Críticas

Padres

Cromosoma 3

The Brood. David Cronenberg. Canadá, 1979.

Objeto mítico, casi inalcanzable, decididamente transcendental en su fuerza elemental de concepto inmortal, el amor de los padres por los hijos se nutre de las mismas componentes del amor de los hijos por los padres, creando una estructura de carácter psicológico y biológico que pone de manifiesto el significado de querer proteger así como de querer ser protegidos. Quizás todo esto se base en la voluntad de recibir y producir amor, aquel tipo de sentimiento que, en estos casos, demuestra la necesidad de tener un contacto real entre personas, produciendo una larga revolución temporal con el cambio que transcurre en las diferentes fases de nuestra vida, desde el elemento de inocente inocuidad de los niños hasta el cargo de ayuda a los ancianos cuando ya seamos adultos. Sin embargo, la presencia de elementos desestabilizadores en el crecimiento psíquico de una persona puede normalmente llevar a que se inserten en el subconsciente una serie de elementos negativos que ponen en peligro el bienestar de la persona. La familia, en otras palabras, logra ser el principio de buenos como de malos comportamientos adultos; nada nuevo, quizás, un truismo al que estamos bastante bien acostumbrados.

Esta necesidad de entablar un discurso sobre la conexión psicológica que se instaura en el camino que nos lleva de los primeros meses hasta los años más maduros es la que está en la base del discurso de body horror que establece Cronenberg con esta película. La definición de estabilidad psicológica, entonces, nos llevaría a analizar aquellos elementos de desfase y desequilibrio que, de por sí, causan los malestares típicos de una familia que está a punto de derrumbarse en su estructura nuclear. Esta estabilidad sería, en el conjunto estructural del filme, el punto de referencia con el cual logramos acercarnos a la falta de normalidad (cualquier cosa que esta palabra signifique), subrayando así el aspecto de irregularidad típico de los pacientes que tienen enfermedades psicológicas; el ojo que nos guía por los senderos oscuros de la psique, en otras palabras, es el de un protagonista que se encuentra en una situación de normalidad psicológica, lo cual implica que su acercamiento a los problemas de la mente y de las emociones parte de una consideración de estabilidad mental.

El intento de Cronenberg, entonces, no es el de simplemente mostrar el juego de horror biológico que se encuentra en la propuesta visual de los mecanismos típicos de las enfermedades mentales, propuesta que aquí lleva a cabo una función obviamente metafórica. Las sensaciones que se nos ocurren en la experiencia fílmica son las típicas del transfer que tiene lugar en la identificación entre nosotros y el protagonista principal : nuestro avatar, por su condición de normalidad psicológica (elemento este subrayado por el juego de horror corporal que se aleja de las experiencias reales de nuestro entorno), nos empuja hacia un análisis del mundo en el que se encuentra capaz de hacernos vivir aquellas imágenes no tanto en su función narrativa, sino en el conjunto de hipertextualidad metafórica. Nosotros somos, efectivamente, espectadores inocentes que comparten la locura en la que está sumergido un protagonista víctima de una situación en la que se sitúa como elemento exterior y, al mismo tiempo, ingrediente fundamental del bienestar/malestar psicológico del otro componente de la familia.

The Brood es, en definitiva, un análisis de los juegos que se mezclan en los diferentes roles que asumimos en el conjunto del concepto de familia. Padres, parejas, hijos, abuelos, todo esto se une en una definición de nosotros mismos que quiebra la unidad teórica que es posible alcanzar cuando nuestro estado mental es tal que nos ayuda a hacer frente a los diferentes aspectos del que nos disfrazamos. Es, la película, un estudio sobre el significado de ser padres y de hasta qué punto estamos dispuestos a llegar para defender y salvar a nuestros mismos hijos. Ejemplo perfecto de la metamorfosis psicológica típica de las enfermedades mentales, lo que se nos presenta, bajo el traje de un cuento de horror biológico, es así la representación del dilema de las relaciones tóxicas y de la necesidad de matar al malo, sea él (o ella) quien sea, para que la vida prosiga. Sin embargo, la propagación del mal, psicológicamente biológico, se transmuta fácilmente en elementos transmisibles; ¿es que es posible escapar a nuestro mismo legado natural?

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Ficha técnica:

Cromosoma 3 (The Brood),  Canadá, 1979.

Dirección: David Cronenberg
Duración: 92 minutos
Guion: David Cronenberg
Producción: Claude Heroux
Fotografía: Mark Irwin
Música: Howard Shore
Reparto: Oliver Reed, Samantha Eggar, Art Hindle, Nuala Fitzgerald, Henry Beckman, Susan Hogan, Cindy Hinds

Una respuesta a «Cromosoma 3»

  1. Vale, las metáforas muy majas y el análisis subconsciente de psiquiatria del Lidl bien, otra cosa es la comprensión hacia quién lo lee.
    No voy a entrar en el concepto inicial de «amor» que ya inválida el desarrollo en torno a ese cochecito concepto materno filial.
    Está bien querer sacar el fondo, sus metáforas, d’interpretació es etc, pero explicar la trama debería ser (al menos) la premisa antes de ir a lo duro.
    Más que nada, porque sin la saber la trama, cualquier posterior explicación seguramente será errada y una perdida de tiempo. Como aquí lo ha sido, un despropósito sofista y errado, tanto en lo concerniente a la explicación sobre temas patológicos como a los filósofos, careciendo de ultilidad.
    Y nos quedamos sin saber la trama. Que es lo básico

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