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Douglas Sirk y la innovación en el cine clásico

Fotograma uno Solo el cielo lo sabe

Solo el cielo lo sabe  logró establecer diferencias en la interna del cine tradicional hollywoodense. Supo incluir algunas transgresiones a lo que fue el melodrama comercial del momento, a la vez que perdurar en la vigencia de su contenido, clara y objetivamente demostrativo de características típicas de la época.

El desenlace realiza con creces una pauta cultural:  la moral del personaje central femenino debe ser “rescatada”. Estamos frente a un acto de redención; he aquí la razón de ser del “final feliz”; era imposible que, entre tantos errores, propios de la “incapacidad” típica de su rol femenino, no se le diera una última oportunidad. Claro está que, no es una chance cualquiera, sino una entre las disponibles, según la concepción de género de la época: cuidar al hombre que se “sacrificó” por ella.

El filme de Douglas Sirk (1955) es parcialmente rupturista en cuanto al modelo de representación institucional que predominó y se afianzó en las décadas del veinte, treinta y cuarenta.

Bajo las producciones del star system, la cámara solía perseguir a los protagonistas con primeros planos compartidos: de frente, perfil y en interacción. La idea era producir una mayor carga dramática. Las “estrellas” principales eran el eje de atracción para el espectador. Sirk pone en juego otros elementos, con la intención de reforzar el melodrama, mediante la acción de un simbolismo complementario, que funcione desde un foco de atención diferente. Es así que surge la presencia de una tetera rota que es reparada y vuelve a quebrarse. Opera como símbolo de consideración, unión y ruptura de una relación. Un trofeo familiar representativo del temperamento de un difunto, que repentinamente desaparece ante el intento de ingreso a la familia de un ser foráneo y ajeno a una tradición de clase. La picea alba es la planta que representa la unión de los protagonistas desde la posibilidad, es la excusa para un diálogo inicial y, luego,  vuelve a serlo ante la expectativa de reconciliación.

Fotograma tres Solo el cielo lo sabe

Todos estos elementos, y otros, aparecen aportando significado para sugerir estados y situaciones, tanto concretas como posibles.

La iluminación es otra variable modificada en función de un aporte específico de sentido. La tradición marcaba la buena iluminación de los personajes centrales; aquí, por momentos, están entre las sombras en aras de la puesta en juego de recursos expresivos alternativos e  independientes del hacer del protagonista.

Tenemos el ejemplo de la discusión entre Ted y Cary: el juego con el espacio y la sombra trasmite la idea de un conflicto donde las soluciones no están claras para ella; la puesta en escena coloca obstáculos que, en ausencia, simbolizan la presencia de Ron (Rock Hudson). Es otro ejemplo de objetos significantes que, al  sumar contenidos implícitos, contribuyen a dar explicaciones  desde la creatividad y en términos estrictamente cinematográficos.

En otro orden de cosas, no debemos omitir la importancia de la música de Frank Skinner.  Es una constante durante todo el filme. Refuerza la condición melodramática con vaivenes en el énfasis y tipos de acorde, de acuerdo a los momentos del diálogo. El volumen es lo suficientemente bajo como para que pase inadvertida y, a la vez, ejerza un efecto insidioso. La música se cuela en el fondo del relato y puede llegar a eludir la conciencia de un espectador desatento;  su función es generar un clima melodramático y lo hace muy bien.

 

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