Críticas

Una nueva mirada al genocidio Armenio

La promesa

The promise. Terry George. EUA / España, 2016.

 La reescritura y reinterpretación de feroces hechos cruciales de la Historia contemporánea es una de las constantes más o menos habituales de las producciones cinematográficas. Un género, el histórico, que presenta síntomas más que evidentes de encontrarse en un momento de máximo apogeo. Bélico e historicista, entre otros, desde los fabulosos avances en el terreno de la tecnología digital, tolera, mirando hacia atrás con aire renovador, un nuevo concepto de cine, apegado a los nuevos tiempos y entusiasmado de visualizar nuevos matices bajo una óptica revolucionaria. Si bien hace unos años se apostaba por los formatos anchos de pantalla y la concentración de figurantes para otorgarle un tono épico y vibrante, ahora, siendo las intenciones las mismas, con idéntico acento por el espectáculo grandioso, pero observado con una imagen recargada de grandilocuencia, sin que quepa nada más en el plano. Todo ello, integrando en la banda sonora un sonido impecable y mayestático. Así las cosas, el cine histórico goza de muy buena salud. Impregnado, también, de la forzada mezcla de géneros, resuelto con armas técnicas poderosas, muy afines, a veces, a la estética de los vídeojuegos. Bien miradas y analizadas las últimas propuestas, salvo excepciones, vuelve a resurgir el cisma en el rigor aplicado sobre los eventos narrados, siempre cuestionados por su arbitraria fidelidad a los hechos, que no solo se difumina y achata más si cabe, sino que el evento tratado, de haberlo, se infantiliza de forma alarmante. El cine, en su permanente estado de evolución, se recicla a marchas forzadas, adaptándose, mal que nos pese, a la franja generacional de espectadores que, con mayor frecuencia, visita una sala de proyección: los jóvenes.

La promesa (The Promise, Terry George, 2016) es, a contracorriente, una película al margen de las colosales epopeyas a las que estamos acostumbrados últimamente. La serenidad de su narración y su formalismo clásico de la historia retrotrae al espectador a otros tiempos, a la esencia de un relato grandioso, mastodóntico en el metraje y de textura épica artesanal. De tal manera que las emociones humanas se enhebran en un contexto bélico, que es el que marca el destino de los tres personajes destacados en este conflicto fratricida, con el telón de fondo del genocidio del pueblo armenio. Terry George, veterano cineasta, cuenta con una sólida carrera y títulos recordados, como En el nombre del hijo (Some Mother’s Son, Reino Unido, 1996) y Hotel Rwanda (Rwanda Hotel, Reino Unido, 2004). Quizás, por vinculación temática, La promesa se aproxima a Hotel Rwanda. Ambas tienen como marco una guerra civil de infames acontecimientos. Sin embargo, en esta ocasión, Terry George y su guionista, Robin Swicard, optan por el culebrón pasional, desarrollado en un argumento romántico, bajo el estigma de uno de los episodios más dantescos de la humanidad. Su propósito está alejado de cualquier revisión historicista. Más bien, la Armenia aniquilada y devastada por el ejército otomano no es más que una excusa para ilustrar los ingratos avatares de una pareja de enamorados que se conocen en medio de un polvorín trágico y sangriento. La idea no es nueva. Películas de este corte proliferan. La promesa es una más. Angustiosa y elemental. Pero muy bien rodada.

Me parece, con todos los respetos, un filme añejo, como varado en otra época. La película se asemeja a los inmensos relatos propios de la novela río. Ese modelo de narración (distracción), tipo best seller aeroportuario, en el que suceden muchos enredos a lo largo de bastantes años. Ofreciendo al consumidor una serie de hilos y conflictos, las más de las veces, anecdóticos. Como ocurre en La promesa. Este paradigma de fresco histórico se respeta con gran veneración. Es decir, no por mucha acumulación de episodios, el tema se hace más potente y plural. Aquí, a mi juicio, la clave se reduce a un emotivo y reconocible corolario de aventuras y desventuras que susciten todo tipo de sentimientos. Es decir, el guion es de manual. Sobre todo, en la idea de chico encuentra chica, se separan, se vuelven a encontrar, se cuentan verdades, vuelven a distanciarse, hasta que llegado el desenlace, el azar los une o los esparce cada uno a su suerte.

La acción de la película transcurre en 1915. Michael (Oscar Isaac) es un boticario armenio que vive en las montañas, que con el dinero de la dote de su futura boda marcha a Constantinopla a estudiar medicina. Aquí conoce y se enamora de Ana (Charlotte Le Bon), novia del corresponsal de la Associated Press, Chris (Christian Bale). El prólogo presenta a los personajes destacados, y las observaciones más afiladas, por lo tanto, más trascendentales, provienen de las opiniones personales de Chris que, como periodista avezado, dotado de intuición y perspicacia irónica, analiza algunos asuntos fundamentales, relacionados con el entendimiento entre alemanes y turcos, previos al estallido de la masacre. Es una lástima que el juego de este personaje pronto quede al margen, para no entorpecer la relación de amor intenso que van a disfrutar Ana y Michael, porque a través de sus ojos y su cavilación geopolítica La promesa tiene otros tintes. De igual manera, cuando el holocausto ha comenzado, su pluma y su cámara fotográfica capta el horror, propone sus teorías del acuerdo entre las dos potencias. El afán periodístico de Chris, de descubrir el infame exterminio de la población armenia, elevándose como la conciencia crítica de la película, en su búsqueda de la verdad, queda pronto desdibujada, para dejar todo el cruento escenario para el melodramático romance de la pareja protagonista, cuyos constantes encuentros y desencuentros, el interludio de la boda de Michael, son, en definitiva, los motores que empujan el filme hacia lugares comunes y soluciones previsibles.

La promesa tiene todos los aditamentos, bien construidos, para ser una película de las de antes. En buena lógica, no se le puede reprochar nada. Todos los elementos que intervienen en la producción de un filme están ahí, palpables. No falta de nada. Tiene, además, una partitura magnífica, compuesta por Gabriel Yared, y la imagen tiene una soberbia fotografía del gran operador español, Javier Aguirresarobe, que aplica una paleta de colores fantástica, según donde se desarrolle la acción. Sin embargo, la rutina y la sensación de déjá vu lastran un filme, a mi gusto, esquemático y algo folletinesco.

Tráiler:

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Ficha técnica:

La promesa (The promise),  EUA / España, 2016.

Dirección: Terry George
Duración: 134 minutos
Guion: Terry George y Robin Swicord
Producción: Coproducción EUA-España, Wonderful Films y Survival Pictures
Fotografía: Javier Aguirresarobe
Música: Gabriel Yared
Reparto: Oscar Isaac, Charlotte Le Bon, Christian Bale, Shohreh Aghdashiioo, Alicia Borrachero y James Crowell.

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