Críticas

Un fracaso que tenía potencial

Una canción irlandesa

Wild Mountain Thyme. John Patrick Shanley. Irlanda, Inglaterra, 2020.

Una canción irlandesa - CartelUna canción irlandesa (Wild Mountain Thyme, 2020) empieza como un cuento de hadas, entre caballos y abejas, ubicado en los hermosos paisajes de Irlanda, donde conocemos a Rosemary (Abigail Coburn) y cómo se le rompe el corazón ante las actitudes de su vecino, Anthony (Darragh O’Kane), marcando la vida de la pequeña para siempre. El tiempo pasa y nos encontramos con Rosemary (Emily Blunt) y Anthony (Jaime Dornan) en el presente, cuando se reúnen por la muerte de la madre de él, después de años sin verse. Una posible compra de las tradicionales fincas, en las que crecieron los niños, por parte de Adam (Jon Hamm), un primo lejano que viene de Estados Unidos, hace que los protagonistas se enreden en encuentros casuales que los llevan a acercarse… Y bueno, todos sabemos cómo se desarrollan este tipo de comedias románticas, llenas de situaciones y equivocaciones que pretenden ser divertidas, pero en este caso se quedan en el camino de las buenas intenciones.

Tal vez lo más decepcionante es que el filme tiene todas las herramientas para ser una comedia genial. Originalmente, la historia fue la obra de teatro Outside Mullingar, que el mismo autor, John Patrick Shanley, ha adaptado y dirigido para la pantalla grande. Pero el ritmo no le ayuda en su transición audiovisual, las situaciones no avanzan y la historia se vuelve lenta muy pronto, todo lo que va a suceder se ha anunciado previamente a través de los diálogos y se vuelve un poco redundante cuando finalmente ocurre. Aunque después descubrimos que todo fue hecho a propósito, porque Adam compara a los irlandeses con los americanos y asegura que los primeros no actúan rápidamente, la reflexión llega muy tarde en la película, cuando el ritmo y el interés ya han decaído considerablemente.

Una canción irlandesa - Fotograma

Shanley, que se llevó el Oscar por el guion original de Hechizo de Luna (Moonstruck, 1987) y volvió a estar nominado por la adaptación de su éxito teatral La duda (Doubt, 2008), ha demostrado con anterioridad que sabe traducir el lenguaje teatral al cinematográfico, por eso no deja de extrañar que su regreso al cine con Una canción irlandesa sea una decepción. La obra de teatro original duró menos de dos meses en la cartelera de Broadway, en su estreno en 2014, y aunque estuvo nominada al premio Tony como Mejor Obra ese mismo año, las críticas irlandesas no fueron nada generosas con el reconocido autor, por no decir que eran absolutamente destructivas. Tal vez esa era una clara señal para dejar el proyecto descansar, pero Shanley no entendió el mensaje. Y la crítica cinematográfica no se quedó atrás, calificaron esta película como “una caricatura de la vida irlandesa” y con “una cuestionable historia de amor”. Creo que no se equivocan.

Lo que la hace tolerable es la abundancia del humor con toque ácido, muy parecido al de los ingleses, con unos diálogos bien pensados y ágiles que invitan a la reflexión, tratando de no quedarse en la comedia romántica banal a la que Hollywood nos tiene acostumbrados. En el fondo, la historia habla de sueños por realizar, de diferencias familiares, de la tradición y del sentido de pertenencia; todos mensajes muy interesantes si lo contaran de una mejor manera, los elementos están presentes en la cinta, pero son altamente desaprovechados.

Una canción irlandesa - Fotograma

Cuando llega el clímax de la historia típico en este tipo de películas, donde los enredos se aclaran y la pareja principal comienza a entender todo y a enamorarse, el filme parece perder el orden y el sentido: los protagonistas se salen del tono que llevaban, los diálogos pierden su fuerza y las situaciones se vuelven incoherentes, parece un largometraje diferente de un momento para el otro.

El toque de cuento de hadas con el que la historia empieza se diluye considerablemente, y cuando se retoma para el clímax parece más una historia de terror con lluvia, relámpagos, cuervos y una música demasiado dramática, pésimas decisiones del director. Y de la nada llega el final feliz esperado, aunque un poco «deus ex machina» sacado de la manga del escritor, sin mucha coherencia y con una sensación de haber podido hacer algo mucho mejor.

La selección del casting, que incluye también a Christopher Walken, es acertada, incluso cuando los acentos irlandeses suenan postizos, hasta el de Dornan, que nació en el norte de Irlanda. Sus actuaciones son divertidas, lo que rescata la película de hundirse en el tedio absoluto. La música con aires irlandeses y la canción que le da el título al film se repite en las voces de los protagonistas, es un leitmotiv tierno que le da un aire de frescura y descanso a la narración, pero desaprovechado.

Una canción irlandesa - Fotograma

Es cierto que llegué con muchas expectativas a esta película; al ver el casting y la reputación del autor, esperaba algo más satisfactorio de esta comedia romántica. Por eso Hollywood sigue su fórmula de siempre, no solo porque ya la tienen perfectamente diseñada, el espectador sabe lo que le espera y aun así se emociona; además, siempre es más fácil seguir un mapa ya establecido que ir a ciegas contando una historia que al final termina llena de incoherencias. Cruzaré los dedos para que la próxima película de Shanley no repita este camino.

Trailer:

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Ficha técnica:

Una canción irlandesa (Wild Mountain Thyme),  Irlanda, Inglaterra, 2020.

Dirección: John Patrick Shanley
Duración: 102 minutos
Guion: John Patrick Shanley
Producción: John Brady, Anthony Bregman, Bradley Gallo, Martina Niland, Karen L. Thorson, Leslie Urdang, Alex Witchel
Fotografía: Stephen Goldblatt
Música: Amelia Warner
Reparto: Emily Blunt, Jamie Dornan, Jon Hamm, Christopher Walken, Lydia McGuinness, Darragh O'Kane, Abigail Coburn

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