Críticas

¿Quién mató al Comendador? Fuenteovejuna, señor.

R.M.N.

Cristian Mungiu. Rumanía, 2022.

RMN cartelLas propiedades mecánico-cuánticas de los núcleos atómicos percibidas más allá del simple estudio físico de elementos tisulares. Nunca una prueba diagnóstica tuvo tanta relevancia en el sentido profundo de una película y desde ahí es donde debemos percibir y observar todo lo que acontece.

Si no somos capaces de trascender ese nivel de profundidad, difícilmente apreciaremos el trabajo de Christian Mungiu (Rumania, 1968) que, al igual que en sus otros largometrajes 4 meses, 3 semanas y 2 días (2007) o Más allá de las colinas (2012), ahonda en las raíces de Europa, sacando a la luz corrientes ocultas bajo la superficie. Tratando temas incómodos, como el aborto, el racismo o la xenofobia, nos enfrenta constantemente a dilemas morales a lo largo de su trayectoria.

Evoca momentos de la madurez artística del director ruso Andrei Tarkovsky (1932-1986). La nueva ola de directores rumanos irrumpe con fuerza en las salas. Da visibilidad a un entorno desconocido, culturas y costumbres que han quedado circunscritas a una zona geográfica, tan arraigadas que cuesta llevar a cabo la inevitable revolución que supone el avance del tiempo. Un tiempo que trascurre a otro ritmo y se mueve diferente en torno a otros parámetros. Un reto para los lugareños y los neófitos que admiran su devenir.

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El dramaturgo Lope de Vega (1562-1635) expone en el Siglo de Oro español un drama municipal muy similar, desarrollado en papel y clave interpretativa, se adapta a una época ya pasada o quizá no tanto. Extrapolando esta obra teatral, admiramos en la larga secuencia del consejo de Mungiu un constante plano fijo que condensa en esencia todo el pesar de una comunidad. Como dice el director, «impedir que la gente diga lo que piensa no equivale a que dejen de pensarlo». Atendiendo a esta premisa, podemos admirar en tiempo real lo que acarrean las decisiones meditadas o no de unos pocos; el consensuar opiniones no es trabajo fácil. Una tarea que se aparta de la sencillez, va ganando en complejidad cuando sus miembros no solo pertenecen a un mismo pueblo y una misma cultura. El salir más allá de las fronteras abre ojos y mentes, exponiendo otros puntos de vista que al menos serán escuchados; que sean valorados o no ya es harina de otro costal.

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El frío gélido de la locación junto con la oscuridad de las tomas le da un aire distante a una película ya de por sí dura y difícil. Cazadores cazados, pescadores sin futuro que buscan infructuosamente una salida al nuevo mundo que nunca llega, gente que se mueve sin mucha preocupación ante el devenir de los acontecimientos presentes. Siluetas conformadas, seres que deambulan en un mundo hostilmente conocido. Esa lejanía contrasta ampliamente con la unidad y cohesión de una comunidad que marcha al unísono ante cualquier situación. El paseo por el bosque nevado en busca del abuelo ejemplifica de un modo certero este hecho. La compresión y el respeto posterior al resolverse el misterio planteado se refleja en unos apesadumbrados rostros que muestran todo su respeto y gratitud y así, sin palabras, cierran círculos y situaciones.

El protagonista de esta historia es Matthias (Marin Grigore) que, vagando por caminos sin rumbo, como en Dersu Uzala (Akira Kurosawa, 1975), descubre la importancia del entorno espacial frente al objetivo. Este solo se muestra al final, desvelando la verdadera razón de ser del metraje. Y sintiéndose Der Letzte Mann (Murnau, 1924) su interpretación ofrece un despliegue inigualable de sentimientos y emociones escondidas durante demasiado tiempo.

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Mungiu transita mundos insondables, remueve conciencias poco cuestionadas y mantiene una incómoda tensión frente a un espectador sorprendido que sigue la historia de una familia que lucha por su felicidad. La supervivencia se torna en algo fundamental y el aprendizaje es el único camino para lograrlo. Invitación a parajes nevados que destilan otro brillo, personas rudas y desconfiadas que anteponen su corazón a todo lo demás. Gente diferente que sufre en silencio.

Sin esconderse un ápice nos muestra una realidad sin maquillar, un mundo amenazado con tintes de western y misterio que transforman en pesadilla un paraje aparentemente sosegado y tranquilo. Propuesta diferente que invita a un visionado pausado y reflexivo. Viaje multicultural que resuena mucho más allá de la superficie, ahoga irremediablemente a sus protagonistas y, de este modo, mermadas sus opciones, les deja caer en sus propios abismos.

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Ficha técnica:

R.M.N. ,  Rumanía, 2022.

Dirección: Cristian Mungiu
Duración: 125 minutos
Guion: Cristian Mungiu
Fotografía: Tudor Vladimir Panduru
Reparto: Marin Grigore, Judith State, Macrina Barladeanu, Orsolya Moldován, Rácz Endre, József Bíró, Ovidiu Crisan, Zoltán Deák, Cerasela Iosifescu, Andrei Finti

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