Críticas

Inmortalidad, divino tesoro

La vieja guardia

The Old Guard. Gina Prince-Bythewood. EUA, 2020.

Póster promocional de La vieja guardiaHay vida más allá de Marvel y DC en la inagotable fuente de ideas que es el cómic para la gran pantalla. Los superhéroes viven un momento dulce, como es por todos sabido, para bien o para mal. Pero resulta que, aparte de los mamporros del enmascarado de turno, el cine se ha inspirado en la viñeta en múltiples ocasiones y desde hace mucho tiempo. El noveno arte es tan inmenso e inabarcable en ideas y conceptos como las propias películas, así que es normal que sean dos lenguajes que, gracias a sus puntos en común, recorran caminos compartidos en multitud de ocasiones.

El enésimo ejemplo de esta comunión artística llega con La vieja guardia (The Old Guard, Gina Prince-Bythewood, 2020), espectáculo de acción bien condimentado con elementos fantásticos. Entre sus alicientes, la siempre estimulante presencia de Charlize Theron, que parece sentirse bastante cómoda en papeles físicos de mujer guerrera. Sin ir más lejos, uno de los momentos más celebrados de su ya extensa carrera fue la magnífica Furiosa de la no menos impresionante Mad Max: Furia en la carretera (Mad Max: Fury Road, George Miller, 2015).

Sin llegar a esas poderosas cotas de excelencia, Theron dirige en La vieja guardia a un experimentado grupo de mercenarios. No hay misión imposible que valga, aunque son muy cautos a la hora de escoger sus trabajos. La eficiencia del equipo es a prueba de situaciones mortales, y es que los miembros de este letal escuadrón tienen su secreto. En realidad, son inmortales curtidos en los campos de batalla a través de la historia, cuya misión es proteger a un mundo que no conoce su existencia.

Por supuesto, sus habilidades salen a la luz, ya que en la sociedad hipervigilada y tecnificada del siglo XXI es complicado permanecer en un perfil bajo. Claro está, su inmortalidad despierta el interés de personajes de dudosa moralidad, dispuestos a todo con tal de desentrañar el misterio de la vida eterna.

La vieja guardia

A lo largo del camino de salvación de estos héroes un tanto atípicos, tenemos pizcas de casi todos los clichés del género, con un extra de toque introspectivo acerca de lo que significa el peso del mundo sobre los hombros. La aparición de una nueva inmortal acelera la acción e introduce otro camino común: el consabido viaje de tránsito a la madurez por parte de la inexperta protagonista y la eterna dicotomía entre mentor y alumno.

Siendo sinceros, no hay atisbo alguno de originalidad en La vieja guardia. Es innegable que hay intenciones, investiga sobre sus posibilidades con recursos para la transmisión de alguna idea con pretensiones, pero sin llegar a ser petulante acaba por volverse en contra de la propia película.

La vieja Guardia no pasa de entretenimiento ligero. En ocasiones, a uno le apetece ver un edificante espectáculo de patadas, puñetazos, malabares con armas puntiagudas y sonido de huesos chocando contra el suelo. No hay nada malo en oxigenar la mente en la búsqueda de cierto equilibrio entre sesiones de cine un poco más sesudo. Es genial que, de cuando en cuando, aparezcan películas que, sin tratar al espectador como si fuese memo, dan lo que pedimos a una sesión con palomitas. La película de Gina Prince-Bythewood, convencida directora de La vieja guardia, queda un poco en tierra de nadie, puesto que no es una tontería sin fuste, pero hay momentos en los que se toma demasiado en serio. Y esa esencia de vistoso divertimento se diluye.

El tono melancólico trascendental dota de contenido moral y psicológico para construir personajes que sean algo por encima de la típica excusa y detonante de la pirotecnia de turno. No funciona del todo precisamente por esa insistencia en el plomizo peso del tiempo. Queda claro, por activa y pasiva, que la vida en el campo de batalla pasa factura.

Charlize Theron en La vieja guardia

Por si no eso no fuera poco, después de tanto esfuerzo en la definición de personajes, estos se arrastran hacia terrenos de sobra conocidos por el espectador, muy poco camuflados. El drama es previsible, y la soluciones las hemos visto antes. Muchas veces. Hasta la extenuación.

Por suerte, el apartado técnico, sin ser maravilloso, solventa la papeleta, y las escenas de acción cumplen el cometido. No es que sean la octava maravilla ni cambiarán la concepción del cine de rotura de tibia y peroné, pero son lo suficientemente vistosos, muy lejos del ridículo que más veces de las que me gustaría abrazan los circos explosivos de este tipo.

Y está Charlize Theron. Pura presencia y carisma. Lleva sobre sus espaldas al resto del reparto, que cumple y ya. Suyas son las escenas más impactantes y los momentos trascendentales, tanto en los que a acción pura y dura se refiere como a instantes calmados e introspectivos.

La vieja guardia no es un horror, pero destila cierto aroma a quiero y no puedo. Demasiado seria, quizá, para lo que tiene que ofrecer. Admito que no he leído la obra en la que se basa, pero es su propio autor, Greg Rucka, el encargado de su traslación a la pantalla. Acción, sí, y entretenida, pero algo descafeinada para las posibilidades que se vislumbran en la prometedora premisa.

Huele a segunda parte, me temo. A ver si dan unas gotas extra de lo bueno y liman lo malo para la próxima.

Tráiler:

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Ficha técnica:

La vieja guardia (The Old Guard),  EUA, 2020.

Dirección: Gina Prince-Bythewood
Duración: 125 minutos
Guion: Greg Rucka
Producción: Netflix, Denver and Delilah Productions, Skydance Productions, Dune Films
Fotografía: Barry Ackroyd
Música: Volker Bertelmann, Dustin O'Halloran
Reparto: Charlize Theron, Chiwetel Ejiofor, KiKi Layne, Chico Kenzari, Matthias Schoenaerts, Luca Marinelli, Harry Melling, Veronica Ngo, Anamaria Marinca, Joey Ansah, Adam Collins, Jill Buchanan, Peter Brooke, Tuncay Gunes, Oliver Simms, Steve Healey, Natacha Karam, Russell Balogh, Adam Basil, Obie Matthew

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