Críticas

Melodías animadas de ayer y de hoy (y de siempre)

Blue Jasmine

Otros títulos: Jazmín Azul.

Woody Allen. EUA, 2013.

Cartel de la película Blue JasmineCada tantos años (pongamos unos cinco u ocho) resulta común leer en las reseñas de un estreno de Woody Allen que esa es su mejor realización en décadas desde tal película (muchos eligen Crímenes y pecados, otros se inclinan por Todos dicen te quiero o Desmontando a Harry). En los últimos tiempos surgieron también Match Point (2005) y Midnight in Paris (2011) como posibles highlights de su filmografía. Pero si entre esos desacuerdos había una certeza, esa era la de que muchas de las últimas incursiones cosmopolitas de Allen, dedicadas a poner en escena los encantos de Londres, Roma o Barcelona, estaban entre lo más flojo de sus realizaciones. Para quien esto escribe, Woody Allen se convirtió en una presencia tan anodina como intrascendente de la cartelera cinematográfica prácticamente desde Acordes y desacuerdos (1999) en adelante. Parece ser que Blue Jasmine es la película a la que ahora le tocó obtener el mérito de ser considerada como uno de los grandes picos artísticos de la carrera de Allen, valoración que no logro compartir. Tuve la posibilidad de ver la mencionada Crímenes y pecados en casa el mismo día que fui a ver Blue Jasmine al cine, y me terminé encontrando con que la raíz de mi problema con la obra de Allen no estaba en que hubiera cambiado considerablemente con respecto a lo exhibido en su pasado. De hecho, el ejercicio de ver dos películas suyas tan separadas en el tiempo puso sobre el tapete el hecho de que Allen o bien siempre fue el mismo o que su conservadurismo cinematográfico viene de mucho tiempo antes.

El cineasta neoyorquino no es alguien que confíe demasiado en la inteligencia del espectador, a quien halaga intelectualmente con facilismos apoyados principalmente en sus líneas de diálogo, en la velocidad con la que sus personajes escupen cada neurosis explícitamente y sin rodeos, en cada rostro de las celebridades que pueblan sus relatos, en el casi nulo vuelo formal de sus realizaciones (el legendario director de fotografía Vilmos Zsigmond ha contado en una entrevista ofrecida al crítico chileno Alberto Fuguet que filmar una película de Allen es lo más parecido a llevar una vida normal dado el poco trabajo que demandan para un DF los escasos requerimientos formales que plantea el director, mucho más centrado en el guion y en la dirección de actores que en posibles riesgos de puesta en escena o de cámara).

Fotograma de Blue JasmineEl cine de Allen es fácil, ligero, digerible, por muy sentencioso y fatalista que se empeñe en poner cada tanto tiempo, y así lo es por lo menos desde Manhattan. No empeoró con los años, simplemente se obstinó en tocar la misma tecla una y otra vez, relegando el juego con las formas y los formatos, salvo muy contadas excepciones. En Match Point se animó a incluir una escena de aparición «post-mortem» de una anciana asesinada pidiendo al protagonista una explicación sobre su crimen. Si un director se atreve a semejante mamarrachada y se lo seguimos permitiendo, entonces no podemos venir a quejarnos ahora. Bueno, Blue Jasmine es más de lo mismo, como lo será prácticamente todo lo bueno que pueda ofrecer Woody Allen en esta última aunque muy activa curva de su vida profesional. ¿Es esto algo necesariamente malo? En lo absoluto: la oportunidad de ver a Cate Blanchett actuando en registro autodestructivo siempre será algo para agradecer, aunque ya supiéramos de antemano que es una actriz extraordinaria. La inclusión del swing o el dixieland en la banda de sonido no darán para nada mal ni en este ni en cualquier otro relato. La confrontación entre Nueva York y San Francisco es grosera pero pertinente teniendo en cuenta la exagerada diferencia de clase entre la protagonista caída en desgracia y su hermana Ginger, working-class a mucha honra. El cretinaje de la clase alta y el oportunismo white trash están puestos casi al mismo nivel, así que tampoco se puede acusar a Woody Allen de inclinar la balanza con paternalismo hacia los que “sudan la gota gorda” (a Ginger le van tan bien las carteras neoyorquinas y tendría tantas como pudiera si le hubiera tocado en suerte vivir como lo hizo su hermana). Y la elección del reparto suele ser siempre un punto alto en cada película (buena o mala) de Allen, algo que no se exceptúa en Blue Jasmine. Descontando a Blanchett, hay que mencionar el gran desempeño de Bobby Cannavale, reciente ganador del Emmy como actor de reparto por Boardwalk Empire, que acá la descose como Chili, el pretendiente bruto pero sensible de Ginger, así como también la breve aparición de Louis C.K., comediante protagonista de su propia serie televisiva que siempre paga en pantalla con su andar atribulado y errático.

