Críticas

Mirar al autista

Hay alguien allí

Eduardo Viloria. Venezuela, 2014.

Hay alguien allíEl autismo es el tema de Hay alguien allí (2014), y el documental venezolano, dirigido por Eduardo Viloria, comienza con un epígrafe: “…el autismo, aunque puede ser considerado una condición de interés médico, un síndrome patológico, debe considerarse también toda una manera de ser, una identidad totalmente distinta que necesita ser consciente (y estar orgullosa) de sí misma”. La frase es del neurólogo Oliver Sacks, y se percibe exageración bienintencionada en ella. Pero la distinción entre esas dos maneras de ver el autismo –como enfermedad o como forma de ser de un ser humano– pone de relieve la responsabilidad del que dirige la mirada hacia esas personas, y ese es un asunto en el que hay tela que cortar.

El personaje principal de Hay alguien allí es Helena, una niña autista de nueve años de edad a quien se la ve jugar y participar en actividades terapéuticas, así como cuando la llevan a consulta o permanece en el hogar. Gioconda y Ernesto, sus padres, emprenden una investigación sobre su condición y cuál podría ser su futuro. Eso los lleva a los registros de pacientes niños hechos por Lilia Negrón, pionera en la investigación del autismo en Venezuela, y de allí a tener entrevistas con las familias de esas personas, que ya son adultas.

Los hallazgos de la pareja diferencian a Hay alguien allí de esa vertiente de documentales sobre las personas con discapacidad que ponen el acento en las cosas asombrosas que pueden hacer a pesar de sus limitaciones, o simplemente en su capacidad de llevar adelante una vida parecida a la de los demás. Los autistas adultos que se conocen son casos desesperanzadores por lo que respecta a su capacidad de llegar a ser personas autónomas. El cuarto de uno de ellos, empapelado hasta el techo con sus dibujos, es indicio de que sigue viviendo recluido en su propio mundo, como es la característica principal de quienes tienen esa condición mental.

Fotograma de Hay alguien allíHay una dura manera de ver el autismo en Hay alguien allí por lo que respecta a esa falta de ilusiones. Pero no es una mirada que se presente como objetiva, dándole una aparente transparencia a la representación. Por el contrario, el filme pone de relieve la actividad de los realizadores y deja al descubierto que las imágenes fueron registradas en el proceso de grabación de un documental. El movimiento de la cámara hace notar continuamente que hay alguien que la sostiene, por ejemplo; en una escena se escucha una voz del equipo de filmación que hace las preguntas, en vez de los padres de Helena, y se hace manifiesto que un personaje sabe que está siendo grabado y que se han preparado para hablar a cámara, y se ve cómo cambia de actitud después. El montaje hace sentir su presencia con inesperados fundidos a negro. Todos esos recursos son una manera de subrayar la subjetividad de los cineastas y de los personajes, y por ende la responsabilidad que acarrea su mirada.

Las preguntas más importantes que plantea Hay alguien allí son las que se desprenden de la relación entre los registros de Lilia Negrón, y el material grabado y montado para la película. Ambos se corresponden, respectivamente, con las dos maneras de considerar el autismo, señaladas en el epígrafe del comienzo: como patología o como identidad de una persona.

Hay alguien allí. ImagenEl material de la doctora está acompañado de sus comentarios de especialista, que guían la mirada del espectador hacia las características del niño que son reveladoras del progreso del paciente, como consecuencia de la terapia. También explica cómo era la condición de esa persona antes de que comenzara a ser tratada. El que mira es invitado así a comparar lo que ve tanto con aquello que fue ese niño antes, aunque no se lo haya visto, como con la normalidad hacia la cual se espera que evolucione. La función terapéutica lleva en ambos casos a observar a la persona en correlación con lo que no es: se ve lo que esa persona es en ese momento para compararlo con lo que fue antes y de lo que se espera que llegue a ser. Esa es la manera de ver que exige la responsabilidad de señalar la importancia de comprender la patología y de considerar las posibilidades de transformación que ofrece el tratamiento.

El valor del documental dirigido por Viloria está en plantear también la posibilidad de otra mirada al autista, a través de la cual los realizadores asumen su responsabilidad como cineastas. Por una parte es un intento de establecer una identificación del espectador con una persona de condición tan singular, a través de recursos como el mantener a Helena en el centro del encuadre, mientras las conversaciones de los demás suceden a su alrededor. Es una manera de transmitirle al que ve la película la actitud de aislamiento del personaje.

En Hay alguien allí, además, se exploran detalles de la manera de moverse de la niña, como ocurre al comienzo con su forma de caminar, y se la registra en el hogar, donde sus familiares interactúan con ella, así como cuando está sola, sumergida en sí misma como es su forma de ser. No hay allí comentario que oriente la mirada del espectador. Incluso cuando los demás personajes hablan de Helena, hay un contrapunto entre las palabras y la niña a la que se mira.

Trailer:

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Ficha técnica:

Hay alguien allí ,  Venezuela, 2014.

Dirección: Eduardo Viloria
Guion: Eduardo Viloria, Ángel Sorkin
Producción: Gabriela González Fuentes
Fotografía: Daniel García
Música: Armando González, Helena C. Mota

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