Guiones 

Mission Impossible – Philip K. Dick

Se define “dickiano” (o, quizás mejor, pkdiano, o sea “pekadeiano”, neologismo que nace y muere en este artículo) todo lo que manifiesta las mismas características típicas de la obra del autor americano (entrevista). No se trata solo de hablar de ciencia ficción, ya que para él el género solo era un punto de partida, sino de aquellos elementos que nos hacen dudar de la realidad misma. La cuestión, entonces, es la que se inserta en el discurso paranoide del autor y de su América (EUA) de los años de la guerra de Vietnam y de la amenaza de la dictadura soviética, unas ideas, estas, que están en una profunda conexión con el elemento metafísico de la cueva de Platón, con su preguntarse no solo qué es la realidad, sino si hay una manera de acceder a la estructura básica de la existencia. Descartes, por supuesto, se encontraría en una situación de diálogo abierto con Dick, ya que el mundo en cuanto sueño construido por un diablo (algo que nos recuerda a Calderón de la Barca) supone la dualidad de la experiencia y de la lógica (o, más bien, de la mente que elucubra), las cuales podrían no estar del todo de acuerdo en lo que a la lectura del contexto físico en el que se encuentran se refiere.

Preámbulo, este, que nos conduce al análisis de una pequeña obra, una simple propuesta (estadio inicial de un guion), que hubiera permitido a los espectadores de la serie televisiva Mission: Impossible de las pequeñas pantallas estadounidense acceder al mundo ansioso de Dick. Y, efectivamente, de paranoia hay que hablar, en el sentido de crear una serie de interrelaciones ficticias entre lo real y lo falso, hasta el punto de dejar abiertas las posibilidades de que lo que se está desarrollando ante nosotros podría esconder algo diferente. El resultado es una pérdida de coordenadas de lo que es la realidad que hasta nos lleva a cuestionar cada detalle de la narración; en vez de posicionarnos en una situación de “ojo divino” (omnisciente), Dick juega con nuestras expectativas y construye una arquitectura de primera calidad. Difícil no dejarse enganchar sin perderse en la red de apariencias y verdades que demuestran una voluntad creadora así exuberante.

La estructura narrativa, entonces, no se basa tanto en la cuestión de no saber lo que va a pasar, sino en la incapacidad de afirmar y describir lo que efectivamente está pasando. La relación temporal típica de los cuentos se inserta en la modalidad de llegar a descifrar el momento al que llamamos “ahora”, sabiendo bien que nuestras ideas podrían verse derrumbadas por una realidad diferente. Lo que pasa no es, por esta razón, descifrable directamente ya que presupone un cambio de perspectiva en lo que a la verdad se refiere; lo verdadero, en otras palabras, se sitúa en un plano diferente respecto de lo que aparece ante nuestros mismos ojos. Llegamos así a la cuestión dickiana de qué es lo real y de cómo de hecho el acto de aparecer, en el sentido de poder ser descifrado gracias a nuestros ojos, no es de por sí sinónimo de real, si bien este se presenta bajo una forma de carácter muy concreto y, por supuesto, capaz de ser leída directamente en su forma aparente.

El miedo a la presencia de la subversión soviética, el juego con la situación de las naciones sudamericanas y la paranoia de derivación macartista le permiten a Dick entablar un discurso en el cual sus producciones textuales están sumamente sumergidas, demostración de que existe un hipertexto dickiano del cual es posible extraer una serie de elementos para que se analicen con mucho cuidado. Sin embargo, el de Dick no es un simple juego estético o, mejor dicho, intelectual, y el producto muestra una capacidad de primer orden en relación con la fuerza atractiva y de disfrute; esta idea para un episodio de Mission: Impossible es capaz, de hecho, de funcionar no solo como obra típica de nuestro autor, sino como elemento de valor cultural en el ámbito de la voluntad de divertir de la serie televisiva. Lástima, entonces, que esta idea solo quedó tal, privando a nuestros ojos (y mentes) de una pequeña joya de los productos televisivos.

Link al libro donde se encuentra el texto de Dick

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