Críticas

Amor felino

Amor de gata

Otros títulos: A Whisker Away.

Nakitai Watashi wa Neko wo Kaburu. Junichi Sato, Tomotaka Shibayama. Japón, 2020.

La cuestión de la edad a la que se dirige una obra (el público teórico que va a disfrutar de ella, punto de referencia para los productores y los que crean avances o, como se dice en el mundo anglosajón, trailers) lleva a cierta dificultad en el momento en que nos enfrentamos ante obras de animación, en particular las japonesas. La pregunta, entonces, resulta tener muchas veces un carácter retórico más bien que inapelable, ya que el dilema no sería quién es el espectador, sino si es posible acceder a la visión del texto cinematográfico desde diferentes puntos de vista, demostración de que si una obra funciona para los niños, nada le impide acabar siendo disfrutada por los adultos también (esta idea que se mueve de lo infantil, entendido aquí como adjetivo neutro, a lo adulto puede funcionar también en el otro sentido, como en el caso de los splatter que ciertos niños aman ver a escondidas sin que se les dañe el cerebro). Que nadie se equivoque: la cuestión no es si una obra es buena o mala, sino si un hombre ya mayor puede llegar a aquel momento en el que, olvidando el contexto real en el que se encuentra, logra dejarse transportar por las figuras que se mueven en la pantalla.

Efectivamente, no es un problema de prejuicios sobre la animación, prejuicios no activos (yo lo creo) sino pasivos (ellos lo creen y me juzgan), según los cuales los dibujos animados son “cosas de y para niños”. Se trata de algo más sencillo y se basa en una simple constatación, una toma de conciencia que nos indica que algo está funcionando en aquel texto fílmico, ya que nos sentimos enganchados, como si algo nos estuviera atrayendo. Esto es lo que puede pasar con Amor de gata, una película que mezcla diferentes tendencias (desde el realismo de las relaciones humanas a la vida escolar, hasta llegar al mundo de lo fantástico, lo que está fuera de la realidad en la que vivimos) y que pone de manifiesto la estructura que rige lo que se puede definir una buena historia, o sea, una caracterización de los personajes que, en pocas palabras, logran darnos una idea completa de quién está ante nosotros y una reducción de la complejidad temática a un simple análisis de problemáticas cotidianas a las que nos enfrentamos.

Estas problemáticas se resuelven, además, en una base psicológica muy simple que se puede traducir (traducción de un sentimiento) como “el miedo a cambiar” y “la necesidad de tomar decisiones”. El mundo que nos presentan Sato y Shibayama (los directores) y Okada (la guionista) es de hecho un mundo en el que nos podemos reconocer, puesto que dibuja, en unos trazos, problemas que se parecen a los nuestros o que, en su semejanza, nos ponen en una situación de afinidad. Es aquí donde desaparece la cuestión de la edad y se nos abre un camino hacia una desaparición del tiempo, un lugar (el lugar al que llegamos en Amor de gata), en el cual todos podemos vivir algo que estamos sintiendo ahora o que recordamos haber experimentado. La soledad, el amor, la amistad, el mundo escolar, todos estos son elementos que el filme nos presenta en una situación en la que lo fantástico se introduce en la realidad, pero no por esto cambiando aquellas sensaciones que, de por sí, cruzan el borde de lo local (lo cultural) y se instauran en la atemporalidad de lo universal (de lo humano, o sea de aquellas sensaciones o pensamientos que todos, en tanto animales con cierta características, llegamos a experimentar).

Descubrimos así que la película japonesa, si bien presenta algunos momentos típicamente afectados (típicamente, como les pasa a obras de este tipo según los cánones de los anime y de los mangas), resulta muy entretenida y capaz de dejarnos pasar casi dos horas con una historia sólida y bien estructurada, así como con un ritmo cuya elaboración demuestra mucho cuidado. Sí, podríamos decir que después de los primeros quince minutos ya tendremos una idea bastante correcta de cómo va a acabar toda la faena, pero sería un error pensar que esto resulte ser un problema capaz de perjudicar nuestra visión. El cliché de “chica se enamora de chico, peripecias, la chica conquista al chico” solo es una estructura aparente, la parte exterior de un andamiaje más interesante y más intimista, cuyo mensaje no es que todo irá bien, porque hay una entidad que nos quiere (llámese divinidad o bien universal), sino que si una situación no funciona, tenemos que intentar arreglarla con nuestras fuerzas. Funciona, entonces, como obra menor. No se trata, por supuesto, de un hito en la historia del cine ni menos en la del cine de animación (ya sea mundial o japonés), pero sí es algo que no nos va a defraudar del tiempo que le vamos a dedicar, y esto, para cualquier obra cinematográfica, es uno de los resultados más importantes.

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Ficha técnica:

Amor de gata  / A Whisker Away (Nakitai Watashi wa Neko wo Kaburu),  Japón, 2020.

Dirección: Junichi Sato, Tomotaka Shibayama
Duración: 104 minutos
Guion: Mari Okada
Fotografía: Shinya Matsui
Música: Mina Kubota
Reparto: Mirai Shida, Natsuki Hanae

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