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La eterna juventud y el cine: Divertimentos sobre los significados de la vida y de la muerte

El manantial

La eterna juventud en el cine

Recorrer el cine es como recorrer la vida. En los miles de películas que se han filmado en todos estos años se ha dibujado una enorme constelación de temas en el firmamento de todas las posibilidades. Cuando cualquiera de nosotros decide investigar, es decir, explorar esos espacios, atreviéndose a tratar un tema cualquiera, no se va a sentir decepcionado. Van a aparecer películas extraordinarias, que adquieren un significado especial, un brillo único, cuando se las mira desde una perspectiva curiosa e ilusionada. Van a aparecer filmes menos notables, pero que adquieren realce cuando se les mira con atención, aportando también ellos claves insospechadas. El tema de investigación, se convierte en un hilo conductor que guía al espectador investigador por los laberintos de la vida, hasta encontrar una razón de ser, un sentido, algo que se puede expresar y comunicar.

La vida y la muerte, por supuesto, son los temas esenciales del cine. En el cine, casi siempre, se narra la vida y con frecuencia aparece la muerte como hecho inevitable, como realidad dramática, como desencadenador de la trama que se quiere narrar. Es la eterna juventud, o la vida que no termina, una excusa para poner a la muerte como protagonista central de la historia. Detrás de la vida que se prolonga indefinidamente, aparece la muerte que se desea y que no aparece. Como en la parábola del hombre que recibe el don de tener tres deseos y los malgasta, el que recibe el don de la juventud eterna, tiene siempre la sensación de que su deseo final va a ser el de recibir una muerte que lo libere de la vida. O, de modo menos trágico, el de recuperar la vida normal, esa que incluye la posibilidad de morir en cualquier momento.

El mito de la eterna juventud ha estado desde la antigüedad relacionado con algún tipo de fuente. Las primera referencia aparecen en los escritos de Heródoto (siglo IV a.C.) quien sitúa en Etiopía una fuente singular, cuya agua hace que el que se bañe en ella quede reluciente. En sus conjeturas, es esta la fuente de la larga vida de muchos etíopes, quienes con frecuencia llegaban a los 120 años de vida. Más tarde, en la época de Cristo, en Jerusalén se nos habla de la piscina de Betseda, a la cual acudían los enfermos, para esperar que el Angel, que bajaba de tiempo en tiempo, agitara el agua, quedando curado aquel que se metiera de inmediato cuando ello sucedía.

Más tarde aparecen versiones noveladas que narran las aventuras de Alejandro Magno en sus conquistas por el oriente, en las cuales se dice que buscaba una mítica agua de la vida. De estas historias se nutrieron leyendas de la época de la conquista española de América, que se enlazaron convenientemente con historias de los nativos americanos. Se mencionaba en ellas que había una fuente curativa en la legendaria isla de Bimini, situada en algún lugar del Caribe. El famoso explorador Juan Ponce de León al parecer dedicó fuerzas y tiempo a buscar esta fuente, y ocupado en esos menesteres, exploró y descubrió la Florida.

Por otra parte, la inmortalidad como don resulta no solamente de fuentes. También se la ha relacionado con la piedra filosofal, el santo grial y el elixir de la vida.

Las diversas leyendas de este tipo, se prestan para construir historias en el cine. La eterna juventud y la inmortalidad van a aparecer como dones extraordinarios, de naturaleza mágica. Cuando se los recibe como donación, dan lugar a personajes de naturaleza heroica, romántica o ejemplar, que sufren la experiencia sin acabar de entenderla o de disfrutarla. Cuando se buscan de manera codiciosa, obsesiva o violenta, dan lugar a personajes malditos, esclavos de la magia negra, condenados a experimentar situaciones confusas y terribles, siempre en busca del don verdadero que no logran alcanzar

¿De dónde viene el don de la eterna juventud, tal como se lo recibe en el cine? Con frecuencia de la combinación de extraños fenómenos provenientes del cielo, de las radiaciones o de la naturaleza. En otras ocasiones se lo encuentra en fuentes de aspecto humilde, perdidas en el bosque. No es extraño que provenga de visitantes del espacio exterior o de la acción de hadas madrinas o de magos, que derraman dones sobre recién nacidos. Entrando en materia, haremos algunos recorridos por el cine de la eterna juventud.

El secreto de AdalineEn la preciosa película El secreto de Adaline (The age of Adaline, Lee Toland Krieger, 2015) se nos ofrece una aproximación romántica y llena de fantasía al tema. Adaline recibe este don luego de sufrir un accidente en un solitario camino de campo, en una noche invernal, cuando tenía 29 años. Una combinación de bajas temperaturas corporales, de relámpagos y radiaciones provenientes del espacio genera su extraña condición. Lo que se recibe como bienvenida sorpresa y como regreso de la muerte a la vida, para ella se convierte en fuente de tormento. Es una bella y atractiva mujer, que recibe ofertas amorosas y que no carece de admiradores. Pero nunca logra comprometerse con una relación estable por su incapacidad de compartir con otros su condición única. Ella la lleva a vivir como una nómada, pasando por diversas situaciones, educaciones y profesiones, cada cierto tiempo cambiando de lugar, siempre joven y bella, siempre misteriosa. Su sino es perder a todos los que ama, incluyendo a su hija. Además, ser testigo de la frustración y el desconcierto de sus enamorados, que, abandonados, se van con otras sin dejar de amarla. Como tantas veces sucede en el cine, el amor verdadero, el definitivo, aparece para que todo se resuelva y se deshaga el hechizo, tal como había sido hecho.

