Críticas

Una mujer es una mujer

Scarlet

L'envol. Pietro Marcello. Francia, 2022.

El cine francés sigue mostrando una activa capacidad de producción heterogénea. Cine de acción, dramas sociales y comedias son los géneros más fecundos. De vez en cuando una pieza de época contribuye a cumplir con el nivel de expectativas. El imparable ritmo de filmaciones se corresponde, en algunos casos, con el éxito en taquilla y una buena acogida crítica. Elementos que engrandecen una cinematografía hoy en día de las más potentes de Europa. Una industria, la gala, sólida, seductora, que aporta talentos y surgen nuevos jóvenes realizadores. Está en la cima y esta ola hay que surfearla en su cresta más elevada.

Una situación halagüeña y estable propicia un elevado porvenir consumado con la aparición cada temporada de propuestas personales que se convierten en rápido objeto de atención. Entre ellas destaco el nuevo trabajo del cineasta italiano Pietro Marcello (Caserta 1976). Scarlet (L’envol, Francia, 2022), confirma el interés que despierta este autor considerado como una de las voces narrativas más sugerentes en el panorama cinematográfico europeo.

Sus contribuciones dejan poso. Su estilo de rodar y filmar, la manera de tratar las imágenes, de dibujarlas y colorearlas, corresponde a un artista audiovisual con un gusto apasionado y singular. La delicadeza de su trazo, acompañado por una profunda mirada humanista, se ajusta para labrar historias emocionales y sensoriales. Envueltas en partituras musicales de una riqueza compositiva de enorme calado y ceñidas al corazón de las escenas.

Sus cualidades expresivas y la hondura de su relato, partiendo de novelas de reconocido prestigio, construyen mundos propios y conforman una adaptación de verso libre y ahondando en el camino creativo. En este caso, Pietro Marcelo y su equipo de guionistas recurren a la novela corta El vuelo, del escritor de origen ruso Alexander Grin. Un novelista y cuentista polifacético y muy habilidoso para muchos menesteres. Su variedad de oficios conocidos y experiencias vividas lo podrían igualar, salvando las distancias, a la azarosa existencia aventurera de Jack London. El escritor estadounidense es el responsable de la obra literaria Martin Eden, llevada a la pantalla grande en una lectura atrevida y posmoderna por Pietro Marcello. Con lo cual no es de extrañar que Marcello se sintiera muy identificado con el relato El vuelo, llevándolo a la tendencia femenina, aportando un pensamiento lateral y creando un personaje único y admirable, Juliette (Juliette Jouan).

Scarlet se abre con la frase premonitoria “Cualquiera puede hacer milagros con sus propias manos”, que define a la perfección el devenir del argumento. Este es muy sencillo. Un soldado, Raphael (Raphaël Thierry), en los rescoldos de la Primera Guerra Mundial, regresa a su hogar, en el norte de Francia, y se entera que su mujer ha fallecido y que tiene una hija, Juliette. Busca trabajo, lo encuentra ocasionalmente como carpintero, pero el ambiente y los vecinos de la aldea en la que vive son hostiles y lo tratan con desprecio.

Pronto averiguaremos que Raphael, bajo el perfil gastado y devastado por la severidad y exigencia del conflicto bélico, es un hombre sensible y amoroso. Los planos de las agrestes y arrugadas manos del personaje masculino tocando y acariciando las pequeñas y frágiles manos de la niña dejan constancia del contraste. Porque en las manos reside la esencia y sentido de esta fábula en clave de melodrama.

Raphael es un tipo con rostro escarpado. Sus facciones denotan el espanto de meses infernales en el frente. Su aparición en escena es de una calidez subyugante. Lo vemos yendo de regreso a casa, por un camino y paraje natural captado con imágenes estéticamente elaboradas y trabajadas con rigor fotográfico hermoso desde un registro cromático fascinante. Se diría que la composición de los planos no es baladí o solo bonita, sino más bien una textura pictórica de eco a la altura de Delacroix. Contraluces, sombras y colores primarios configuran unos pasos iniciales preciosos, cuyo ornamento es intrínseco y no un mero adorno.

Pronto sabemos que Raphael, como le sucedía a Gérard Depardieu en su papel de combatiente que vuelve a casa en El regreso de Martin Guerre (Le retour de Martin Guerre, Francia, 1982), es un hombre que tiene un corazón muy grande, un alma ambigua y un cariño inusitado hacia su hija. En el transcurso del metraje esa sensación quedará aumentada y corroborada.

Sin embargo, en la aldea, Raphael encuentra un clima hosco y puñetero. Se aísla a las afueras de la villa en una casona llamada «la mansión de los milagros». Ahí, entre gente a favor, ejercerá de padre amoroso y educador incomparable, a la vez que se empleará como carpintero y ebanista, desarrollando su innata destreza con las manos para trabajar la madera. Las manos y el desempeño de la artesanía son factores ligados al sentido del alcance de la película.

Un giro enriquecedor en la narración hace que la historia prosiga su andadura, pero desde un punto de vista coincidente e integrado desde la mirada de Juliette, que ha crecido y su carácter denota síntomas cuajados e independientes, reafirmando el papel pluridimensional de las mujeres en el cine de hoy.

El espectador asiste a la evolución, en el tiempo, de los personajes centrales. Su transformación estructurada y pautada con inteligencia es vitalista. A media sesión, Juliette se adueña del fulgor de las circunstancias tras descubrir su valía para el canto y la música. Con el correr de los años y bajo el instructivo manto de su padre, la chica convertida en mujer se adapta a los tiempos e impone una figura independiente y llamada a desempeñar un cometido de osada libertad. Una joven dispuesta a no dejarse someter, sino a marcar un itinerario interior y exterior lejos de reglas serviles para las de su género. En esta línea, Scarlet es muy actual y dialoga con el público de manera espontánea.

Incluso en el amor, Juliette es diferente. Se enamora de una aviador aventurero, Jean (Louis Garrel), quien la conquista por representar una masculinidad abierta y excitante en contraposición a los paupérrimos y bellacos jóvenes aldeanos que la pretenden, prototipos del patriarcado más rancio e involutivo. Con la presencia de Jean reaparece el propósito del relato, la extensión fabulada de un velero rojo o ese vuelo al que alude el título original en francés, sinónimo de libertad y sueño. Y el sueño es una meta para Juliette que, como mujer de principios del siglo pasado, tiene la facultad de ser ella misma.

Tráiler de la película:

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Ficha técnica:

Scarlet (L'envol),  Francia, 2022.

Dirección: Pietro Marcello
Duración: 100 minutos
Guion: Pietro Marcello, Maurizio Braucci, Maud Ameline, Geneviève Brisac
Producción: Coproducción Francia-Italia-Alemania; arte France Cinéma, CG Cinéma, Match Factory Productions, RAI Cinema, Avventurosa, Eurimages, Ministero della Cultura
Fotografía: Marco Graziaplena
Música: Gabriel Yared
Reparto: Raphaël Thierry, Juliette Jouan, Louis Garrel, Noémie Lvovsky, Yolande Moreau, François Négret, Ernst Umhauer,

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