Críticas

Manifestación poética del mundo cotidiano

Laurence Anyways

Xavier Dolan. Canadá / Francia, 2012.

Cartel de la película Laurence Anyways

La búsqueda de identidad, el aislamiento definitivo para encontrase a sí mismo, es una travesía infinita donde se han sumido innumerables cineastas, algunos de forma exitosa y otros doblando demasiadas veces una figura bidimensional. Con Laurence Anyways (2012), mejor película canadiense en el Festival de Toronto (2012), nominada al Cesar como mejor película extranjera (2013), y selección oficial de Una Cierta Mirada en la 65va. edición del Festival de Cannes, Xavier Dolan reinventa el trasfondo emotivo de sus historias, dejando atrás los vanidosos excesos de Yo maté a mi madre (J’ai tué ma mère, 2009), su primera propuesta cinematográfica, y desplegando un estilo visual de marcados matices, como demostró en Los amores imaginarios (Les Amours imaginaires, 2010). Además, se perfila como la figura más influyente del actual New Queer Cinema, movimiento que pretende reflejar la cultura homosexual sin imágenes edulcoradas ni uso de panfletos que juzguen moralmente a sus personajes.

Ambientada en la década de los noventa, la historia se centra en Laurence Alia (Melvil Poupaud) y Fred Belair (Suzanne Clement). Laurence es profesor de secundaria y escritor; Fred trabaja en la industria cinematográfica. Son amantes, amigos y confidentes. Sin embargo, todo está destinado a cambiar cuando Laurence le revela a su compañera, siendo lo más honesto y delicado posible, que desea cambiar de sexo. El impacto de esta decisión es palpable en Fred. ¿La relación llega a su fin? ¿Debe ella aceptar este cambio? ¿Acaso importa? Ambas fuerzas no tardan en chocar, lo que es comienzo de una intensa historia de amor que atraviesa más de diez años.

Fotograma de Laurence Anyways

Muchos podrían argumentar que el tema es el desequilibrio en la vida de un hombre socialmente marginado por ser transexual. La lectura es válida, sin duda; no obstante, el manejo del color, música, y composición ahondan en un lenguaje que da pie a otras interpretaciones. El formato, por ejemplo, es de 1.33:1 en vez del estándar 1.85:1, y se apuesta por una imagen íntima, con recurrentes primeros planos y planos medios. Con esto, el filme intenta poner al espectador en el lugar de un voyeur, absorto en las expresiones faciales de los personajes. Optar por este formato, acompañado de una continua composición centrada que deja poco espacio para elementos foráneos, es una decisión estética que podría reflejar una de las premisas del director: la sociedad y su rechazo es apenas un contexto, una visión “panorámica” de un conflicto personal. No es lo más importante aquí.

Laurence Anyways cristaliza el viaje interno de dos personas que intentan amarse. La evolución espiritual de los protagonistas se desenvuelve como si se tratase de una road movie, llena de personajes variopintos. Laurence y Fred atraviesan por el desafío de ser ellos mismos, resistiendo las pruebas que eso conlleva y la transexualidad es una metáfora de ello. ¿Cómo preservar la relación cuando ambos cambian constantemente? Laurence desciende en sí mismo, perdido en sus pensamientos e inmerso en una vida agridulce que no le pertenece por completo; está ausente de su realidad, dudoso de avanzar y convertirse finalmente en él.

Dolan (que también edita, escribe y diseña el vestuario de sus filmes) demuestra su capacidad para trabajar con diferentes capas de entendimiento, consolidando un estilo basado en la ambigüedad y la unión entre realidad-ficción, similar a la propuesta de Gus Van Sant en Mi Idaho privado (My Own Private Idaho, 1991), una de las declaradas influencias cinematográficas del joven director. En esta última, la fantasía transgrede la realidad sin ninguna clase de enunciación, y lo mismo sucede en Laurence Anyways, que abraza una estética postmoderna, donde las reglas se establecen desde el comienzo. Cuando Laurence y Fred fuman dentro de su auto a los pocos minutos del metraje, mantienen una conversación en la cual exploran los significados de cada color, agregando algunos a la “lista de cosas que minimizan nuestro placer”. El guiño está ahí, las pistas para avanzar a través del particular universo personal del director. En diversas escenas, los colores de las paredes, vestuarios y objetos serán cruciales para entender la simbología y el carácter connotativo de los mismos.

Imagen de la película Laurence Anyways

Más tarde sucede algo similar cuando, en una fiesta íntima llena de sonrisas y voces, Laurence sopla las velas del pastel para celebrar su cumpleaños. Le vemos a través de una copa con agua, metafórica: su verdadero ser, sumergido, sin ser capaz de salir a la superficie. Necesita el apoyo de Fred, pero también sabe que inevitablemente la está lastimando. ¿Es el amor entonces un juego de dependencia? Si bien, temas como la identificación personal, la soledad, y el amor no correspondido son recurrentes en su filmografía, la perspectiva acá es fresca y agradable. A veces molestan algunas discusiones innecesarias con demasiado hincapié en lo teatral, muy a la Revolutionary Road (2008) de Sam Mendes, pero también es algo característico de su estilo.

El guion adquiere desde el principio una consistencia narrativa que entretiene a pesar de las casi tres horas de duración, y aunque podría ser unos diez minutos más corto, el ritmo no se vuelve tedioso. La cámara cobra vida y, al igual que Laurence y Fred, evoluciona y cambia constantemente. Dolan sabe cuándo aferrarse a lo vanguardista o cuándo arriesgarse a ser experimental, y abarca con gusto influencias de cineastas como Jean-Luc Godard y François Truffaut, ídolos de su adolescencia, cuyas contribuciones en la Nueva Ola francesa se consideran precursoras del cine postmoderno. No es raro que Laurence sea una versión adulta de Antoine Doinel en Los cuatrocientos golpes (Les Quatre cents coups, 1959, François Truffaut), luego de correr por la playa. Quiere ser libre, pero… ¿Qué hay después de todo ello? ¿Valdrá la pena?

Nostálgica e introspectiva, Laurence Anyways es el trabajo más pulido de su joven director, que a través de una corta pero prolífica filmografía, construye un estilo que pretende ser la manifestación poética del mundo cotidiano.

Tráiler:

Comparte este contenido:

Ficha técnica:

Laurence Anyways ,  Canadá / Francia, 2012.

Dirección: Xavier Dolan
Guion: Xavier Dolan
Producción: Charles Gillibert, Nathanaël Karmitz, Lyse Lafontaine
Fotografía: Yves Belanger, Shayne Laverdière, Clara Palardy
Música: Noia
Reparto: Melvil Poupaud, Suzanne Clement, Nathalie Baye, Monia Chokri, Susie Almgren, Yves Jacques, Sophie Faucher, Magalie Lepine-Blondeau, David Savard, Catherine Begin, Emmanuel Schwartz, Jacques Lavallee, Perette Souplex, Patricia Tulasne

4 respuestas a «Laurence Anyways»

  1. Hola,
    he visto la película recientemente y necesitaba leer un poco más sobre ella. Me ha encantado tu crítica. Sobre todo la asimilación con Antoine Doinel. Un abrazo

  2. Recién la veo. No me había dado cuenta que tenía ya varios años. Quedé encantado con la película y la crítica. No pude saber si embargo, si la dedicatoria final tiene alguna relación con los personajes de la película.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.