Críticas

Testimonios secretos de la industria

Ella dijo

She Said. Maria Schrader. EUA, 2022.

She said aficheDrama de reporteras en tiempos de “Me Too”; una detallada investigación a la caza del testimonio oficial. She Said nos conduce por las instancias previas al destape de uno de los sucesos más candentes de este siglo.

Jodi Kantor y Megan Twohey son dos reporteras del New York Times que resuelven indagar acerca de algunos episodios de abuso sexual. Luego de un intento fallido, al ir tras el presidenciable Donald Trump, Megan se asocia a Jodi para investigar los episodios que involucraron a Harvey Weinstein en situaciones de abuso durante los años 90. El resultado demostrará que los hechos se han extendido en el tiempo más de la cuenta.

Un filme minucioso,  al tiempo que ágil. Luego de un comienzo un tanto aparatoso, la cinta discurre con solvencia hacia un final ya conocido por todos, se trata de hechos reales en buena parte zanjados.

La crónica se ajusta a una visión sobria que recala en detalles necesarios, no abruma con excesos, simplemente se centra en desenterrar sucesos que avalan la constancia de los hechos, patrones delatores de un modus operandi típico del productor de Miramax. La reiteración permite armar un caso, refuerza la justificación en la coherencia de un perfil específico a modo de prueba. Puede sustituir la contundencia de declaraciones oficiales avaladas por los verdaderos protagonistas: las mujeres abusadas. La película discurre entre intentos de aval necesarios; el rastreo avanza hacia personas del ambiente que quieran aportar su nombre como fuente oficial en la investigación.

Carey Mulligan y Zoe Kazan son las reporteras. A tono las familias, maridos que se ocupan de los niños a la par, planteo que, además, trae connotaciones vinculadas a la acción de la prensa en términos de pilar social al servicio de la prevención del abuso. Función que viene dada por el alumbramiento de un bebé, a modo de criatura camuflada para una sociedad machista que extiende sus tentáculos en todas direcciones. De la política al cine, recorte que no excede posibilidades, simplemente, es lo que se tiene hasta el momento.

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She Said juega con el ejemplo y el contraejemplo; la familia de la igualdad de género, su conquista y preservación, versus los abusos de hombres poderosos producto de una cultura que se intenta desmontar.

Harvey Weinstein, último manotazo de ahogado que intenta hocicar, el “reconocimiento implícito” lo lleva a  requerir ayuda frente a algo que lo sobrepasa, “más allá de la voluntad”, es víctima de su propio ser, “no sabe manejarse con las mujeres”. Ya el dicho lo dice: si no puedes vencerlos, únete a ellos. Harvey se ve desarmado a medida que el problema evoluciona, las mujeres van perdiendo el miedo, las consecuencias inesperadas se aglutinan, Weinstein se descontrola, pero ya es inútil.

Obsérvese la poca trascendencia que en los puestos directrices se asigna a la denuncia femenina: es posible que la mujer tenga sexo con el “poder” a fin de obtener oportunidades y éxito profesional. Primera hipótesis que se maneja, da cuenta de un enfoque enquistado en la sociedad, se vuelve visible porque afecta a los poderosos en la esencia de su defensa. Cofradía fantasma que se  vuelve operante; ante la amenaza, los abogados obtendrán el rédito correspondiente amparados en el sistema legal imperante. Se cierra el círculo vicioso, los hombres se protegen entre sí.

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El filme es dotado de una potente ideología reforzada en los tiempos que corren; no habría sido posible en otra época, ni siquiera hubiese existido como contenido, no por ausencia, sino por miopía. De aquí en más, estamos frente a una crónica respetuosa, fuertemente apegada a hechos inmediatos de pública notoriedad.

Contrapunto directriz, negros y mujeres aliados ante un teléfono que oculta las perimidas estrategias del otrora magnate del séptimo arte. Weinstein desespera navegando entre abogados carentes de poder ante la presión femenina aliada de los medios.

Lo mediático rescatado en el servicio público, imágenes que subvierten la tradición en medio de una revolución social actual, las minorías históricas hacen del poder un contrasentido, juegan con el imaginario social, un lavado de cara que la prensa agradece; virtudes escondidas posponen (o al menos combinan) intereses económicos de venta, con justicia social.

Litigio sin escape, la perversión del sistema, carente de debate, luce ausente ante un enfoque que ciega cualquier intento complaciente. El poder se desparrama en la evidencia que juega con sus números, demasiados casos; organización progresiva en manos de un catalizador que está despertando del letargo, es la prensa copada por minorías: mujeres, negros y otras yerbas vendrán al salvataje. No obstante, Weinstein tendrá su oportunidad en medio de manipulaciones que definen lo adivinado, esbozado en la escena del bar, donde las mujeres serán tosca y ordinariamente abordadas por el deseo masculino. Paradigma que suma a una concepción, caracterización y definición, prototípicas de género abonado por teorías feministas. En la otra línea los “hombres buenos”, de familia, colaboradores; ejemplares de una nueva raza que garantiza la educación de los niños, la igualdad de género signada por papá y mamá.

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El filme representa, más que la lucha por la igualdad, el estado caduco y perimido de un modelo en decadencia, lo representa el caso Weinstein, su aparatosidad y desesperación lo vuelven ridículo y estéril ante los hechos; lo peor ya sucedió. Una victoria sacude los cimientos del establishment machista; las interpretaciones naturalizadas trastabillan ante la presión de una  prensa en manos de la disidencia subalterna. Para bien o para mal, el desarrollo de la cultura es un devenir de posicionamientos. Relaciones de poder que arriesgan tentativas de cambio hacia modalidades diferentes, con el supuesto de mayor ordenamiento y mejor justicia. Esloganes que se pliegan a la circunstancia;  Me Too cobra vigencia en las conciencias, de inmediato lo asociamos al reclamo.

Algunos pasajes nos alertan de la profundidad de los sucesos, lo íntimo se despliega ante la cámara en un tratamiento suave y cuidadoso. El travelling lento, testigo de conversaciones reservadas, recorre en profundidad de campo el pasillo del hotel. La cámara se desplaza, frente a un pequeño jacuzzi, suavemente sostenida por el relato que contrasta con un flashback inicial donde una joven Laura Madden huye desesperada por la calle. Los tiempos se invierten para mostrar la vivencia de lo interminable frente la urgencia del desenfreno.

Una obra prolija y ordenada que no suena rimbombante. Nunca estará de más la denuncia, sin caer en saco roto, restaura el recuerdo inmediato en la memoria; un machacar que, más que llover sobre mojado, amplía la conciencia  de algún desprevenido desatento a las noticias del presente.

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Ficha técnica:

Ella dijo (She Said),  EUA, 2022.

Dirección: Maria Schrader
Duración: 129 minutos
Guion: Rebecca Lenkiewicz. Libro: Jodi Kantor, Megan Twohey
Producción: Annapurna Pictures, Plan B Entertainment, Universal Pictures. Distribuidora: Universal Pictures
Fotografía: Natasha Braier
Música: Nicholas Britell
Reparto: Zoe Kazan, Patricia Clarkson, Carey Mulligan, André Braugher, Jennifer Ehle, Ashley Judd, Angela Yeoh, Maren Heary, Sean Cullen, Anastasia Barzee, Hilary Greer, Tina WongLu, Nancy Ellen Shore, Wesley Holloway, Stephen Dexter, Emma O'Connor, Brad Neilley, Katie Nisa, Stephanie Heitman, Sujata Eyrick, Justine Colan, Elle Graham, Rand Faris, Anita Sabherwal, Leah Kreitz

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