Críticas

Comedia muerta

Los muertos no mueren

Dead don´t die. Jim Jarmusch. EUA, 2019.

Póster promocional de Los muertos no muerenA estas alturas, Jim Jarmusch necesita pocas presentaciones. El veterano director suele tener a la crítica de su parte, y a cierto sector incondicional del público. Lo cierto es que su cine es pura autoría e identidad, a medio camino entre la visión estrafalaria de la realidad y el puro costumbrismo urbano. Maestro de maestros, ha sentado algunos de los principios básicos del cine independiente de los últimos años, y, aunque su carrera suele ser un bandazo entre géneros e intenciones, todavía sorprende con su arte, dejando para el recuerdo clásicos recientes, como la deliciosa Paterson (2016). La última sorpresa en su haber, Los muertos no mueren (Dead Don’t Die, 2019), suerte de comedia negra de trasfondo zombi.

Partamos de la base de que Jarmusch se puede permitir ciertos malabares con su cine, puesto que la excentricidad forma parte de la propuesta del particular cineasta. A priori, no hay que sorprenderse de las extrañas conjugaciones entre géneros sobre los que pueda sustentar sus películas, puesto que ha demostrado tener margen para la experimentación e, incluso, la broma cómplice con un público afín. De esto hay mucho en Los muertos no mueren, filme que se apoya en esta comunicación entre director, reparto y espectador, donde es básico pillar el chiste en toda su amplitud para disfrutar de la globalidad de una obra pensada como puro divertimento, sin por ello perder los signos de identidad del director.

Con estas cartas sobre la mesa parece que Jarmusch ha encontrado el equilibrio entre comedia áspera y su universo de seres tan cotidianos como excéntricos, adornado con la dosis justa de vísceras que la ocasión pide. He de decir que el resultado está muy lejos de eso, y el prestigioso director ofrece un estrafalario mejunje que se mueve entre lo simpático y lo indigesto, que nunca llega a funcionar del todo.

Como decía, Jarmusch cuenta con todo a su favor en la línea de salida. El reparto está copado por los habituales actores fetiche que forman parte indisoluble del cosmos planteado por el cineasta. Se combina la veteranía de Bill Murray con la solvencia del joven Adam Driver (que algún día será reconocido como uno de los mejores intérpretes de su generación), auténticos baluartes de la narración de Jarmusch. Rostros conocidos como Steve Buscemi o Danny Glover (fabulosa combinación para la ácida crítica entre estos dos curtidos actores) dan empaque a la propuesta, acompañados por Chloë Sevigny y Tilda Swinton en el apartado femenino, esta última en un papel que todavía estoy digiriendo, por la pasada de frenada (una de tantas en esta película) que representa.

Tilda Swinton en Los muertos no mueren

Se añade algún rostro conocido como el incombustible Iggy Pop, el rotundo Tom Waits, o la inesperada Selena Gomez (que aporta muy poco, salvo una mayor dosis de incomprensión para el espectador por lo forzado de su papel en la trama), por lo que tenemos variedad y solvencia en el apartado actoral.

En cuanto al desarrollo de la trama. Jarmusch comienza con uno de esos retratos cáusticos y sobrios de la realidad, marca de la casa. Los personajes parecen movidos por la fuerza de los acontecimientos, casi mecidos por el día a día, como es habitual en las curiosas psicologías con las que juega Jarmusch. Cuando lo inverosímil se cuela en lo cotidiano, las reacciones de los implicados son tan marcianas como cómicas, aunque dentro siempre de los cánones del cine de Jarmusch. El problema es cómo avanzan las cosas, entre lo imposible y lo directamente bobalicón, construido el embrollo como una enorme broma privada entre amigos, en la que el espectador tiene muy poco que hacer salvo sonreír nerviosamente.

Algunos personajes que prometían algo de enjundia desaparecen sin más, una vez comprobado que estaban metidos en la trama con calzador, sin mucho que aportar, salvo la anécdota. El estoicismo del que hacen gala las víctimas de este despertar de los muertos resulta cómico en alguna ocasión, pero la mayoría de las veces es desconcertante y poco verosímil, incluso en el marco de los supuestos del cine de Jarmusch. Cada decisión es más desconcertante que la anterior, lo que provoca una paulatina pérdida del público. Eso sí, al director y acompañantes parece darles igual este hecho, porque ellos lo pasan en grande.

Iggy Pop en Los muertos no mueren

Esa sensación sí que me acompañó durante todo el visionado, el hecho de que allí todo el mundo era consciente de lo que el director perpetraba, conformes y cómplices de la formación del neblinoso universo elaborado para la ocasión. En ese sentido, Los muertos no mueren funciona de manera magistral, puesto que cada uno de los que pasan por el metraje, aunque pinten muy poco, se muestra encantado con la idea, por muy extravagante que resulte la pócima. Es más, el ejercicio de metacine que rubrica el final lo tenía todo para ser un brochazo de genialidad que cerrase el capítulo con elegancia dentro del toque de comedia gamberra. Sin embargo, como el espectador parece un convidado de piedra a la función, apenas aplaudes el ingenio, porque a esas alturas ya vale cualquier cosa.

Una lástima. Había material para algo más que la sucesión de bromas autorreferenciales y el «colegueo». Incluso como metáfora de la sociedad actual, salvo dos o tres golpes brillantes, también hemos visto en otras ocasiones, y con mejor fortuna, el retrato de una sociedad idiotizada.

Admito mi sorpresa y decepción con esta apuesta por lo diferente en manos de un director que ha convertido la ruptura de la norma en seña de identidad. En este caso, no hay duda de que ha hecho la película que ha querido como ha querido, y se respira la libertad que solo un director con las garantías de Jarmusch puede conseguir en un mundo rendido a la fórmula. A pesar de esa valentía indudable, Los muertos no mueren es un tropezón. No un horror de película, ni el espanto insoportable. Pero esperaba (quería) más.

Tráiler:

Comparte este contenido:

Ficha técnica:

Los muertos no mueren (Dead don´t die),  EUA, 2019.

Dirección: Jim Jarmusch
Duración: 103 minutos
Guion: Jim Jarmusch
Producción: Animal Kingdom
Fotografía: Frederick Elmes
Reparto: Bill Murray, Adam Driver, Tilda Swinton, Chloë Sevigny, Steve Buscemi, Danny Glover, Caleb Landry Jones, Rosie Pérez, Iggy Pop, Sarah Driver, RZA, Selena Gomez, Carol Kane, Tom Waits, Austin Butler, Luka Sabbat, Sturgill Simpson, Alyssa Maria App, Sid O'Connell, Kevin McCormick, Justin Clarke, Vinnie Velez, Lorenzo Beronilla, Talha Khan, Mick Coleman

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.