Críticas

Los misterios femeninos

Hysteria

Tanya Wexler. Reino Unido, 2011.

Hysteria, posterEn el siglo XIX, especialmente en Inglaterra, ocurrieron muchas transformaciones en las costumbres sociales, en la ciencia, en la cultura. Este ambiente de cambio es una fuente temática de numerosas películas en las cuales la ciudad de Londres, con su naciente espíritu cosmopolita, con su mezcla de clases sociales, con el entorno picaresco y refinado a la vez, se presta como escenario que de por sí, agrega valor y da atractivo al espectador.

El cambio avanza impetuoso, casi imparable, penetrando y amenazando viejos paradigmas, pero la verdad es que, aún hoy, estos se niegan a desaparecer. Por eso todavía nos pone a pensar y nos inquieta cualquier exploración sobre las antiguas costumbres victorianas y sobre la liberación de la mujer de sus esclavitudes tradicionales. El tratamiento de asuntos tan aparentemente superados como la necesidad de la higiene para la salud o la importancia del cuidado de la niñez, para que las sociedades sean funcionales, todavía nos enfrentan con realidades palpables en muchos lugares del mundo, para las cuales no se ha llegado a una solución.

Dados los fundamentos de la electricidad, el espíritu de la invención y los desarrollos administrativos y sociales correspondientes, surge la  fabricación masiva de objetos. En el siglo XX el mundo ha visto el surgimiento de los aparatos eléctricos, mecánicos y electrónicos y los productos químicos de conveniencia como elementos que transforman la realidad social, generando nuevas interpretaciones y nuevos sistemas de creencias. En Hysteria se plantea uno de tales rompimientos de esquema social, a través de la irrupción de la tecnología. Es una película basada, en buena parte, en el hecho real de la invención de un dispositivo vibrador que permitiera el tratamiento tecnológico de la histeria, una misteriosa y caprichosa enfermedad que se relacionaba con un vasto conjunto de misterios femeninos: desfallecimientos, insomnio, retención de fluidos, pesadez abdominal, espasmos musculares, respiración entrecortada, irritabilidad, pérdida de apetito y hasta la tendencia convertirse en seres problemáticos. Las pacientes así diagnosticadas eran tratadas de diversas formas, por ejemplo mediante la estimulación manual de sus genitales por un doctor hasta llegar al orgasmo (conocido como paroxismo histérico). Con el invento del dispositivo vibrador se facilitó este tratamiento. Eventualmente, se convirtió en un aparato de la vida moderna, comercializado en todo el mundo, no tanto para tratar un desorden físico o mental, sino como elemento de recreación y estimulación sexual.

Fotograma de la película HysteriaMerced a los aportes de la modernidad, iniciados por Freud, la histeria perdió esos aires misteriosos que se remontan al origen mismo de su nombre, que proviene de la palabra griega para útero, hystera y a la antigua idea que suponía que el útero vagaba por el cuerpo de la mujer, causándole enfermedades cuando llegaba al pecho. Finalmente a mediados del siglo XX se la eliminó, como enfermedad, del lenguaje de la medicina.

Varios de estos asuntos hacen parte de Hysteria, lo cual le confiere un cierto aire didáctico y de voyerismo que atrae la curiosidad del espectador, siempre inquieto con el sorprendente mundo femenino. Naturalmente el tema se presta para ser tratado como comedia, dadas las muchas posibilidades de reacción, de situaciones histriónicas y divertidas que se pueden presentar en un consultorio, al cual acuden mujeres de todas las edades y aspectos a recibir el tratamiento liberador de parte de doctores de aspecto grave, sin experimentar sentimientos de vergüenza o culpa, por tratarse de una curación médica, en un ambiente muy victoriano, rico en sutiles fingimientos y verdades a medias.

Imagen de HysteriaPara darle una textura más interesante al asunto, la película presenta como protagonista a un joven doctor, ansioso de traer a la medicina los nuevos descubrimientos sobre la higiene y los gérmenes, que termina desarrollando, de forma inesperada, el dispositivo vibrador, y a experimentar con ello, un cambio personal igualmente inesperado, de la mano de una mujer que se anticipa también a la época con sus ideas de solidaridad e igualdad. Maggie Gyllenhaal es una actriz bella y divertida y Hugh Dancy sabe combinar actitudes de arrojo y cobardía con un cierto aire de inocencia, todo ello quizás algo forzado por la necesidad de buscar que las situaciones hicieran reír.

Hysteria, la películaLa película es entretenida, un claro divertimento, un momento de relajamiento en la agitada vida. También puede ser una ocasión para dramatizar y para preguntarse sobre los misterios femeninos y sobre las actitudes sociales, individuales y culturales a que se tienen que enfrentar las mujeres. En el ambiente de Hysteria, domina la situación divertida. Pero, ¿qué pasaría por las mentes y que experimentan, en verdad, los cuerpos femeninos, sometidos a exploraciones, a diagnósticos, a remedios que las penetran? La sociedad ha encontrado en dispositivos como el vibrador,  respuestas tecnológicas al alcance de todas las que quieran experimentar en forma libre, sin intervenciones externas. Pero todavía no se han resuelto adecuadamente las relaciones entre los dos sexos y de ello tratarán sin cesar las obras escénicas y las películas, a modo de catarsis, a modo de posibilidad, de sugerencia. Hysteria, quizás con modestia, probablemente sin que sea reconocida por ello, es una de estas exploraciones y pienso que no carece de gracia y de sentido lo que nos presenta: detrás de la tecnología y de la modernidad, todavía aguardan, para ser atendidas, las necesidades y  la extensas potencialidades humanas, especialmente las femeninas.  De la calidad de esta atención va a depender que se curen las histerias sociales de hombres y mujeres.

Ref.: Rachel P. Maines (1999) The Technology of Orgasm: «Hysteria,» the Vibrator, and Women’s Sexual Satisfaction, Baltimore: The Johns Hopkins University Press

Trailer

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Ficha técnica:

Hysteria ,  Reino Unido, 2011.

Dirección: Tanya Wexler
Guion: Jonah Lisa Dyer, Stephen Dyer, Howard Gensler
Producción: Tracey Becker, Judy Cairo, Sarah Curtis
Fotografía: Sean Bobbitt
Música: Gast Waltzing, Christian Henson
Reparto: Maggie Gyllenhaal, Hugh Dancy, Felicity Jones, Jonathan Pryce, Rupert Everett, Ashley Jensen, Sheridan Smith, Gemma Jones

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