Críticas

Depredador regresa (una vez más)

Predator

Otros títulos: El Depredador.

The Predator. Shane Black. EUA, 2018.

Corrían los años 80 y la carrera de Arnold Schwarzenegger recién comenzaba a tomar vuelo, con películas como Conan el bárbaro (Conan the Barbarian, John Milius, 1982), Terminator (James Cameron, 1984) o Depredador (Predator, John McTiernan, 1987), que lo llevarían a la fama por lo rudo y tosco de sus personajes. En Depredador, se enfrentaba a un ser proveniente de otro planeta, dispuesto a asesinar a todo soldado estadounidense que se encontrara en la selva sudamericana, donde había aterrizado. Ese personaje, el depredador, inició así toda una mitología a su alrededor, y es por el hecho de que Schwarzenegger se enfrentó a él en la primera entrega de la saga, que generalmente relacionamos a este ser extraterrestre con el fornido actor austro-estadounidense. Después de 31 años, varias secuelas y spin-off, llega El Depredador, la entrega más nueva de la saga, que promete refrescar -o no- al monstruo venido de otro planeta.

El primer punto de contacto de Predator con el primer capítulo de Depredador es Shane Black, su director. Black fue uno de los integrantes del comando encabezado por Schwarzenegger en la película de 1987, entre quienes estaban, además del austríaco, Carl Weathers, más conocido por ser el famoso Apollo Creed en la saga de Rocky (John G. Alvidsen, 1976). Sin una carrera demasiado prolífica en el mundo de la actuación, habiendo interpretado a algunos personajes secundarios en La Caza del Octubre Rojo (The Hunt for Red October, John McTiernan, 1990) y Robocop 3 (Fred Dekker, 1993), Black se dedicó a un rubro en el que tuvo un poco más de éxito, ya que fue el guionista de las cuatro entregas de Arma Letal (Lethal Weapon, Richard Donner, 1987), El Último Gran Héroe (Last Action Hero, John McTiernan, 1993) y, más recientemente, Iron Man 3 (2013), filme que además se convirtió en su segunda incursión en el mundo de la dirección. En Predator, Black no solo dirige, sino que también coguiona junto a Fred Dekker, reviviendo una sociedad que ya los vio juntos en Robocop 3, con Dekker como director y Black como integrante del reparto, como ya señalé anteriormente. En este apartado no convencen demasiado, ya que se encargan rápidamente de ponernos en situación, con un inicio que ubica a McKenna, personaje principal, en una posición similar a la que Schwarzenegger presentaba en la primera entrega, casi como la de un super soldado invencible. Luego, esta cuestión se verá exacerbada con el correr de los minutos de cinta, pero considero que tanto el intérprete como la época de producción de este filme no se asemejan ni por lejos a las de las mejores películas de acción de los años ochenta, recurso que está claro que busca explotar sin éxito alguno.

Si hablamos de la saga Alien, es imposible olvidar la semilla que dejó sobre su final Predator 2 (Stephen Hopkins, 1990), el germen que dio lugar a la producción de Alien vs Predator (Paul W.S. Anderson, 2004) y su secuela en 2007. Ni estos filmes mencionados ni Predators (Nimród Antal, 2010) han logrado agregar algo nuevo, más que querer apoderarse de la historia e intentar reescribirla, algo muy común en la industria, y que hemos visto suceder, justamente, en Alien y su última entrega, Alien: Covenant (Ridley Scott, 2017).

Poniendo el foco sobre personaje principal, es Boyd Holbrook quien encarna a Quinn McKenna, un soldado norteamericano que “roba” unos objetos extraterrestres, luego de luchar contra un depredador en el medio de la selva. Es allí cuando decide enviarlos por correo a su casa, donde lo recibe su hijo Rory (Jacob Tremblay), un niño prodigio que logra descifrar el código informático de los elementos y logra manejarlos a su gusto. Holbrook tiene recursos para lograr cumplir con el papel que se le ha asignado, pero, de alguna manera, sigue sin convencerme totalmente, como sucedió en Narcos (2015-2017), o cuando interpretó al villano de Logan (James Mangold, 2017). Por otro lado, Tremblay ya demostró estar a un gran nivel cuando interpretó al niño que experimentó años de cautiverio junto a su madre, en La Habitación (The Room, Lenny Abrahamson, 2015), siendo su actuación en Predator uno de los fuertes del mismo. Cuando se presume que McKenna está ocultando información, es apresado, y en su viaje a prisión conoce a un grupo de chiflados, formado por Nebraska (Trevante Rhodes), Coyle (Keegan-Michael Key), Baxley (Thomas Jane), Lynch (Alfie Allen) y Nettles (Augusto Aguilera), personajes que buscan agregar algo de humor, pero, vuelvo a repetir, es un recurso que no agrada, y que considero similar al que recurriera Jean-Pierre Jeunet en Alien: Resurrección (Alien: Resurrection, 1997).


Debo confesar que antes de entrar en la sala donde se proyectaba Predator no tenía demasiadas expectativas al respecto y,justamente, fue eso lo que el film me dio: nada especial que genere expectativas con respecto a la saga. Como en muchas de estas historias, a veces es mejor quedarse con las originales y no intentar reinventarlas, intentando explicar cosas que quedarían mejor como estaban.

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Ficha técnica:

Predator  / El Depredador (The Predator),  EUA, 2018.

Dirección: Shane Black
Duración: 107 minutos
Guion: Shane Black, Fred Dekker
Producción: Davis Entertainment
Fotografía: Larry Fong
Música: Henry Jackman
Reparto: Boyd Holbrook, Trevante Rhodes, Jacob Tremblay, Keegan-Michael Key, Olivia Munn, Thomas Jane, Alfie Allen, Sterling K. Brown

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