Críticas
Una experiencia sensorial en Colombia
Memoria
Apichatpong Weerasethakul. Colombia, Tailandia, 2021.
Las películas de Apichatpong Weerasethakul no son para todo el mundo, su visión cinematográfica es muy particular, sobria y fantástica. Son películas que invitan a la reflexión, a abrir la mente y los sentidos para entender el mensaje, son construcciones finamente estructuradas y cuidadosamente pensadas. Para la realización de su más reciente largometraje, Memoria (2021), eligió el país que le dio vida a Macondo y a su autor, uno de los pioneros del realismo mágico: Colombia. Pero en este filme no hay nada explícito ni exagerado, como suelen hacer cuanto tratan de representar esa magia en la pantalla grande. Acá lo que hay un exceso de sobriedad, una sencillez absoluta que revela una Bogotá totalmente auténtica y real, mientras nos invita a una experiencia sensorial que roza con el misterio y lo místico.
La cinta empieza con un sonido que toma por sorpresa al espectador así como a Jessica, la protagonista (Tilda Swinton, quien también es productora del filme): un golpe seco y extraño perturba el silencio de su habitación en Bogotá. Ella está de paso por la ciudad visitando a su hermana Karen, que se encuentra enferma. Jessica no puede dejar de pensar en ese sonido y busca que la ayude Hernán (Juan Pablo Urrego), un joven técnico que trabaja en un estudio de sonido y le ayuda a reproducir lo que escuchó, que lo describe como “una bola de concreto que cae en un fondo de metal rodeado de agua salina”. Es un estruendo que sale del centro de la tierra, es la vida llamándola…
Y esta es, precisamente, la escena más importante del filme: la experiencia sonora la comparte el espectador con la protagonista, vemos su reacción ante lo que Hernán le va mostrando y el sonido se convierte en una onda en la pantalla del computador, pasa a ser algo “real”, manipulable, visual. Pero este es solo el comienzo de su búsqueda, pues Jessica seguirá las pistas que va encontrando y los consejos que va recibiendo, los que la llevan a recorrer el país y a seguir buscando la explicación, mientras va aumentando su sensibilidad y va explorando la memoria del ser humano, de la tierra y del universo.
Con toda una colección de sonidos, el director nos invita a una experiencia sensorial llena de detalles, pasando por un parqueadero del centro de la ciudad donde todas las alarmas de los carros ahí ubicados se activan a destiempo, hasta los pájaros que se escuchan en algunas zonas de la capital de Colombia al amanecer. Y a la vez, están las imágenes: no se van a encontrar con la lamentable representación de Bogotá que vemos en Sr. y Sra. Smith (Mr. & Mrs. Smith, Doug Liman, 2005), ni la exótica mirada extranjera en tono de burla, ni la “pornomiseria” que muchas películas colombianas se han dedicado a mostrar (y que no pienso nombrar acá).
Acá vemos la Bogotá que conocen los que hemos vivido en ella, la que se experimenta en la Universidad Nacional, la Biblioteca Luis Ángel Arango, el Parque Santander… Todos lugares que se ven en la pantalla en planos secuencia largos y estáticos, alejados de Swinton y reforzado con los sonidos de la ciudad, con luz natural y los cambios de clima que le dan el realismo tan buscado por muchos y tan forzado por otros, que acá fluye con facilidad y elegancia.
Pero nada de esto se dio por coincidencia. Weerasethakul vivió en carne propia el “síndrome de la cabeza explosiva”, realmente escuchó ese “bang” en su cabeza, ese mismo que Jessica busca obsesivamente sin saber qué es. Además, fue invitado al Festival Internacional de Cine de Cartagena en 2017 y decidió quedarse dos meses viajando por Colombia con ayuda de una residencia artística, sin saber nada de español.
Y aún así, escuchó a psicólogos, ingenieros, activistas, arqueólogos y muchas otras personas que le contaron la historia del país, todo para conocer el “pulso” de esa sangre que corre por las venas de todos y esos recuerdos que viven en la mente de todos, que han estado siempre en sincronía con el resto de la humanidad y con la propia naturaleza, así no seamos conscientes de ello. El resultado audiovisual lo llevó a ganar el premio del jurado en el Festival de Cine de Cannes de 2021 y a representar a Colombia para los premios Oscar del 2022.
