Video Juegos
Mad Max
Mad Max: Furia en la carretera (Mad Max: Fury Road, George Miller, 2015) ha sido uno de los grandes estrenos de 2015 y ha supuesto el regreso de George Miller a la imagen real tras las dos entregas de Happy Feet (2006, 2011). Aunque la película se ha querido presentar como un remake de la segunda entrega de la trilogía original, Mad Max 2: El guerrero de la carretera (Mad Max 2, 1981), esta nueva entrega ha supuesto un auténtico reboot de la saga y una verdadera rareza dentro de los estrenos del año. Es como si Miller nos hubiera devuelto de golpe al cine de los años ochenta, pero con los medios del siglo XXI. El resultado es un estilizado espectáculo visual, una película sin concesiones, que no explica demasiado lo que ocurre, ya que, desde el principio, y hasta el final, se convierte en una persecución desesperada a través del desierto.
Como apuntaba hace unos meses Mario Cea Millán en esta misma revista, “una de las peculiaridades de la trilogía original es que cada película parecía reinventarse a sí misma, compartiendo, eso sí, el talento del visionario director. Si la película del 79, Mad Max, salvajes de autopista (Mad Max) era una película de venganza en un mundo en decadencia, la segunda: Mad Max, el guerrero de la carretera es la que marca el estilo de la saga, y donde el personaje se mitifica definitivamente como un lobo solitario crepuscular. Una vez asentada la estética post-apocalíptica, la tercera: Mad Max 3, más allá de la cúpula del trueno (Mad Max 3: Beyond Thunderdome, 1985) rompía el molde de nuevo para virar hacia la épica y el cine de aventuras. Un héroe que encuentra la redención gracias a la resobada cita del elegido”.
Pues bien, el gran mérito del videojuego Mad Max, desarrollado por Avalanche Studios y diseñado por Cory Barlog, responsable de God of War II, es que se adentra en ese mundo y nos permite conocer mucho mejor eso que llaman el Páramo (Wasteland), el territorio que queda cuando se ha agotado el agua y desaparece el estilo de vida que conocemos. En ese Páramo viven muchos enemigos, especialmente los leales servidores de Lord Scrotus, pero también algunos aliados, empezando por el dedinegro Chumbucket, más conocido como Chum, un mecánico que irá mejorando el coche de Max hasta convertirlo en el Magnum Opus. Chum recuerda mucho, por su particular físico, al personaje de Efialtes, el traidor de 300 (Zack Snyder, 2006). Entre los aliados, también destacan el enigmático Griffa, que irá concediendo habilidades al personaje principal y le irá revelando fragmentos de su pasado (hay escondida toda una historia de pérdida), y también Jeet, Gutgash, Pink Eye y Deep Friah, cada uno de los cuales lidera una fortaleza para oponerse al poder creciente de Lord Scrotus y su esbirro Stank Gum.
En un año en el que parecía que Star Wars. Battlefront iba a acaparar toda la atención, Mad Max ha aparecido dispuesto, si no a arrebatarle, sí al menos a disputarle el título de “juego del año”. El videojuego de Mad Max resulta un buen complemento para el visionado de la película, ya que nos ofrece múltiples detalles sobre el mundo en el que vive Max Rockatansky, con un mapa enorme en el que se van desplegando diferentes historias, misiones principales y secundarias. La posibilidad de mejorar al personaje y su vehículo es una de las grandes virtudes del juego, que consiste básicamente en conducir, pelear y disparar en mitad de un mundo en ruinas que nos permite contemplar un aeropuerto abandonado, un puerto comercial en mitad del desierto, autopistas y ciudades desiertas…
Hay algunos detalles que dialogan directamente, no solo con la última película de Miller, sino también con su trilogía original, como cuando nos encontramos de repente dentro de la Cúpula del Trueno en una lucha a muerte o nos ponemos al volante de un Ford Falcon XB GT con 8 cilindros en V, el inconfundible coche de Max. Hasta ahora, el universo postapocalíptico de Mad Max había permanecido aletargado, pero las nuevas películas previstas y lo atractivo de un mundo de estética punk puede que lo resuciten y acaben convirtiéndolo en un nuevo ejemplo de narrativa transmedia o universo de ficción. Será necesario esperar, pero no demasiado.
Hasta que llegue ese momento, Mad Max nos ofrece muchas horas de juego, incluso cuando ya hayamos concluido la campaña principal, pues las misiones secundarias, las operaciones de saqueo en busca de chatarra, agua o gasolina (bienes más valiosos que el oro en este mundo) y las carreras de velocidad y supervivencia nos mantendrán vinculados al Páramo durante unas cuantas horas más. Abróchense los cinturones.
Tráiler: