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SEMINCI 2016 – Unanimidad en jurado y público, discrepancia en críticos

Acerca del palmarés de la 61ª Edición del Festival de Cine de Valladolid

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Celebrada la 61ª edición del Festival de Valladolid, los días 22 a 29 de Octubre, el Jurado Internacional  dio a conocer su palmarés, y en la Sección Oficial, otorgó la Espiga de Oro de Mejor Película a la italiana Locas de alegría (La Pazza gioia), del realizador Paolo Virzì. Ha conseguido ser la aplastante vencedora de esta semana, porque además se le ha concedido el Premio de Mejor Actriz ex aequo a sus dos protagonistas, Valeria Bruni-Tedeschi y Micaela Ramazzotti, e igualmente se ha alzado con el Premio del Público; este último, una coincidencia con el jurado que no suele ser habitual, y que contrasta con la opinión que habían ido plasmando los críticos, que se dividían entre los que la encontraron con demasiada verborrea, ruidosa y comercial, y los que la valoraron especialmente. Nos encontramos entre estos últimos, y este filme fue precisamente el que mayor impacto nos produjo, haciendo que afloraran de manera intensa tanto el dolor como la risa, sensaciones difíciles de combinar con tanta profundidad. Narra la historia de dos mujeres internadas en una clínica psiquiátrica, dos féminas de caracteres muy diferentes, en una relación de amistad que irá aflorando el dramático pasado de cada una de ellas. La crítica completa de la película la pueden encontrar en este mismo número de la revista.

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La segunda en el ranking de triunfadoras es El ciudadano ilustre, de los argentinos Gastón Duprat y Mariano Cohn, filme que ya obtuvo premio para su protagonista, Oscar Martínez, en el Festival de Venecia, y además, va a representar a la Argentina en los próximos premios de la Academia en Estados Unidos. Se encontraba entre las favoritas de la crítica, y narra el regreso a su pueblo natal de Salas, de un escritor argentino poseedor del Premio Nobel de Literatura. Un viaje físico y psíquico que llega a producir situaciones cómicas, rodeadas de humor negro. En Valladolid ha obtenido la Espiga de Plata a la mejor película, además del Mejor Guion, obra de Andrés Duprat.
Pasando a la que ha conseguido alzarse en la tercera en importancia de galardones, se sitúa la película brasileña Madre solo hay una (Mãe só há uma). A su directora, Anna Muylaert, que ya conocíamos por su anterior filme, Una segunda madre ( Que Horas Ela Volta, 2015), continúa indagando en su obsesión por la relaciones padres-hijos, reflexionando sobre el impacto que produce la ausencia de los primeros en el crecimiento de los segundos, esa constatación de que el cariño se produce por el contacto, y probablemente también sea decisivo en la forma en que los menores vayan enfrentándose a su futuro. En esta ocasión, un adolescente de diecisiete años, Pierre, de repente, debe convertirse en Felipe al ser encontrado por su familia biológica, que llevaba buscándole día tras día, desde que fue robado en el momento de su nacimiento. Anna Muylaert se ha alzado con el Premio a la Mejor Directora, y el actor que encarna al adolescente, Naomi Nero, ha obtenido el de Mejor Actor, en una interpretación, que, apoyada en primeros planos, consigue abordar la confusión que se produce con la nueva relación filial, en combinación con otras inquietudes propias de la edad y de su personalidad, como la ambigüedad sexual.

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Nos ha llamado la atención en esta edición del Festival, en su Sección Oficial, la gran importancia que se ha dado en reflexionar sobre las relaciones, traumas y vicisitudes que pueden surgir en las relaciones entre padres e hijos, fundamentalmente las maternales. Además de las ya mencionadas Locas de alegría y Madre solo hay una, destacaríamos también el sobrio e interesante largometraje La madre, del español Alberto Morais, en donde un chico intenta sobrevivir con una ausente e inestable madre, en una huida constante ante la inminente persecución de los servicios sociales para hacerse cargo de su custodia en un centro público. En la lista, también incluiríamos a la colombiana La ciénaga. Entre el mar y la tierra, de los directores Manolo Cruz y Carlos del Castillo, un sentido retrato sobre una madre coraje, que intenta salir adelante con un hijo de veintiocho años, inmovilizado por una enfermedad neurológica. Y ello debe hacerlo en un entorno sumido en la pobreza y el olvido, recurriendo a la imaginación, al sentido del humor y al respeto por la decisión ajena. Tampoco faltan, y no nos olvidamos de ellas, las que abordan las relaciones padre/hija. Entre ellas, citaríamos, en primer lugar, Hija (Dokhtar), película iraní de Reza Mirkarimi, que ahonda en el estatus todavía existente en la familia de muchos países, en que el único poder sigue recayendo en el varón, con un padre autoritario y déspota que intenta anular cualquier conato de emancipación de una de sus hijas; en segundo lugar, destacaríamos Tormenta de arena (Sufat Chol), película procedente de Israel, de la directora Elite Zexer, en donde nos sigue indignando los pocos visos que existen en cambiar la infame situación de las mujeres. En esta ocasión, en una aldea beduina del sur del país, a cuenta de unos festejos nupciales, damos una vuelta por la poligamia, por supuesto masculina, los matrimonios concertados de hijas adolescentes contra su voluntad o el poder del marido en expulsar del “hogar” o círculo familiar a su mujer, cuando le parece oportuno.

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Como cuarta película vencedora de la noche, situaríamos al largometraje egipcio del realizador Mohamed Diab, Clash (Eshtebak), premiada al Mejor Nuevo Director y por su fotografía, dirigida por Ahmed Gabr. Su autor nos introduce, dos años después de la revolución egipcia y tras la destitución del presidente islamista Morsi, en un furgón policial en El Cairo, vehículo en donde se traslada a personas de ideas muy diversas, que deberán enfrentarse con sus diferencias.
Por lo demás, en otra semana dedicada al cine, abierta a más secciones, ciclos o actividades que las habituales, con salas que continúan repletas de público y propuestas que también siguen ahondando en inquietudes sociales, se entregaron las Espigas de Honor a José María Prado, director de la Filmoteca Española durante muchos años, al cineasta y productor indio Bobby Bedi, al primer actor de proyección internacional procedente del cine de Bollywood, Kabir Bedi, el inolvidable Sandokán, y por último, a la apasionante actriz Geraldine Chaplin, de la que seguimos disfrutando en sus intensas y apasionadas intervenciones como artista cinematográfica internacional, una enorme estrella que todavía nos sigue dando grandes alegrías.

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