Críticas
El musical para quienes odian los musicales
Chicago
Rob Marshall. EUA, 2002.
If you can’t be famous, be infamous.
(Chicago, 2002)
¡5, 6, 7, 8!
Entiendo por qué mucha gente odia los musicales. En muchos montajes de Broadway y sus adaptaciones al cine, los personajes empiezan a cantar de la nada, ante la mirada no atónita de los demás presentes en la escena, como si fuera muy normal. La queja más común es, “¡¿por qué no lo hablan, por qué lo tienen que cantar?!”. Pues Chicago (2002), de Rob Marshall, es una de las pocas excepciones de esta norma. Su versión cinematográfica rompe el molde tradicional y es el musical ideal para quienes los odian, porque se van a encontrar con varias sorpresas. Este film recuperó el interés del público por este género que parecía olvidado, avivó la llama que Moulin Rouge (Baz Luhrmann, 2001) encendió el año anterior y se coronó como la ganadora del Oscar a Mejor Película después de 35 años de Oliver (Carol Reed, 1968), el último musical que se había llevado ese mismo premio.
La película no empieza por los créditos, desde ahí rompe con las tradiciones. La pantalla empieza en negro y lentamente se empiezan a revelar los ojos de Roxie Hart (Renée Zellweger), la cámara entra en su ojo y se lee el nombre de la película. Estamos en su cabeza, en su propio Chicago. La música empieza y con ella la primera secuencia de la película: la fabulosa Velma Kelly (la ganadora del Oscar Catherine Zeta-Jones) llega a su camerino en un club nocturno con las manos manchadas de sangre y un arma. El público presente estaba esperando un show con su hermana Veronica, pero tendrán que conformarse con una sola de las hermanas Kelly. Lo que no saben es que Velma la acaba de matar, igual que a su marido. Sí, el de Velma, los encontró juntos haciendo “el águila extendida”. ¡Pero el show debe seguir! Y nada va a detener a Velma, que hace un fantástico primer número con la canción All that Jazz sola, sonriendo, con toda la energía que tiene en su interior.
Roxie la observa a lo lejos, la admira y quiere ser como ella. Y para lograrlo hará lo que sea. Después de matar a su amante porque la engañó (le prometió que la pondría a cantar en el mismo club nocturno de Velma), Roxie se encuentra en la cárcel frente a frente con Velma, que no ha perdido su fama. Es más, la ha duplicado. Ahora es una famosa asesina que espera su condena y se ha vuelto la comidilla de los periodistas, ha salido en primera plana y el país entero está siguiéndole la pista, en la ciudad de Al Capone, la de los disturbios raciales del “verano rojo” de 1919 y de la ley seca, donde “el asesinato es una forma de entretenimiento”. Y ese es solo el comienzo de la película, que está inspirada en una historia real.
El clásico teatral de Fred Ebb y John Kander tiene una vida renovada en las manos de Bill Condon (ganador del Oscar por su película Dioses y Monstruos , 1998), haciendo que la historia brille con estrella propia. Convertir a dos mujeres asesinas en un espectáculo mediático y volverlas famosas por ello no es nada lejos de la realidad, desde O.J. Simpson y Tony Harding hasta las Kardashians y muchos “influenciadores”, los medios han idealizado a tantas personas que no lo merecen y han generado discusiones al respecto. Las historias se cuentan solas, es labor de los libretistas adaptarlas a una realidad audiovisual con la ironía, humor negro y cinismo necesario para que reflejen una sociedad que muchos se niegan a ver.
Y por supuesto, un poco de música no puede faltar. Las secuencias de las canciones tienen unas coreografías brillantes (hechas por el propio director) y unos montajes impecables, finalmente estamos viendo todo desde los ojos de Roxie, una mujer soñadora que se casó por conveniencia y no sabe cómo defenderse en la vida por sí sola, en una época donde las mujeres aún estaban muy sometidas a lo que el hombre dijera.
El casting fue altamente criticado en su momento pues no eran cantantes profesionales, pero es totalmente justificado. Aunque todos los actores tienen experiencia en musicales, la elección fue basada en los personajes: Velma Kelly es la única realmente cantante, por eso Zeta-Jones, con una extensa trayectoria en teatro musical, se destaca sobre los demás; Roxie Hart es solo una aficionada, no es una cantante profesional pero no lo hace mal, así que Zellweger era la indicada para el papel; y el más criticado de todos fue el abogado Billy Flynn, interpretado por Richard Gere. ¿Quién dijo que un abogado sabe cantar y bailar? Y logra salirse con la suya, con su estilo propio. Los papeles secundarios lo completan cantantes profesionales como Queen Latifah y expertos en teatro musical como John C. Reilly y Christine Baranski, todos ganadores del gran premio SAG del Sindicato de Actores de Hollywood al mejor casting en una película.
Nada fue una decisión aleatoria en la película. Desde que se comenzaron a hacer las adaptaciones en cine de los musicales de Broadway, Chicago fue uno de los más ambiciosos. Pero ningún productor se arriesgaba, asegurando que la inversión era muy alta y hasta se dijo que era imposible de adaptar. El montaje de Broadway de 1996 le dio un giro a la historia original y revivió el interés por convertirla en película, esta fue la base de la versión fílmica de Rob Marshall, un bailarín y coreógrafo de teatro que se convirtió en director de televisión. En su debut cinematográfico, Marshall logró hacer una gigantesca película musical con trece nominaciones a los premios Oscar y revivir así un género olvidado que vive entre odios y amores, que sigue creciendo y mejorando. Y esta película sigue siendo de lo mejor.
Trailer:
Ficha técnica:
Chicago , EUA, 2002.Dirección: Rob Marshall
Duración: 113 minutos
Guion: Bill Condon
Producción: Martin Richards
Fotografía: Dion Beebe
Música: Fred Ebb, John Kander
Reparto: Catherine Zeta-Jones, Renée Zellweger, Richard Gere, John C. Reilly, Queen Latifah, Christine Baranski
Muy buena, aqui se roba el papel Renee Zalaguer , excelente atriz y Richatd Gerd . Como siempre, catherine z-jones hace in papepel como de siempre «de la linda «