Críticas

Una oportunidad para el reencuentro

Suzume

Suzume no tojimari. Makoto Shinkai. Japón, 2022.

Suzume aficheMakoto Sinkhai nos regala una hermosa aventura con los ingredientes necesarios al despertar de emociones escondidas en cualquiera de nosotros.

Suzume es una adolescente de 17 años que descubre la presencia de puertas de acceso al más allá, territorio donde habitan ancestros y dioses que se manifiestan en un “gusano” difuso en ascenso por los cielos; suerte de energía destructora causante de terremotos. Ella tiene el privilegio de visualizar un fenómeno ajeno al resto de las personas. Conoce a Sota, apuesto joven encargado de cerrar las puertas por donde la energía ancestral se filtra. Juntos compartirán una peligrosa peripecia de la cual saldrán transformados.

Romance proyectado, se desembaraza de anacrónicas convenciones románticas, inducidas por atracción física, para desembocar en consecuencias iniciáticas. Suzume quedará prendada, Sota es el clásico muchacho apuesto y esbelto, amor a primera vista que se desarrolla y persiste en medio de la aventura; las transformaciones reducen la profundidad del afecto a la intensidad de los sucesos.

Un coming-of-age fuertemente enlazado a asuntos pendientes que involucran la muerte y el más allá. Pasado traumático que se balancea en una suerte de atracción predestinada hacia la experiencia de lo vivido. Canal que abastece la posibilidad de una integración interior; lo desvalido resuena en el desastre de un “gusano” que opera en la liberación, solo aplacada por rituales mediados por conversiones en objetos fijadores a la contención del caos. Sustituciones que reconducen la suerte de una niña desvalida hacia la propia adultez interior, en medio de un proceso donde la tía será necesario punto de referencia para la mediación. Contribuirá a la comprensión desde sinceridades situacionales que obedecerán al descontrol en la expresión de sentimientos desarticuladores de idealizaciones tranquilizadoras. Tamaki reconocerá el sacrificio por la adopción, sinceramiento adulto que no exige arrepentimiento. Recreación de un clima que no admite resentimientos ni culpa, tiempo de aceptar lo humano como tal, “curación” mediada por la comprensión de lo, hasta ahora, ignorado en el presente.

Suzume fotograma

El bien y el mal sustituidos por el orden del universo, reglas fijas neutralizadas y habilitadas, en procedimientos y rituales de contención, con algunos toques de convencimiento, mediante ejercicios de humilde alabanza.

Un coming-of-age diferente, plagado de símbolos, emprende avances y retrocesos en la acción y la fantasía. Combinación que da como resultante la maduración, la integración de partes como protección, esperanza y absolución del niño interior. Contacto con fuerzas, tan poderosas como indefinidas, en la absorción de lo temporal; entrecruzamiento de energías desbocadas en la ausencia de tramitación. El “gusano” ancestral es todo lo que está fuera de control, las intensidades lideran riesgos de diverso tipo. Estamos indefensos frente a reclamos no identificados, tan solo expresados en voluntad energética que actúa en ciega destrucción. Empuje que tiende a la devastación- liberación, siempre y cuando no se recurra a acciones y rituales de contención. La ajenidad del ser humano, ante el terremoto, delimita niveles de conciencia que circulan en la clandestinidad, Sota representa lo heroico de los humanos especiales que afrontan el riesgo. Suzume se incorpora a la categoría mediante el amor hacia Sota y una sensibilidad especial adquirida en la infancia, cuando atravesó la puerta hacia el inframundo, suerte de conglomerado de sustancias energéticas desbocadas que  participan, en principio, de la inconsciencia, para luego asumir un compromiso con el altruismo. Se verá involucrada sin saberlo; todo saldrá a luz en el cumplimiento de un deber accidental.

Bondad y maldad adscriptas a la circunstancia, la dicotomía categorial se diluye en deberes y sentimientos circunstanciales: los gatos ocasionan y resuelven problemas a partes iguales, la tía Tamaki es depositaria de una moral que cumple sin falsos remordimientos; la culpa está ausente, solo priman deberes y momentos impregnados de naturaleza cósmica y humana.

Un drama de aceptación de roles por acción continua, Suzume y Sota, Daijin y Sadaijin, Tamaki y Serizawa. Las funciones por sobre las inculpaciones, los lugares en clave de deber social trascendente. Equilibrios necesarios se articulan en movimientos complementarios, permiten aflorar dinámicas interconectadas en el tiempo y, más aun, superpuestas en lo temporal: las vivencias de Suzume involucran pasado asociado a combinaciones implicadas en el mundo de los muertos con bagaje de sucesos misteriosos y atemporales.