Tuck - EverlastingQuizás la historia más clásica relacionada con la eterna juventud en el cine, es la de la familia Tuck. Hay dos versiones basadas en la misma saga, con el mismo nombre, Tuck Everlasting (1981, Frederick King Keller; 2002, Jay Russell). En estas narraciones, basadas en un libro infantil escrito por Natalie Babbitt y publicado en 1975, se nos cuenta de una familia, esposos y dos hijos hombres, que lleva cerca de cien años cargando con el don de la eterna juventud. Lo recibieron inadvertidamente cuando bebieron de un manantial al pie de un majestuoso árbol de arce sicómoro, situado en un bosque en los límites de algún pueblo de gente sencilla. Una niña adolescente es la protagonista. Ella experimenta impulsos de libertad, que la llevan a alejarse de su casa, en la cual se siente reprimida, y a adentrarse por los bosques cercanos, propiedad de sus padres. En una de sus escapes se encuentra con el más joven de los Tuck y con el amor. Se desata para ella una aventura donde atestigua la nobleza y la ambición, apareciendo claramente ante sus ojos las dos caras del don de la eterna juventud, la de los que lo buscan para adquirir poder y riqueza y la de los que lo llevan como una bendición, resignada y pesada, tal como sucede con los Tucks. Para ellos la vida debiera ser como una rueda; como la llama de un fuego, que siempre cambia. Bajo el don de la eterna juventud, los Tuck sienten que se han vuelto un poco como seres inorgánicos, como rocas. Para ellos ya no existe el miedo a la muerte sino el temor ante la inevitabilidad de la vida. No es que se dejen llevar por la depresión o la amargura, sino más bien por una cierta sabiduría y aceptación cansina. Winnie, la niña, se llena también de sabiduría y de madurez y escoge bien cuando se le ofrece el don.

Nos preguntamos entonces, cómo recibiríamos un don de esta naturaleza. Y cómo se viviría la vida ante la certeza de la juventud permanente, en comparación con la vida que llevamos, en la cual la mayor certeza es la de la muerte.

La fuente de la vidaDe un tono dramático y altamente esotérico es la versión de la eterna juventud que nos ofrece La fuente de la vida (The Fountain, de Darren Aronofsky, 2006). En ella, el protagonista, un investigador y médico, descubre las virtudes de la corteza de un árbol de la selva centroamericana, cuando hace aplicaciones de la misma sobre un mono enfermo. Pareciera ser que ha encontrado el árbol de la vida, capaz de curar y de rejuvenecer. Pero a pesar de sus intentos, no logra salvar la vida de su esposa afectada por un cáncer, quien muere al mismo tiempo en que se acerca a su descubrimiento, sin poderlo aplicar en ella. Para el espectador, la secuencia de eventos que da origen a todas estas cosas es altamente surrealista, contaminada por los sueños, moviéndose entre el pasado, el presente y el futuro. Es una mezcla de ciencia ficción, de visiones esotéricas de la historia y de viajes sicodélicos hacia el futuro, narrada de forma enteramente circular. La esposa ha escrito un libro inconcluso sobre España, la inquisición, la búsqueda del poder y del árbol de la vida. El libro se llama La fuente, y el protagonista del filme se convierte en su personaje principal, un conquistador y guerrero. Al libro entra y de él sale hasta descubrir que lo debe terminar a través de su propia experiencia. Su amada esposa es también personaje de su propio libro, reina de España y guía. Se nos revela la eterna juventud como un imperativo natural, ante el cual la vida eterna humana se doblega, trascendiendo hacia la vida de la naturaleza: consumir la savia del árbol de la vida convierte a los humanos en naturaleza, en brotes de hojas que todo lo cubren. Muere el hombre y surgen brotes verdes de su cuerpo. Y en el plano espiritual y mental, el viaje del protagonista se convierte en una jornada hacia los mundos estelares, en los cuales reside Xibalba, el dios nébula-creador de los Mayas, donde el hombre se reconcilia con la realidad de su propia muerte, que se confunde con la explosión de la estrella y con renacimiento del árbol de la vida. Podría decirse que La fuente de la vida es una alegoría que proclama a la vida eterna que se refleja en lo ecológico, en lo natural. Una visión de la fuente de la vida con ciertas afinidades a la modernidad.