¿Una película con un director tailandés y una protagonista inglesa representará a un país suramericano en la entrega de premios de cine más importante de Estados Unidos? Así es. Ninguna película podrá condensar la complejidad de vivir en Colombia y las particularidades de su gente, pero Memoria logra esa comunión entre el ojo extranjero y la realidad local del país, llevándolo a un plano universal, porque al final esto podría suceder en cualquier lugar y podría ser cualquier persona, todos los seres humanos compartimos una sola memoria, una genética compartida que parece perdida, especialmente en un país sin memoria que olvida a los que han desangrado lentamente la riqueza de sus tierras y de su gente. Una experiencia imperdible e inolvidable, especialmente en salas de cine.
Trailer:
https://www.youtube.com/watch?v=fm4yhBfs9bw
Ficha técnica:
Memoria , Colombia, Tailandia, 2021.Dirección: Apichatpong Weerasethakul
Duración: 136 minutos
Guion: Apichatpong Weerasethakul
Producción: Apichatpong Weerasethakul, Tilda Swinton, Diana Bustamante, Julio Chavezmontes, Danny Glover, Keith Griffiths, Michael Weber, Jamal Zeinal Zade
Fotografía: Sayombhu Mukdeeprom
Música: César López
Reparto: Tilda Swinton, Elkin Díaz, Jeanne Balibar, Juan Pablo Urrego, Daniel Giménez Cacho, Agnes Brekke, Constanza Gutiérrez,
No me gustó.
Es la típica película que solo gusta a los críticos porque requiere un conocimiento previo exhaustivo de un montón de temas que en la película no están explicados.
Y sospecho que a muchos no les gustó pero no queda bien decirlo.
Cantidad de detalles absurdos , que no van a ningún lado y estiran la película en forma inexplicables mas de 2 horas.
Creo que la obra debe explicarse por si misma sino, no sirve.
Mi recomendación: Si debe pagar para verla…. NO LA VEAN.
La poesía nos deja una colección de imágenes a veces inconexas que aún sin descifrar en su totalidad, nos llena nuestro propio vacío de sensaciones vitales y nos ayuda a comprender lo incomprensible. Esto le ocurre a esta película.
Es un poema cinematográfico.
Totalmente de acuerdo ☝🏻
Una confrontación entre la «realidad» inventada cinematográfica y una realidad cultural asumida no se puede resolver sin una cierta conmoción del espectador cuya mente consciente es «sacudida» si persiste en extender una capa de comprensión al uso desde cualquier sentido puramente narrativo.
Memoria va por otros derroteros, jugando con un guión sonoro en medio de una ralentización visual, tanto de la cámara como de las actuaciones actorales; el tiempo visual se ralentiza al tiempo que se abarcan tiempos históricos, prehistóricos, presentes y hasta futuros deshaciendo también el tiempo cronológico con el que regimos nuestra cotidianeidad mental.
La sugerencia de recreación de espacios espirituales es evidente e intencionada donde cualquier concepción «cuántica» de la realidad es posible
Comencé a verla con duda y expectativa. A lo largo de la película esperé entenderla, y no lo logré. Puse mi paciencia y mi intelecto en función de esta cinta y me aburrí. Y como quedé sin comprenderla, simplemente no me gusto.
La disfrute, espere la tensión … el final final, un corte abrupto. Esperaba que ameine y se funda.
Celebro estás otras pelis.
Me sucedió exactamente lo mismo que a otro expectador, puse todo mi empeño en entenderla pero no logré extraer la trama del autor ya que me aburrieron los momentos extendidos sin fundamento y el final inesperado y ficticio. Me gustó el paisaje, los actores, el sabor de Colombia y me dejó un sinsabor a conflicto o guerra innecesaria.
Ay si quieren dormir rápido, veanla