de posibilidades. Eso lo hacemos como jóvenes protagonistas de la contemplación imaginativa del viaje por los tiempos de nuestras vidas.

Volver al futuro

Y siempre podemos volver a nuestro entorno, sabiendo que estamos bien rodeados, en la medida en que definamos con sabiduría a los que nos rodean y a nuestras circunstancias y que disponemos de nuestra máquina del tiempo contemplativa e imaginativa, para pulir nuestras definiciones.

Ahora volvamos a la realidad del cine, a Regreso al futuro, a esas cintas que se pueden ver una y otra vez, para darnos cuenta de las maravillas de la creatividad desbordada e ilimitada que nos permite diseñar constructivamente nuestros tiempos. Nos quedan las tres cintas como testimonio de tiempos idealistas en los cuales un joven soñador podría hacer amistad con un curioso maestro mentor, para transformarse mutuamente y para moldear sus tiempos y sus vivencias. Ahora que las realidades virtuales y los multiversos invaden nuestros espacios, creo que tales referencias serán siempre valiosas.

 

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