Críticas

Emails en tiempos de guerra

Una botella en el mar de Gaza

Une bouteille à la mer. Thierry Binisti. Francia, Canadá, Israel, 2011.

Una botella en el mar de Gaza - CartelThierry Binisti, curtido en el género de los telefilms, nos ofrece una adaptación de la novela Quand j’étais soldate, de Valérie Zenatti, quien coescribe el guión con el director.

Una joven francesa (Agathe Bonitzer), afincada con su familia en Jerusalén, lanza un mensaje en una botella en el que se pregunta acerca del sinsentido de la guerra. Un joven palestino, Naïm (Mahmud Shalaby), recibirá esta botella en el mar de Gaza. El conflicto judeo-palestino se nos presenta en esta coproducción francesa, israelí y canadiense, a través de la correspondencia entre ambos jóvenes.

En un mundo lleno de desesperanza, de guerra y caos, ambos adolescentes añaden, a las inquietudes propias de su edad, las preguntas que les genera un conflicto que les ha venido impuesto y que les condena a odiarse. Viviremos sus consecuencias a través de los pensamientos de estos dos jóvenes, que viviendo apenas a setenta y siete kilómetros de distancia, habitan mundos absolutamente opuestos.

La escena preliminar nos sitúa en el devastador mundo del enfrentamiento entre los dos pueblos. A pesar que el discurso de la película no es demasiado político, sí trata de manera superficial algunos de sus puntos clave a través de diálogos entre los diferentes personajes. Vosotros tenéis un Estado…

El film no profundiza en las raíces del conflicto ni muestra al completo la visión desde el punto de vista israelí, puesto que éste viene representado por la familia de Tal, franceses afincados en el país. Sí veremos un pueblo palestino con miedo a los bombardeos y con militares interrogando a la población a la mínima sospecha de que se contacta con el enemigo.

Las noticias más trascendentales las recibiremos a través de los televisores que tanto en casa de Tal como de Naïm estarán encendidos constantemente y en ellos se nos mostrará el ascenso al poder de Hamás, el aniversario de la muerte de Itzjak Rabin y los ataques sufridos en ambos territorios.

El miedo está presente en ambos bandos: los temores de Tal en el autobús, donde todos les resultan sospechosos o un bombardeo en un mercado de Gaza que provoca que Naïm se sienta tentado a romper su relación con Tal.

El diseño artístico de la película nos mostrará cómo la modernidad de la población de Israel choca con el primitivismo de una sociedad palestina que ve racionada su comida y espera en la frontera recibir alimentos.

Ambos bandos se permiten trivializar acerca del conflicto en los momentos de relajación con sus compañeros y familiares. Esto quedará representado en un chiste que escucharemos desde dos perspectivas bien distintas. Es en este momento cuando se hace mención a la ONU, a través de un irónico comentario de Naïm, que resulta ser una crítica de la autora a las resoluciones de esta organización. Otras críticas vendrán igualmente de los palestinos que se quejan de las condiciones en las que viven y de la ausencia, tanto de carreteras como de un Estado propio.

La relación epistolar entre ambos jóvenes provocará, de manera recíproca, una curiosidad y una necesidad de comprender un conflicto que los envuelve y que los ha sentenciado a un odio mutuo a través de los años, intentando obtener  respuestas. Haciendo un gran esfuerzo por no juzgar a su compañero de mail por el territorio desde el que escribe y no etiquetarlo de enemigo, ambos se convierten en un apoyo que da soporte moral y esperanza a sus vidas.

Ah, eres francesa. A ver si no vas a ser tan mala.

Mahmoud Shalaby, recibió un premio por su interpretación de Naïm en el Festival de La Réunion 2011.

Su personaje sufre una evolución gracias al choque dialéctico con Tal. En un primer momento veremos su pasividad, conformismo y su aspecto relajado cuando está con sus amigos. El entorno hostil en el que vive, le volverá más agresivo y la apatía que lo consumía (su madre le transmite su preocupación por su conformismo en un trabajo sin futuro) se va desvaneciendo poco a poco, gracias a las pocas líneas sinceras que recibe de Tal. Esto le llevará al centro de estudios francés para aprender este idioma: Estoy aprendiendo el condicional, es un tiempo verbal que le pega al palestino.

En la película aparecen jóvenes de todo tipo: aquellos que viven sin ningún miedo y parecen ajenos a cualquier problema, otros que pretenden librarse del servicio militar y, finalmente, otros, como el hermano de Tal, que lo está realizando en Israel.

La familia de Tal está plenamente adaptada a las costumbres de su país de acogida y los veremos celebrando las fiestas religiosas, mientras que Naïm se queja en su carta de que allí no hay ni pubs ni discotecas de las que habla Tal, que le impidan irse a dormir como cada noche sin tener nada que hacer.

La familia palestina que se nos muestra es aquella que tiene que acoger la madre de Naïm en su casa ante el peligro inminente de los bombardeos israelíes, aquel tío que da trabajo a Naïm, su primo que lo acompaña todos los días, aquella familia que pondrá en la boca de Naïm, por primera vez en el film, la palabra refugiados.

La emotiva partitura de Benoît Charest acompaña el emocionante final, convirtiéndolo en el momento más romántico y conmovedor del film, que no se permite caer en la cursilería sino que ofrece un desenlace consecuente con el conflicto histórico en el que ambos están inmersos.

La película parte de una idea muy vista en films anteriores y revisa nuevamente el clásico de Romeo y Julieta, mezclando el contexto histórico con la visión del mismo a través de dos adolescentes que intentan dar respuesta a un grito de socorro, una llamada de ayuda que viene del enemigo.

Se aleja de la típica historia de amor, para ofrecernos un relato de una amistad que nace del odio, del desconocimiento y de la curiosidad, con unas expectativas que crecen ante la desesperación del mundo que les ha tocado vivir, para acabar convirtiéndose en el motor que les impulsa a cambiar su destino. Un amor en tiempos de guerra, de locura, de caos y todo por una simple botella lanzada, no a un mar cualquiera, sino al de Gaza.

Trailer:

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Ficha técnica:

Una botella en el mar de Gaza (Une bouteille à la mer),  Francia, Canadá, Israel, 2011.

Dirección: Thierry Binisti
Guion: Thierry Binisti, Valérie Zenatti
Producción: Canal+, Procirep, Angoa-Agicoa, TS Productions, Sofica Europacorp, Centre National de la Cinématographie (CNC), Israel Film Fund, France 3 Cinéma, Société de Développement des Entreprises Culturelles (SODEC), Programme MEDIA de la Communauté Européenne, Lama Films, EMA Films
Fotografía: Laurent Brunet
Música: Benoît Charest
Reparto: Agathe Bonitzer, Mahmud Shalaby, Hiam Abbass, Riff Cohen, Abraham Belaga, Jean-Philippe Écoffey, Smadi Wolfman, Salim Dau, Loai Nofi, François Loriquet, Abdallah El Akal, Max Oleartchik

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