Críticas

El futuro que Luis López Carrasco nunca imaginó

El futuro

Luis López Carrasco. España, 2013.

Cartel de la película El futuroLas reglas cinematográficas generalmente aceptadas para cualquier especialidad en el cine (ya sea montaje, guion, música, sonido, fotografía, dirección, etc.) están hechas para descomponerse y volver a ser construidas de nuevo. Esto, ni más ni menos, es lo que vendría a significar el término deconstrucción. Así, Luis López Carrasco, como si de un juguete se tratara, se ha encargado de desmontar gran parte de las reglas que rigen estas especialidades con su película El Futuro y de volver a construirlas, a su manera. Pero no sólo eso. Además, también ha desmontado una época, la de los años 80 y con ella todos los años posteriores, partiendo de un momento muy preciso, un momento que curiosamente también es un hito generalmente aceptado como el inicio de lo que sería una nueva etapa próspera y llena de expectativas, la de la victoria socialista de 1982 en España.

El Futuro es una película experimental, a caballo entre el documental y el cine de ficción, en la que tras un primer visionado cuesta entrar e identificar sus reglas. Fue rodada en 16 mm y cuenta con una difusión también peculiar, dada su condición. No obstante, ya ha participado en festivales de primera talla como Locarno, Rotterdam y Bafici, en el cual ha conseguido una mención especial del Jurado.

Se encuentra llena de referencias poco habituales cuando se representan estos años en la gran pantalla y con las que no es habitual identificar la época en la que se enmarca. Es el caso, por ejemplo, de la banda sonora utilizada, plagada de canciones propias de aquellos años, sin que para nada sea la banda sonora habitual con la que siempre nos hemos acostumbrado a reconocer esta época, es decir, no es, como decíamos anteriormente, lo generalmente aceptado. Escuchamos así Nuclear sí, por supuesto, de Aviador Dro; Héroes, de Parálisis Permanente, o Voces en la jungla, de Monaguillosh.

Fotograma de El futuroEl film arranca sobre negro y, mediante el uso de la voz en off de Felipe González, asistimos al discurso que, ya como presidente del gobierno, ofreció tras la victoria del Partido Socialista en las elecciones generales de 1982. A partir de ahí, cuando todo era ilusión, grandes esperanzas y expectativas, la película se centra en una fiesta (que simboliza ese estado), a la que asisten chicos jóvenes que se divierten en una casa cualquiera y en la que no faltan drogas, alcohol, risas, chistes, música y conversaciones variopintas.

Así, la puesta en escena se caracteriza por el look ochentero del vestuario de sus personajes, de sus peinados e, incluso, de las gafas que algún personaje lleva puestas. La decoración es escasa, con algún espejo y mobiliario viejo. Y hay un predominio de planos medios o primeros planos con encuadres del rostro de una persona, por delante de la cual se cruzan otras o alguien, incluso, la tapa durante un momento. Todo ello, unido a la textura que se ha dado a la imagen (se llegó a pensar en rodar con una cámara de video) dota al film de un realismo que sitúa a la película casi en el género del documental.

López Carrasco dejó improvisar durante uno de los días de rodaje a sus actores, obteniendo una mayor frescura en las interpretaciones, se colocó con su teleobjetivo en diferentes rincones de la casa para registrar de esta forma con su cámara todas las acciones que vemos en la misma. Precisamente, los descartes de la película llegaron de aquellas escenas en las que más indicaciones dio su director.

Aunque el uso que se hace de los diálogos es el estrictamente necesario, es decir, no abundan, las conversaciones que se representan en muchas ocasiones son banales, sin ningún tipo de trascendencia, sobre las que López Carrasco superpone, en ocasiones, la música que suena, mientras cuesta distinguir aquello de lo que se habla.

Otra seña de identidad que define el lenguaje cinematográfico que López Carrasco ha decido utilizar son los cortes abruptos en la transición entre determinadas escenas, realizados durante el montaje, que suelen venir acompañados de un sonido característico.

El futuro, críticaLa película carece de una estructura narrativa convencional, y es que el juego en realidad consiste en registrar con la cámara la fiesta, desde su comienzo hasta el fin de la misma. La propuesta radica en valorar la evolución que ha habido desde entonces. Y es precisamente ahí, cuando llega el final de esa fiesta, el momento en que empieza la introspección de cada uno, ese viaje al futuro (nuestro presente actual) que propone su director, para hacer balance acerca de qué ha cambiado desde entonces, si hemos mejorado, si seguimos igual o si hemos empeorado.

Al asistir al final de la fiesta, cuando la realidad se vuelve a levantar ante nosotros, impasible, sin ese paño de ilusión y esperanza por el que había estado cubierta hasta el momento, El Futuro, de repente, resurge de las cenizas en que se ha convertido todo y se revela como una película necesaria, como un hábil reemplazo del discurso mantenido hasta entonces, dejando abierto un camino a la reflexión, para nada complaciente, y desmontando, con la fuerza de este planteamiento renovador y crítico, los últimos 30 años de democracia que se prometían felices y prósperos en su inicio, pero que finalmente parecen haberse quedado en algo menos de lo que se esperaba.

Tráiler:

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Ficha técnica:

El futuro ,  España, 2013.

Dirección: Luis López Carrasco
Guion: Brays Efe, Luis López Carrasco, Luis E. Parés
Fotografía: Ion De Sosa
Reparto: Lucía Alonso, Rafael Ayuso, Queta Herrero, Marta Bassols, Marina Blanco, Manuel Calvo, Sara Campos, Juan Ceacero, Borja Domínguez, Brays Efe, Susana Ford, Luis E. Parés

2 respuestas a «El futuro»

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