Suzume escena

El gato Sadijin es un personaje extraño que sostiene un híbrido; la maldad lavada en términos de una sombra que asimila la verdad de lo siniestro al rol de la sinceridad sin temor. Se adhiere a una contracara no tan definida: Daijin, el gato blanco que lo complementa en la batalla por sentar el equilibrio cósmico. La lucha y apuntalamiento en la contención del “gusano”, representante de un impulso irracional portador de cierta especial racionalidad, es autonomía en el respeto de una conjunción de divinidades ancestrales contenidas en la exigencia de consideración por el ejercicio de la humildad. Los rezos de Sota advierten la soberbia humana ante la naturaleza en un intento de mitigar la ofensa ante lo grandioso. Lo numinoso se expresa, en su poder destructor, sin clara intención aniquiladora.

Frente a esto, la ignorancia del humano corriente, las causas atribuidas al terremoto afincan en el conocimiento científico, sabiduría artificial en ajenidad a los misterios del poder “sobrenatural”, naturaleza escondida que opera solo a la vista de unos pocos elegidos con responsabilidad asumida en la tradición. Sota calza en una categoría a la que Suzume entra por el azar de la vivencia infantil; inocencia que la mantiene inconsciente hasta que la curiosidad activa el gradual despertar.

Hermosa historia para adultos y, por qué no, también para preadolescentes; cautivadora en el atractivo de instancias que combinan acción, valores y emoción, para la definición de una naturaleza que accede a lo que es, sin juzgar. Aceptación de roles por el deber, en combinación con sentimientos, válidos en su expresión, solo por el hecho de ser experimentados.

Salvaguarda de la naturaleza humana a través de la comprensión. Daijin se dará cuenta de su error en silencio, Tamaki expresará su sinceridad  en la polaridad de lo obvio por la circunstancia. Suzume acogerá su pasado, con ternura surgirá  la invalidez en la sanación de su propia vulnerabilidad, Sota será nuestro héroe incondicional, sea como piedra angular o bajo el formato de silla “renga”. Sadijin, tras su apariencia de mal agüero, será la otra cara de la victoria, la distracción y el reconocimiento del peligro para el despliegue del lado oscuro. Su aspecto no convoca la maldad, contribuye al reconocimiento e integración de lo inaceptable, fundamental en el equilibrio universal.

Suzume plano

Las puertas se abren, improvisación que resurge desde diferentes lugares, el “gusano” hace presión, la ebullición de emociones contenidas es llevada a la implosión que provoca la lluvia, el estallido interior evita la catástrofe, pero no la extingue, vuelve a resurgir, como muestra, en la ausencia de una calma que requiere de equilibrio. La piedra angular lo brinda, suerte de fetiche sagrado reequilibrador de potencias. Símbolo de calma, asegura un funcionamiento tan sistemático como automático; la sociedad descansa sobre creencias, las potencias ignotas operan en un registro de alienación social que solo los elegidos manipulan. Zona oscura, núcleo muerto en la apariencia, los sitios abandonados se suceden para albergar la progresión de espacios de intensa presión energética.

Símbolo del psiquismo humano en autorregulación defensiva, la violencia se vuelve en contra ligada a episodios desconocidos; la solución supera los puntales, pasa por albergar lo escurridizo en una suerte de sentida comprensión, espacio íntimo, de reconocimiento y aceptación propias en la esperanza de un mañana promisorio. Es la historia de Suzume y la niña pequeña, unificación requerida que apaciguará los ánimos, la puerta que se debe cerrar luego del ritual. Un símil acertado que enlaza el misterio a lo social por extensión.

Excelente creación de Makoto Sinkhai, integración de amplio alcance para una cinta que recrea experiencias individuales, sociales y cósmicas, a través del misterio y la pasión.

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Ficha técnica:

Suzume (Suzume no tojimari),  Japón, 2022.

Dirección: Makoto Shinkai
Duración: 122 minutos
Guion: Makoto Shinkai
Producción: CoMix Wave Films, Story, Aniplex, Kadokawa, Lawson Entertainment, Voque Ting. Distribuidora: Toho
Fotografía: Animación
Música: Kazuma Jinnouchi, Radwimps
Reparto: Animación

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