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El mundo está loco, loco, loco, loco
La risa y la evolución del espectador en este mundo loco

Cartel de la película El mundo está loco, loco, locoSe me ocurrió dar una mirada a la evolución que probablemente sufren los espectadores del cine a través del visionado de una película y de un tema que igualmente ha tenido su propia evolución en el cine. Escogí la película El mundo está loco, loco, loco, loco (It’s a Mad, Mad, Mad, Mad World, Stanley Kramer, 1963), protagonizada por el mítico Spencer Tracy, acompañado de un espectacular conjunto de talentosos actores y de comediantes: Eddie Adams, Milton Berle, Sid Caesar, Buddy Hackett, Ethel Merman, Dorothy Provine, Mickey Rooney, Dick Shawn, Phil Silvers, Terry-Thomas y Jonathan Winters. Estos personajes escenifican una loca y enredada carrera por el oriente sureño costero de Estados Unidos en la búsqueda de un tesoro que aparece inesperadamente en sus vidas, $350,000 producto de un robo, escondido en un sitio del Parque Estatal Santa Rosita bajo una gran W.

Años más tarde, apareció Rat Race, Jerry Zucker, 2001, claramente inspirada en la película de Stanley Kramer de 1963, que en Latinoamérica fue distribuida como El Mundo está loco, loco y en España como Ratas a la carrera. También en este caso se tuvo un notable elenco con actores como Rowan Atkinson, Whoopi Goldberg, Cuba Gooding Jr., Wayne Knight, Jon Lovitz, Kathy Najimy. , Lanei Chapman, Breckin Meyer, Amy Smart, Seth Green, Vince Vieluf, John Cleese y Dave Thomas.

Al observar las dos películas y mi propia reacción como espectador, transcurridos bastantes años, he experimentado ricas sensaciones. Me maravilló la cinta del 63, cuando la vi, siendo un joven de 15 años, y cuando la repetí en esa misma época, con el deseo de disfrutarla de nuevo. Fue prevalente sentirla como extremadamente divertida ante la exuberante abundancia de escenas imposibles, llenas de riesgo, de contradicciones, de hilarante sorpresa. Hoy, cuando la veo para escribir estas notas, son distintas las sensaciones, más maduras, más enfocadas en las observaciones de los diálogos, de los gestos de los personajes, de los continuos mensajes y pequeñas historias que recorren la naturaleza humana, matizadas por la risa, ese remedio infalible (como se decía en la sección de la revista Selecciones que leía en esas épocas). No surge la carcajada inmediata, más bien es una sonrisa divertida. Acompañada por la admiración de esas formas de hacer cine, en las cuales los actores se sometían a condiciones de riesgo y de actuación en directo a alta velocidad, quizás en muchos casos sin oportunidad de ensayar o de repetir ciertas escenas fundamentales para generar comedia en medio de la locura misma de la filmación. Se me asemeja ahora, no tanto a una comedia clásica, sino más bien a un tipo especial de película de carretera en medio del riesgo y de la velocidad, donde el tema de la búsqueda, tan común en este género, está asociado con la ambición, idealizada por la necesidad, la novedad y la aventura.

El mundo está loco, loco, loco - 1963

Igualmente disfruté bastante de la cinta del 2001, vista hace 22 años, también un par de veces, y hoy en día. Igualmente basada en una loca historia de disparatados personajes que buscan dinero, esta vez en las carreteras y pueblos de las zonas desérticas en los estados de Nevada y California en Estados Unidos. No se trata de dinero escondido producto de un robo, sino de dinero plantado por un experto negociante de apuestas de las Vegas, que utiliza tal dinero y a los personajes como fichas para apostar y divertirse con un grupo de clientes de su casino.  Naturalmente se trata de un filme más moderno, que contrasta menos que la película madre con las situaciones y con las formas de hacer cine de la actualidad, donde son más prevalentes los efectos especiales y más cuidadosas las historias en lo que tiene que ver con la coherencia de los temas, de manera que no se recurre tanto a la situación chistosa como tal, sino a la trama misma como hilo entretenido y fuente de diversión.  Debo decir que, en este caso, sentí que era capaz de experimentar con mayor facilidad la carcajada y la diversión, casi recordando esas antiguas visualizaciones y sensaciones.

El mundo está loco, loco, loco - 2001

Es curiosa la forma tan distinta en que terminan ambas cintas. En la primera, el dinero se reparte desordenadamente hacia una sorprendida multitud, mientras que al final, los protagonistas sufren, literalmente, y meditan con herida filosofía sobre su frustrada aventura, sobre la inutilidad de la ambición y sobre la aleccionadora experiencia de la búsqueda en grupo. En la segunda, el dinero termina repartido por la loca pandilla que lo encuentra, que se ve forzada a donarlo a la caridad moderna de las ONGs, multiplicada la suma varias veces, a cargo de los frustrados apostadores que contemplan cómo su diversión y sus ganancias se han convertido en inesperada pérdida.

El espectador,antes y hoy, sonríe, pensando que nada de estas cosas suceden como las muestra el cine, si bien andamos con frecuencias los humanos en locas carreras, a veces afectados por la ambición y el egoísmo, mientras algún oculto demonio manipula las cosas y se divierte con tales aventuras y algunos ángeles guardianes, que también se divierten, tratan de inspirar para que salgan cosas buenas al final.

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