Críticas

Vida no hay más que una

Educación siberiana

Educazione siberiana. Gabriele Salvatores. Italia, 2013.

Cartel de la película Educación siberianaVida no hay más que una. Disquisiciones religiosas y filosóficas aparte, esta es la que tenemos y el juego empieza mucho antes de atisbar que no somos meros observadores, sino participantes de pleno derecho. Impresiona solo decirlo.

Gracias a nuestra posición o porque los humanos somos como somos no dudamos en comparar nuestra vida con la de los demás y el resultado suele ser, la mayoría de las veces, negativo. Lo que no tenemos es siempre lo más querido y no solo me refiero a lo material. Para solucionar este entuerto siempre recurro a un filósofo de taberna que ante este complejo tema siempre afirma fría y descarnadamente: «La vida es como los culos, cada cual tiene el suyo».

Nicolai Lilin, autor del libro homónimo en el que se basa Educación Siberiana, también tiene su vida, la suya. Ni más ni menos importante, aunque sí con unos condicionantes que nada tienen que ver con el occidental medio. De ahí su atractivo.

La película de Gabriele Salvatores asume el reto de condensar la infancia y juventud de Lilin, miembro de un clan criminal siberiano desterrado a Transnistria (zona situada entre Moldavia y Ucrania). El espectador asistirá a la formación de su protagonista, impartida fundamentalmente por su abuelo (John Malcovich), lo acompañará en sus hurtos y presenciará la caída de la Unión Soviética y las consecuencias que de ella se derivan para esta comunidad y sus componentes. Como inciso, es bueno precisar que estos urcas (la etnia siberiana a la que pertenecen los personajes) no siguen las reglas habituales de cualquier grupo mafioso al que estamos acostumbrados gracias a los libros y sobre todo al cine. Ellos mismos se definen como «criminales honestos» y su código de conducta es estricto. Saben a quién deben robar, que el dinero es algo sucio, que la violencia no se ejerce gratuitamente o que la sencillez y humildad han de ser los rasgos principales de su vida.

Educación siberiana, fotogramaPara dar cuerpo a esta personal y compleja historia, la cinta se estructura a través de flashbacks que anudan el presente con el pasado del protagonista. La amistad, el amor y el proceso de maduración están tan vigentes como en cualquier película con los adolescentes como su centro temático. Aquí el contexto cambia, porque no es lo mismo criarse en la Gran Vía de Madrid que en Transnistria.

En el filme se dan muestras de una adecuada síntesis narrativa del libro original, ayudada por una bonita fotografía y salpicada de alguna sugerente fábula de la mano del abuelo Kuzia (Malkovich).

Pese a que Educación Siberiana sume once nominaciones a los premio Donatello, no se libra de las odiosas comparaciones. Al público fiel a las tramas criminales le será fácil recordar otro título italiano que años antes ya sorprendió en la gran pantalla. Gomorra, de Matteo Garrone, parece establecer vínculos con la cinta de Salvatores. Pero no hay que engañarse, solo parece. Ni estética ni narrativamente tienen nada que ver. Sí, es verdad que las dos tratan sobre mafias, familias y negocios ilícitos, pero hasta ahí nada más. Fuera de las pantallas, los autores de los libros en los que se basan cada una de las películas (Nicolai Lilin y Roberto Saviano) sí que tienen relación, aunque eso ya es algo que compete al mundo de la literatura.

John Malkovich en Educació siberianaComprendo que la adaptación de libros a películas debe ser una tarea compleja. Es verdad que la base está dada, pero el trasvase de formatos, lenguajes, formas narrativas y síntesis se antoja difícil y engorroso. Todo el mundo puede poner ejemplos de buenas y fieles adaptaciones y otras de las que mejor no hablar. Y, cómo no, también se puede dar el caso de que el producto cinematográfico sea mucho más atractivo que el novelesco.

Educación Siberiana funciona por sí misma como película y de una manera correcta, pese algún cliché necesario para construir la narración. Tal vez lo que falta sea una chispa de algo más, ese ‘no sé qué’ inexplicable que, cual poso, dejan algunas películas en el mismo momento de ser vistas. Traducido al castellano actual, tal vez lo que se haya dejado por el camino de la adaptación haya sido esa fuerza de realidad, de veracidad, que desborda y por momentos apabulla en el libro de Nicolai Lilin. Algo que, volviendo al caso de Gomorra, estaba presente en la cinta de Garrone. Un ejemplo para que no se me acuse de hablar de ambigüedades es el uso de la violencia, algo casi connatural a esa comunidad y que Salvatores toca de una manera muy vaga.

Educazione SiberianaPor si no había quedado claro, soy admirador de la novela de Lilin y, por extensión, de esas vidas poco convencionales que en ocasiones, afortunadamente, tienes el privilegio de conocer. La diferencia seduce, es indudable. La clave, intuyo, es dónde poner los límites de nuestro conocimiento, porque si son muy exigentes, las pérdidas pueden ser considerables. Si hay que pecar en este caso, mejor pasarse al otro extremo e intentar admirar todas y cada una de las vidas porque nunca sabes lo que atesoran. Algo así me dijo mi pensador de taberna favorito.

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Ficha técnica:

Educación siberiana (Educazione siberiana),  Italia, 2013.

Dirección: Gabriele Salvatores
Guion: Stefano Rulli, Sandro Petraglia, Gabriele Salvatores (Libro: Nicolai Lillin)
Fotografía: Italo Petriccione
Música: Mauro Pagani
Reparto: John Malkovich, Peter Stormare, Eleanor Tomlinson, Andrius Paulavicius, Giedrius Nagys, Arnas Fedaravicius

Una respuesta a «Educación siberiana»

  1. Me imagino que se trata de TransDNistria y no transnistria. El rio se llama Dnister, aunque reconozco que para españoles es dificil de pronunciar…

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