Críticas

El espíritu de la sanación

El curandero

Znachor. Michał Gazda. Polonia, 2023.

Cartel de la película El curanderoEsta es una preciosa película, tanto por la historia que cuenta, plena de dramatismo y de humanismo, como por su calidad artística, dirección, montaje, actuación y diseño.

La vocación es el asunto central del filme. Un médico se destaca en uno de los hospitales de Varsovia para sus habilidades quirúrgicas y por su dedicación al servicio. Nunca dejaremos de admirar a los médicos por esa mágica capacidad para curar. Todos hemos sido testigos agradecidos de distintas intervenciones, en las cuales el paciente dolorido y angustiado recibe el beneficio de las manos y mentes de médicos que sanan, experimenta los procedimientos cuidadosos y cariñosos de enfermeras y hospitales, y siente el paso por el cuerpo de drogas que alivian el dolor, eliminan inflamaciones e infecciones y ayudan a restituir tejidos y órganos. Detrás de todo ello está la firme dedicación de muchas personas, inspiradas por doctores y pioneros, que no descansan, que acompañan, que animan. Entonces se establece la conexión entre estas personas y estos esfuerzos y la capacidad propia y natural del cuerpo de los pacientes para sanarse y recuperarse de la enfermedad, del daño, de las heridas. Se unen así dos fuerzas nacidas de la vocación: la de los que curan, con la vocación de servir y sanar y la de los que se dejan curar, con la vocación de disfrutar de la salud y de confiar en sus cuerpos y en la maravillosa naturaleza que los aviva.

Entonces algo terrible sucede y este médico famoso sufre circunstancias que bloquean y destruyen su carrera, que lo llevan a desaparecer de la sociedad. Un manto de olvido personal y social cubre su vida y la de los que lo rodean.

El curandero, fotograma

En todas las culturas existen también los curanderos. Como es tan amplio el espectro de las enfermedades, como son tantas las circunstancias físicas, biológicas, mentales y espirituales que afectan la salud del cuerpo y del alma, son igualmente abundantes las ocasiones para ayudar al otro cuando la debilidad se apodera de las personas: un consejo, una palabra sensible, una escucha atenta, un ungüento, una bebida aromática, un masaje, un emplasto, una oración, una unción con aceite, un canto, una invocación. Tantas cosas sencillas y poderosas vienen a la mente de las personas como posible ayuda, en buena parte basadas en las experiencias de la niñez, cuando la madre tomaba en sus brazos al niño angustiado y lloroso y le cantaba y le aplicaba algo y, en efecto, cosas buenas pasaban. Sabemos en el fondo de nuestras conciencias que el espíritu maternal es sanador, aún si lo que hizo fue llevarnos oportunamente al doctor o al centro de salud. En esta forma sabemos también que no estamos solos ante el dolor y la enfermedad. Diversas personas sienten en su interior que tienen capacidad para sanar y para curar; sea que hagan parte de tradiciones, que se conviertan en aprendices de algún experimentado maestro o que desarrollen sus propias habilidades, eventualmente se convierten en curanderos. Las personas los buscan. Todo esto contribuye de alguna forma a la tarea colectiva de la sanación de las enfermedades y dolencias.

Nuestro médico, transcurridos muchos años de la tragedia personal que destruyó su vida profesional, se ha convertido en un personaje que deambula por los campos, caminando en busca de sentido, iluminada su marcha por una íntima, pero tímida, vocación de ayuda a los demás cuando experimentan el dolor y la enfermedad. Es así como se va convirtiendo en curandero de los pueblos vecinos. Resulta ser un curandero diferente, ya que en lo profundo de su ser está dotado de las capacidades del médico famoso que era parte de los más granado de su profesión, y eso lo lleva a ser atrevido y valiente y a enfrentar casos complejos, aunque no sepa por qué. Y lo hace con éxito.

Imagen de El curandero

Naturalmente los curanderos populares no pueden enfrentar casos complejos, en los cuales hay traumas severos, heridas cerebrales, fracturas delicadas, infecciones e inflamaciones graves. Casi todos, curanderos y enfermos, saben que en estos casos se requiere la intervención de la medicina organizada, de los hospitales, de los cirujanos y médicos expertos y entrenados. Acá está prohibido el empirismo y desterrada la curandería popular. Tanto es así, que nuestro curandero, a pesar de sus notables logros, cae en una nueva espiral de sufrimientos y tragedias pues ha violado las estrictas leyes que vigilan la práctica de la salud. Nadie, ni él mismo, puede asegurar que esté capacitado ni entrenado. No pasa de ser un curandero de pueblos. No puede operar.

Es en este punto donde la película adquiere dirección y profundidad únicos, su sentido más humano y se convierte en una navegación por los extensos mares del ser, por las potencias del alma de las personas, por la indeclinable motivación vocacional que supera cualquier limitación.  El espíritu de la sanación, el don de la curación de los enfermos se vuelve protagonista de una bella historia, llena de intrigas y sagas, que inspira y que vale la pena disfrutar.

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Ficha técnica:

El curandero (Znachor),  Polonia, 2023.

Dirección: Michał Gazda
Duración: 140 minutos
Guion: Marcin Baczynski, Mariusz Kuczewski, basada en Znachor de Tadeusz Dołęga-Mostowicz
Producción: Magdalena Szwedkowicz
Fotografía: Tomasz Augustynek
Música: Paweł Lucewicz
Reparto: Leszek Lichota, Maria Kowalska, Ignacy Liss, Anna Szymańczyk, Miroslaw Haniszewski, Mikołaj Grabowski, Izabela Kuna, Pawel Tomaszewski, Małgorzata Mikołajczak, Krzysztof Dracz, Patryk Szwichtenberg, Sławomir Holland, Robert Gonera, Stanislaw Brudny, Adam Nawojczyk, Jarosław Gruda, Henryk Niebudek, Artur Barciś, Karolina Piechota

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