Críticas

El odio en los tiempos de las fake news

Hater

Hater. Jan Komasa. Polonia, 2020.

Gran parte del cine y la literatura del siglo XX planteó la fantasía de ser víctimas del control pleno por parte de un estado totalitario que reprimiera nuestras libertades, tanto físicas como mentales. Esto no era una cuestión meramente filosófica, sino que hubo experiencias trágicas en las que se restringió la libertad de los ciudadanos en pos de hacer prevalecer una ideología. En pleno siglo XXI, la idea de control se mantiene, pero se podría decir que, en la praxis, la cuestión ha mutado un poco, especialmente con el advenimiento de las redes sociales y su popularización a niveles que, en el pasado, hubieran sido impensados. Sí, nuestra forma de relacionarnos con el mundo, con otros seres humanos y nuestra interpretación de los hechos que ocurren a diario se ve sesgada, ya no solamente por la influencia de los medios de comunicación, sino también (y en mayor medida) por toda la información que consumimos a través de las redes sociales. Hater llega para plantear los problemas que esta nueva forma de relacionarnos con todo nuestro entorno puede llevarnos a repetir experiencias bastante desagradables. 

En 2018, la red social Facebook se vio envuelta en un gran escándalo, cuando un ex empleado develó que la empresa había favorecido a Trump en las últimas elecciones. Todo esto fue posible gracias a la filtración de la información (supuestamente privada) de una gran cantidad de usuarios, con la finalidad de influenciarlos a través de un análisis de sus datos, utilizando estrategias de marketing en redes. Se supo entonces que la empresa que estaba detrás de todo esto era Cambridge Analytica, una consultora que además de influir en las elecciones estadounidenses de 2016, también fue acusada de operar a favor del Brexit y el PRO en la Argentina, en los comicios de 2015. Tal fue la magnitud del caso, que esto llevó a Mark Zuckerberg (dueño de Facebook) a comparecer frente al senado norteamericano en una sesión que dejó más dudas que respuestas. Con este escenario planteado, Jan Komasa nos invita a adentrarnos en la vida de un joven que encuentra, en su dominio de las redes sociales, una forma de ingresar -casi accidentalmente- al mundo laboral y termina envuelto en una escalada de rosca política que parece no tener límites.  

Acusado de haber plagiado un trabajo, Tomasz Giemza (Maciej Musialowski) es expulsado de la carrera de Derecho, lo que provoca el rechazo de los Krasucki, la familia de clase alta que lo apadrina, tanto económica como emocionalmente. Esto tiene un gran impacto psicólogico en Tomasz que, además de haber construido una fuerte relación -casi familiar- con Zofía (Danuta Stenka) y Robert (Jacek Koman), está visiblemente enamorado de Gabi (Vanessa Aleksander), la hija menor de ambos. Perdido, Tomasz debe replantearse sus objetivos y consigue un trabajo en una agencia de «Relaciones Públicas», disfraz perfecto para albergar lo que, en realidad, es una granja de trolls. Una influencer de fitness es una de sus primeras víctimas, demostrando así sus grandes aptitudes como troll, por lo que su jefa decide llevarlo directamente a la campaña política por la alcaldía de Varsovia. Esta nueva labor que le asignan tiene como objetivo destruir la imagen del líder progresista, en favor del más conservador. Allí descubre que los Krasucki acompañan y trabajan a favor de la campaña de su contrincante, lo que le agrega un condimento extra a su odio. Infiltrándose en el corazón de la campaña del partido progresista, logra recomponer la relación con sus padrinos, en una acción que mezcla el odio que le exige su trabajo con la búsqueda de legitimación luego del bochorno de la expulsión universitaria y su amor por Gabi. Esta disyuntiva representa su mayor conflicto interno y lo convierte en un personaje muy complejo desde el punto de vista psicológico, capaz de cualquier cosa, hasta de las más oscuras miserias de un ser humano.

La aparición de movimientos de extrema derecha en Europa (y en todo el mundo) es, sin duda alguna, lo que inspiró a Mateus Pacewicz, ya que cada vez adquieren mayor relevancia en puestos políticos, con un discurso que parece retrotraernos a un siglo atrás, pero que curiosamente se disfrazan de algo innovador y superador. Uno de los grandes fuertes de su guion reside en la sensación de que su protagonista no tiene límites, de que es capaz de todo, no solo por sus objetivos laborales y sentimentales, sino por la sed  adrenalínica que le genera involucrarse, cada vez con mayor profundidad, en la ola de odio a la que está subido. Por otra parte, el trabajo fotográfico de Radek Ladczuk intenta demostrar un estilo sobrio, que transmite sofisticación, pero además llena de oscuridad y solemnidad a la imagen, cuando Tomasz opera a favor del candidato conservador, mientras que cuando le da tratamiento a su par progresista, todo es más claro y lleno de luz, sentando una clara posición al respecto.  

Hater pone sobre la mesa varias preguntas con las que nos desafía la tecnología en la actualidad: ¿Cuál es el límite de la libertad de expresión? ¿Es favorable a esa libertad de expresión el hecho de permitir la propagación de discursos de odio, que justamente la coartarían? Sin dudas, estos desafíos están allí, sobrevolando nuestra actualidad y exigen replantearnos nuestra interacción con las redes sociales antes de que sea demasiado tarde. 

 

Tráiler:

Comparte este contenido:

Ficha técnica:

Hater (Hater),  Polonia, 2020.

Dirección: Jan Komasa
Duración: 135 minutos
Guion: Mateusz Pacewicz
Producción: Naima Film
Fotografía: Radek Ladczuk
Música: Michal Jacaszek
Reparto: Maciej Musiałowski, Vanessa Aleksander, Agata Kulesza, Danuta Stenka

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.