Blue Jasmine, de Woody AllenLa historia es prácticamente un remedo de Un tranvía llamado Deseo, de Tennessee Williams. Jasmine (Blanchett) es una mujer adinerada de orígenes muy humildes que cae en desgracia tras la detención –y posterior suicidio- de su esposo Hal (Alec Baldwin), un estafador inmobiliario, así como también por la revelación de la numerosa cantidad de engaños con otras mujeres a la que el fallecido la expuso en vida. Librada a su propia suerte, desprovista de dinero, bienes o amistades influyentes, Jasmine (que optó por tomar este nombre en lugar del menos glamoroso Jeanette con el que la bautizaron) decide armar las valijas y regresar a San Francisco para alojarse en el muy pequeño departamento de su hermana Ginger (la británica Sally Hawkins), una cajera de supermercado divorciada y con dos hijos, a quien el difunto también incluyó en su lista de víctimas cuando quiso implementar una inversión hotelera junto a su ex marido. Jasmine y Ginger arrastran con ciertas tensiones desde su infancia por las supuestas preferencias que sus padres adoptivos parecieron tener para con la primera. Sin otros recursos que su despecho por las correrías sentimentales de Hal y su añoranza por el gran estilo de vida que cultivó en sus años dorados en Nueva York, la nueva Jasmine se ve en la necesidad de reconfigurarlo todo partiendo prácticamente de la nada. La repulsión de Jasmine hacia su nuevo “estilo” de vida y su entorno (muy especialmente con Chili) y su incapacidad para recuperar su antiguo estatus privilegiado la conducen hacia una curva descendente que encuentran su punto fuerte en la actuación de Blanchett, Su enorme fisonomía en claro contraste con su desequilibrio mental, que se deja traslucir en su lograda gestualidad siempre al borde de la crispación nerviosa funcionan como una instancia superadora frente al esquematismo rasante y la chatura formal con la que su director conduce esta historia, teniendo como principal mérito el de haber confiado en las virtudes de su actriz principal y acomodar los pocos recursos narrativos a su tour de force interpretativo.

Woody Allen seguirá estrenando a ritmo infatigable, con la misma asiduidad con la que cada lunes se presenta a tocar el clarinete con la Eddy Davis New Orleans Jazz Band, justificando columnas en los diarios escritas por personas que no suelen acercarse al cine salvo cuando el neoyorquino filma una película. Quejarse de eso, a esta altura, sería como protestar contra la lluvia. Por el momento, contentémonos con que prosiga por esta senda. No le pidamos otra cosa.

Tráiler:

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Ficha técnica:

Blue Jasmine  / Jazmín Azul ,  EUA, 2013.

Dirección: Woody Allen
Guion: Woody Allen
Producción: Letty Aronson, Stephen Tenenbaum, Edward Walson
Fotografía: Javier Aguirresarobe
Reparto: Cate Blanchett, Alec Baldwin, Peter Sarsgaard, Alden Ehrenreich, Sally Hawkins, Louis C.K., Michael Stuhlbarg, Bobby Cannavale, Andrew Dice Clay, Max Casella, Tammy Blanchard

2 respuestas a «Blue Jasmine»

  1. Blue Jasmine vale solo por ver a Cate Blanchett en el papel de Blanche. La película es un poco floja y el final muy acelerado.
    Disiento en cuanto a las mejores películas de Woody Allen. La mejor es sin lugar a dudas «Whatever works», donde el discurso de Allen pasa de lo cómico a lo dramático en un abrir y cerrar de ojos.

  2. Muy buena la reseña de Pablo Castriota, que contiene no sólo si opinión sobre «Blue Jasmine» sino que da un certero barrido por toda la obra de Allen. Y estoy de acuerdo total con ambos aspectos.
    Unas acotaciones: «Whatever Works» salió muy bien porque era un guión escrito como de hacía 15 o 20 años atrás y guardado por Allen; y el estilo y la estética lo dicen todo. Creo que «Deconstructing Harry» y «Hannah y sus Hermanas» son dos películas muy memorables de Woody Allen, y podrían estar entre sus mejores. Acá, Cate Blanchett salvó la cosa. .. pero no alcanza.

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