Guiones 

The Proust Screenplay

Elemento imprescindible de la historia de la literatura (o, ¿no sería mejor escribir Literatura?), la obra de Proust supera los límites de la temporalidad de los objetos culturales y se pone en una relación de inmortalidad con el conjunto artístico del género humano. Habría que preguntarse, efectivamente, hasta qué punto nos lleva la lectura de lo que es parte de la épica moderna, por lo menos en función de su valor en nuestra sociedad (una pregunta, me doy cuenta, que poco sentido tiene, ya que, honestamente, muy pocas son las personas que han oído hablar – leer sería más difícil – del escritor francés y de su madeleine). Resulta así interesante ver cómo otro gran artista, aquel Pinter escritor –principalmente– de obras teatrales, intentó llevar la búsqueda francesa a la gran pantalla a través de un guion de poco menos de doscientas páginas. Absurdo, para los con un paladar literario refinado, pensar que tal trabajo monumental podría encontrar su solución.

Sin embargo, la solución está, y su resultado no puede ser sino positivo (nada menos podríamos esperar del autor de The Caretaker). La obra de Proust, leída, analizada, hecha pedazos y después reunida bajo una forma diferente (pero fiel), se transforma en un primer paso hacia el proceso de cambio de medium del papel para la lectura al papel para las imágenes. Se definen, así, los bordes de lo que hubiera sido una demostración de que, efectivamente, el lienzo de la cámara óptica puede funcionar en los límites no solo de los recursos sino, más justamente, de la duración total. ¿Cómo reducir, de hecho, centenares de páginas en tres horas (minuto más, minuto menos)? El juego no está, entonces, en seguir fielmente cada paso, sino en lograr aquel tipo de destilación con el cual moverse hacia la gama de los flujos internos o, en palabras más simples, hacia la voluntad de capturar los elementos más importantes y así darle al público una obra que no traiciona el espíritu original.

El concepto de tiempo en cuanto memoria biológica se desarrolla entonces a través del uso de la yuxtaposición de las imágenes, así como del sonido. Estamos, para que la sensación de vértigo funcione, ante unos estratos narrativos dobles, en los que los flashbacks y los flashforwards permiten tener una visión temporal clara que es el resultado de nuestro intento de recomponer las piezas que se mueven como partes de un mosaico en el desarrollo del cuento. El acto de descifrar las imágenes se multiplica, así, en el acto de descifrar las situaciones que se nos presentan, intentando darles un valor en el conjunto global del mensaje (narrativo y no solo) de la obra, al mismo tiempo que se nos pide relacionarnos con el proceso de rememoración del protagonista, un personaje que, en su vertiente de eje principal, nos pide que sigamos sus procesos (de vida, hacia el futuro y hacia el pasado, sin olvidar la imposibilidad del presente) para que, llegados al final, podamos decir, con él, que todo ahora puede empezar.

Nota : para esta crítica se ha usado la edición The Proust Screenplay, publicada por Grove Press, 2000. (link)

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Una respuesta a «The Proust Screenplay»

  1. Relaciono este artículo con el constante comentario de la imposibilidad de reproducir la novela de García marquez ( 100 años de soledad) en la pantalla grande. Creo que algo se hizo al respecto , pero ya estaba yo predispuesto a no verla por estar seguro de no creer poder adecuarla y dejarnos igual de impresionados que la nobel novela.

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