Críticas

La enfermedad del Siglo XXI

50 / 50

Jonathan Levine. EUA, 2011.

Poster de la película 50/50La tecnología y la ciencia han avanzado tanto que los niveles de mortalidad han disminuido considerablemente. Por supuesto esto ha generado conflictos en el mundo con respecto a la superpoblación, sin embargo, eso no exime a la gente de sentir deseos de abrazar la vida y luchar por permanecer en este planeta. El cáncer se ha convertido en una enfermedad que convive con las sociedades, está presente en todas las comunidades y juega con las emociones de familias enteras sin respetar clases sociales, agendas o edades.

En estos últimos años, el cine también se ha ocupado de retratar esta situación que agobia a la humanidad, proveyéndole distintas perspectivas sobre este fenómeno humano, ya sea para dar serenidad y esperanza o para mostrar el pesar y el dolor. Sea el tema que se expresa, el cáncer ya no es un concepto que únicamente se mencione, sino que se vive día a día y se proyecta en fotogramas.

Dentro de la gama de películas que han tocado el tema están cintas como: My life (Bruce Joel Rubin, 1993), The Bucket List (Rob Reiner, 2007) y Stepmom (Chris Columbus, 1998), que han mostrado adultos cuya vida se les va de las manos. Otras que tratan de amores incondicionales en los peores momentos como Griffin & Phoenix (Ed Stone, 2006), Sweet November (Pat O’Connor, 2001) o A Walk to remember (Adam Shankman, 2002), o la última película de Gus Van Sant Restless (2011)

Anna Kendrick y Joseph Gordon-LevittEl cáncer ya es tan común, que a veces no es el tema de la película, sino una circunstancia o una situación inicial, aunque no forzosamente el vértice sobre el que gira la historia. No obstante, en la mayoría de los casos implica una transformación de alguno de los personajes –o de todos ellos- por lo que funge como un catalizador de emociones y un vínculo ineludible.

50/50 está basada en un caso de la vida real, sobre un chico –Adam- al que a sus 27 años le diagnostican un raro caso de cáncer, y cuyas posibilidades de vida son 50/50. Así, tendrá que pasar por las etapas de aceptación, con la ayuda de su amigo Kyle (Seth Rogen) y su familia, mientras es tratado por una terapeuta sin experiencia.

Entre la incertidumbre de la vida y la muerte, la película de Levine habla sobre lo desconocido. Todos los personajes viven un terreno inexplorado: lidiar con un amigo con una enfermedad terminal, una madre que no sabe cómo reaccionar, una novia que realmente no conoce a su pareja, una psicóloga que nunca había trabajado con un paciente tan enfermo, un joven que no esperaba pensar en la muerte tan pronto; incluso hay un padre que día a día vive con un Alzheimer que lo sorprende en lo más cotidiano.

El shock de la enfermedad y enfrentarse a diario con la muerte (tanto la propia como la de los demás) modifica la conducta y conduce a un replanteamiento de prioridades, donde cada detalle adquiere otro valor, la vida recupera su esencia y deja de ser un canal para convertirse en un objetivo. Adam deberá descubrir el sentido de su vida a lo largo de los noventa minutos de película, mientras sus seres queridos lidian con su situación.

Joseph Gordon-LevittLa familia se vuelve –en estos momentos- el apoyo más importante, y los lazos entre las personas se refuerzan. Los amigos se convierten en pilares y los defectos y las diferencias dejan de ser importantes, cuando lo primordial es la conexión y la importancia de los vínculos entre los seres humanos.

Seth Rogen tiene un papel fundamental en esta cinta por varios motivos: en primer lugar, porque sigue siendo el mismo personaje soez y burdo –que es en la mayoría de sus proyectos- pero adquiere un matiz mucho más empático y personal con el espectador, al demostrar que su cariño por Adam es sincero. Rogen no deja de ser Rogen, pero es un ser más humano que sufre y se alegra con los cambios de salud de su amigo. En segundo lugar, porque es productor de la cinta, aventurándose una vez más en este terreno, pero en esta ocasión lo hace con una historia muy personal e íntima, relacionada con su propia vida. El guionista (Will Reiser) es en realidad amigo del actor y fue quien padeció la enfermedad durante un largo tiempo. Así que Rogen se interpreta a sí mismo.

Gordon-Levitt sigue demostrando su histrionismo, que puede ir de la comedia romántica al drama, pasando –incluso- por las películas de acción (no hay que olvidar que también fue policía en The Dark Knight Rises, 2012). En 50/50 deja ver a un joven decidido a vivir, aún cuando no está seguro de cómo hacerlo, y pasa de la neutralidad a un ataque de nervios incontenible.

Seth Rogen Mientras se desarrollan las relaciones en la película, Reiser se ha encargado de matizar el mal sabor de boca con chistes y situaciones que sólo podrían tener sentido en el universo de dos amigos muy cercanos, y va llevando de la mano al espectador, desde el planteamiento de una vida común hasta la crisis, que se traduce en un nudo para quien observa la película.

En colores fríos, 50/50 inspira la indiferencia de los procesos clínicos a la hora de enfrentarse al cáncer, junto a la calidez del hogar que poco a poco va tomando un matiz más importante en la vida de Adam. Levine se ha preocupado por mostrar todo lo más natural posible, sin distracciones muy evidentes sobre la forma, para darle la atención a la historia en sí misma, que se auxilia de las emociones de los personajes.

La película permite un dejo de esperanza no sólo de vida, en el sentido estricto de recuperar la salud, sino sobre todo, en el más puro significado de abrazar la realidad y comenzar a sentir, día a día, el milagro de respirar, pese al miedo, los obstáculos y las contingencias.

 

Trailer:

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Ficha técnica:

50 / 50 ,  EUA, 2011.

Dirección: Jonathan Levine
Guion: Will Reiser
Producción: Even Goldberg, Ban Karlin, Seth Rogen
Fotografía: Terry Stacey
Música: Michael Giacchino
Reparto: Joseph Gordon-Levitt, Seth Rogen, Anna Kendrick

Una respuesta a «50 / 50»

  1. Excelente texto para un tema aún silenciado y rodeado de mitos y prejuicios («larga y penosa enfermedad», «enfermedad terminal», etcéteras). Hay vida después de un diagnóstico de cáncer (no es una «pena de muerte»). El tema de la representación en las artes y expresiones audiovisuales me interesa sobremanera, por varios motivos (personales y profesionales). Muchas gracias!!

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