Críticas

Saudade

Clerks III

Clerks III. Kevin Smith. EUA, 2022.

Las secuelas suponen, de por sí, la presencia de un arco narrativo con el cual poder jugar hasta una supuesta saciedad. Es necesario, entonces, que lo que precede permita acceder a una serie de posibilidades con las que darle una motivación a la necesidad (real o menos) de dejar que el discurso siga, llegando así, tarde o temprano, a un punto final del cual, teóricamente, no se podría partir para otras aventuras. El problema, sin embargo, no es la voluntad de seguir narrando, sino de si existe efectivamente la posibilidad de dejar que el cuento fluya otra vez hacia situaciones que tienen, en sí mismas, una voluntad creativa capaz de abrir nuevos horizontes sin tener que reciclar y readaptar esquemas ya conocidos. Más terrible que la insuficiencia narrativas, entonces, es también el hecho de preguntarnos por qué seguir adelante cuando todo ya había acabado perfectamente; un error de este tipo no puede sino poner en peligro la estructura global y llevar a unas consideraciones que más allá de la bondad estructural de la obra se mezclan con el supuesto significado auténtico del producto final, o sea aquella relación que se instaura entre espectador y artista, algo que se traduce con “¿merecía la pena todo esto?”.

Efectivamente, la tercera entrega de la saga de Kevin Smith, parte de su universo ViewAskew, se presenta como elemento final de un discurso no solo cinematográfico (la saga misma), sino también de carácter más personal de su autor. Smith, en este episodio, no quiere simplemente hablar de lo que narrativamente formaría parte de los eventos de sus personajes, sino que tiene como objetivo insertar un comentario de carácter intimista en relación tanto con el valor que esta saga tiene desde un punto de vista autorial, como también con lo que forma parte de su misma vida fuera del ojo de la cámara. Las intersecciones que se crean entre lo real y lo ficticio, entonces, se cargan de una serie de diálogos en diferentes niveles que abren paso a una voluntad de instaurar unos puentes entre lo vivido por Smith y lo experimentado por sus espectadores; resulta entonces posible leer la película sea desde una perspectiva típicamente metanarrativa (los personajes quieren rodar una película sobre lo que había pasado en las dos precuelas) sea desde una más general, lo cual, gracias a un inteligente uso discursivo, se pone como elemento de interdependencia entre nuestras experiencias y las que vemos en la pantalla.

Y, de hecho, el resultado final resulta excelente desde el punto de vista discursivo. La madurez global de la que se viste la película, en relación con el concepto del paso del tiempo y de la necesidad de hacer de nuestra vida algo del que estemos orgullosos, es tal que el espectador (el cual, obviamente, tendrá que haber visto las precedentes entregas, ya que nadie se acercaría a una tercera sin conocimientos previos) logra elevarse al nivel de elemento necesario para una reflexión sobre la caducidad de la vida, así como de los sueños. Los elementos de comedia, entonces, se entremezclan con los dramáticos, los que nos empujan a tener una visión menos ligera del mundo que nos rodea; de esta unión se abre paso un discurso más profundo y al mismo tiempo dotado de aquella superficialidad inteligente que se obtiene con el pasar de los años. Todo encaja y, lo que más resulta interesante, también el final con un deus ex machina así rotundamente absurdo permite tener conciencia del cariño que Smith, como nosotros, les tiene a estos personajes con los cuales hemos pasado (una mínima) parte de nuestra vida.

Sin embargo, un discurso es tal si efectivamente forma parte de una estructura en la que se permite hablar; si así no fuera, el resultado se acercaría más bien a un monólogo del cual no tenemos necesidad y cuyas palabras podrían resultar incorrectas. El problemas de esta tercera entrega, entonces, no se funda en una falta estructural interna, ya que el producto es de óptima calidad en relación con su contexto narrativo global, mientras no lo es si de arco narrativo específico hablamos. El microcosmo de Dante y Randal ya había encontrado su perfecto final con la segunda entrega, y la aparición de esta tercera en la que buena parte de lo que habíamos visto antes es descartado podría resultar en parte del público en una experiencia en la que la dulzura del contenido se ve arruinada por la amargura de un capítulo final cuya necesidad es casi nula. A veces, querer añadir palabras a un discurso completo se convierte en un ejercicio de destrucción de lo que efectivamente tiene su perfección interna. No es correcto, entonces, hablar de una película mala ante la sólida estructura de esta tercera entrega y su discurso profundo y al mismo tiempo ligero, pero, ante esta voluntad de seguir con un discurso ya acabado, nos queda la sensación de que quizás hubiera sido mejor callar o tan sólo susurrar (problema nuestro, quizás, que queremos el final feliz de Hollywood, no de Smith, quien sigue el camino de la vida real); innecesaria y necesaria a la misma vez, la hermosura del discurso se pierde en la amargura de algo que, efectivamente, se acerca más al cansancio de la experiencia real de la vida.

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Ficha técnica:

Clerks III (Clerks III),  EUA, 2022.

Dirección: Kevin Smith
Duración: 100 minutos
Guion: Kevin Smith
Producción: Liz Destro, Jordan Monsanto
Fotografía: Learan Kahanov
Música: James L. Venable
Reparto: Brian O'Halloran, Jeff Anderson, Trevor Fehrman, Austin Zajur, Jason Mewes, Rosario Dawson, Kevin Smith

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