CocoonFunciona en tonos menores, mucho más ligeros y divertidos, otra película de la eterna juventud y de ciencia ficción, Cocoon (Ron Howard, 1985). En ella la juventud, en forma de energía renovada y de vitalidad, es el regalo inesperado que un grupo de ancianos que viven en un hogar a orillas del mar, reciben cuando se bañan furtivamente en una piscina de una villa de las cercanías. Es que en ella alguien está guardando unos capullos rocosos, especies de crisálidas que contienen los cuerpos en hibernación de antiguos extraterrestres, sobrevivientes a los cataclismos de la Atlántida, a los cuales sus compañeros planetarios han venido a rescatar. A estos ancianos de juventud renovada nos acercamos con simpatía y buen humor, ya que la película, aprovecha a sus veteranos y prestigiosos actores para crear escenas divertidas. Los seres extraterrestres, no son extraños a este ambiente y se dejan llevar y atraer por estos viejos, con paciencia casi amorosa, hasta el punto de que invitan a 30 ancianos a viajar con ellos a su nave, que los recoge en medio del mar, garantizando con ello su eterna juventud. Podemos ver en todo esto una alegoría de los efectos renovadores que tienen el buen trato, la simpatía, la amistad, la risa y las ilusiones, sobre la edad mental; esa edad que sienten las personas en sus adentros cuando se imaginan que vendrán días mejores.

StardustY hablando de eterna juventud, hay que mencionar a la magia y a las brujas que viven por siempre, aunque con cuerpos cada vez más desgastados, los cuales deben renovar y rejuvenecer a costa de lo que sea, por medio de hechicerías y de amuletos. Esta es la eterna juventud frustrada que rodea los ambientes y las aventuras en El misterio de la estrella (Stardust, Matthew Vaughn, 2007). Michelle Pfeiffer es Lamia, una de las tres antiguas brujas que buscan su perdida belleza en un amuleto que ha caído del cielo. Sus malvadas artes manipuladoras hacen que se vaya esfumando, golpe a golpe de magia negra, cualquier juventud o belleza remanente. Acá se convierte la eterna juventud en la eterna vejez. Podría interpretarse esto como una moraleja sobre los falsos impactos de la belleza superficial y pasajera, aquella que se obtiene a base de artificios y que no refleja la belleza y la bondad interiores. Funciona Stardust en dos mundos, separados por “The Wall”, el muro. Acá, el mundo normal; allá, el mundo de la fantasía. Un boquete está abierto para los atrevidos que quieran pasar, aquellos capaces de engañar al antiguo vigilante que impide el paso. Solo dos se han atrevido, un joven que hace años recibió una herencia de amor de una princesa atrapada por un hechizo en el reino de la fantasía. Un niño es ese regalo, su hijo y el de ella; el mismo que, joven también, siente un impulso intuitivo que lo lleva a la fantasía y a encontrar una estrella caída del cielo, alcanzando con ella la juventud eterna de los luceros del cielo. Es la película una alegoría de la vida que se vive como atrevida magia, como ilusión, dejando que los sueños sean la fuente de la juventud, que es tan eterna como la vida, como las estrellas.

17 otra vezPara cerrar este recorrido, vale la pena referirse a la visión de comedia melodramática de la eterna juventud, como la presenta Hollywood, en 17 otra vez (17 Again, Burr Steers, 2009). Un hombre llega a los 35 años sin que se hayan cumplido sus sueños de gran deportista y de esposo feliz, sintiendo frustración y fracaso personal y familiar. Luego de un regreso circunstancial a su antiguo colegio, se ve sometido al contacto con un extraño ser y con su magia, que lo vuelve a sus 17 años de juventud. Decide entonces reinventarse con la ayuda de su amigo de toda la vida, el único que sabe de su mágica transformación. Nos podemos imaginar las continuas situaciones cómicas que se generan, en general bien manejadas y entretenidas, debidamente combinadas con el melodrama, las cuales hicieron de 17 otra vez un éxito de taquilla. Pero conviene resaltar el manejo novedoso del asunto de la recuperación de la juventud como cambio personal, como aproximación al sentido de la vida, como segunda oportunidad para dejar de lado las torpezas que han dado al traste con las posibilidades. Torpezas que se identifican en la película como las incapacidades de las personas para experimentar y sentir, fijando sus ilusiones en falsas imágenes del otro, en vez de dejarse llevar por la posibilidad de la empatía y de la cercanía, tanto hacia el otro como hacia las circunstancias y puntos de vista. Aspectos siempre misteriosos y algo indefinidos a primera vista; pero también interesantes y atractivos si se los contempla con aprecio. Una vez hecho esto, ya no hay necesidad de recuperar la juventud a base de donaciones fantásticas: ya ella es parte de la vida.

Nos quedamos con la sensación de que hay algo de eterna juventud en los toques de magia que nos da el cine, divertimentos sobre los significados de la vida y de la muerte.

Stardust

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2 respuestas a «La eterna juventud y el cine: Divertimentos sobre los significados de la vida y de la muerte»

  1. Excelente artículo Enrique. Pienso que la muerte, por la extrañeza que supone racionalizar lo desconocido y comprender su significado trascendental, es un generador de fantasía infinito.

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