Críticas

Tensión sexual y próstata asimétrica

Cosmopolis

David Cronenberg. Francia, Canadá, Italia, Portugal, 2012.

En Cosmopolis viviremos veinticuatro horas trascendentales en la vida de Eric Parker (Robert Pattinson), un alto ejecutivo de veintiocho años, multimillonario, brillante, atractivo y visionario, que necesita con extrema urgencia un corte de pelo. Para llegar a su destino, recorrerá la ciudad en su limousine, con la convicción de que alguien quiere matarle. Mientras, el mundo se desmorona tras sus ventanas, en una ciudad tomada por los antisistema, una visita del presidente de los Estados Unidos y el funeral de un rapero.

Parte de su atractivo proviene de una diferencia de opiniones de crítica y público. En lo que hace a este último, encontramos, por un lado, a aquel que mira la película y no se encuentra más que con una sucesión de diálogos intrascendentes con frases usadas a modo de muletillas, con las que el espectador sospecha de que se trata de una auténtica tomadura de pelo y, por otro lado,  aquel que mira y, a la vez, admira una inusual destreza narrativa.

La adaptación de la novela  de Don DeLillo corre de la mano del propio director, David Cronenberg, quien ha sabido transpolar a la cinematografía una historia repleta de diálogos peculiares con una acción que se desarrolla a través de las ventanas de una limousine. A pesar de ello, su guión jamás se detiene. A Robert Pattinson se le ve cómodo en su papel, con una interpretación que convence y acaba resultando uno de los elementos más destacables de un film que parece no contar nada, pero que a través de las ventanas, nos imbuye de una historia en la que todos los personajes muestran una dialéctica tan particular, que su verborrea desemboca en ocasiones en soliloquios o diatribas contenedoras de una crítica exacerbada al capitalismo y a la lucha de clases.

Pattinson deja atrás, definitivamente, la estela crepuscular, encarnando con nota a un personaje complicado, puesto que sobre él recae todo el peso del hilo argumental de una historia extraña, difícil de contar y sobre todo difícil de cerrar. El único momento en el que la interpretación de Pattinson queda relegada a un segundo plano es cuando aparece en escena Paul Giamatti (Benno Levin).

En ocasiones parece que la película destila una escenografía futurista y caótica, ajena al protagonista que vive impasible en un halo de seguridad que le provocan los cristales tintados y aislados del ruido de su limousine. El espectador cae por momentos en esa sensación de alienación que acaba resultando desmoralizante, puesto que un detenimiento en su análisis nos lleva a reconocer un entorno de máxima actualidad, cuyos incidentes aparecen a diario en los noticieros.

A pesar de que su visión crítica de la modernidad, del sistema capitalista y del enfrentamiento y amenazas que el propio pueblo vierte ante el orden establecido la sitúan en un contexto reconocible y actual, su técnica narrativa ha provocado, paradójicamente, una reacción negativa de algunos espectadores que la tildan de anacrónica y hace sospechar que el film probablemente encontrará una mejor ubicación con el paso de los años y una perspectiva más distante.

Las panorámicas a través de los cristales de la limousine, el rodaje dentro de ella, con una angulación de la cámara que resulta difícil de conseguir, otorgan una primera parte del film curiosa, en la que el espectador intenta adivinar el nudo de la historia y simplemente éste se va desarrollando en ocasiones sin que éste sea consciente.

Los planos dentro del vehículo, su  fotografía, ese control de la simetría y de las posturas, otorgan al sexo una fracción importante de su argumento. Mientras en la calle se suceden las amenazas y el funeral del rapero Brutah Fez (K’Naan), dentro del vehículo tiene lugar una revisión médica, acompañada de una escena de sexo en la que interviene  Juliette Binoche y una de tensión sexual con una botella de agua, protagonizada por Emily Hampshire.  

La violencia se encuentra siempre latente en la filmografía de David Cronenberg, y aquí no es una excepción. Los paseos en limousine por la ciudad reciben un preludio dosificado de esta violencia que irá impregnando la película de un aire turbio, que a su vez regala momentos de gran riqueza visual, como la secuencia final donde se acrecienta una tensión que ha permanecido oculta durante parte del nudo central del argumento. La violencia aparece como respuesta y como pregunta, se habla de ella, se ve, se siente, a través de los cristales que nos muestran una ciudad corrompida, y en la propia persona de Parker.

Armas, sexo y violencia conforman un estilo excéntrico que recuerda por momentos a películas como Terciopelo Azul (Blue Velvet, David Lynch, 1986).

Tanto el inicio como su nudo y desenlace conforman una estructura sólida que acaba desafiando la extravagancia de un guión que resultaba difícil por sí solo de sostener en un metraje de cien minutos, pero las habilidades técnicas de David Cronenberg, curtido en historias nada convencionales, han sabido transmitir, gracias un dominio de los aspectos técnicos del film y un acertado casting de actores, esta peculiar historia.

Cronenberg ha sido consecuente con la obra de un autor postmodernista elogiado por la crítica y ha sabido captar en su guión esa particular visión de la modernidad y de un sistema que se cae por una economía insostenible y una población de clases absolutamente distanciadas, donde la moralidad y la violencia parecen no reconocer sus propios límites.

Un corte de pelo asimétrico para una película que acaba destilando una perfecta simetría y que cierra situaciones dentro del submundo exterior e interior del protagonista. Se obtiene un regusto de satisfacción cuando se deja reposar unas horas.

Tráiler:

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Ficha técnica:

Cosmopolis ,  Francia, Canadá, Italia, Portugal, 2012.

Dirección: David Cronenberg
Guion: David Cronenberg
Producción: Productora: Canal+, Rai Cinema, Téléfilm Canada, Prospero Pictures, France 2 Cinéma, Kinology, Alfama Films, Talandracas, Leopardo Filmes
Fotografía: Peter Suschitzky
Música: Howard Shore
Reparto: Robert Pattinson, Jay Baruchel, Kevin Durand, Paul Giamatti, Samantha Morton, Juliette Binoche, Sarah Gadon, Mathieu Amalric, Emily Hampshire, Anna Hardwick, Patricia McKenzie, George Touliatos, Maria Juan Garcias, Saad Siddiqui, Philip Nozuka, K'Naan, Jadyn Wong, Milton Barnes

3 respuestas a «Cosmopolis»

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