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Jack Nicholson, un actor rodeado de locura dentro y fuera del set

Jack Nicholson

¿A qué actor o actriz se le otorgaría la sonrisa más maquiavélica y retorcida de Hollywood? Sin duda alguna, a Jack Nicholson. Es un rasgo característico que cualquier intérprete hubiera querido para sí, al igual que su currículum. Ha protagonizado Alguien voló sobre el nido del cuco (Miloš Forman, 1975), El resplandor (Stanley Kubrick, 1980), Batman (Tim Burton, 1989), Mejor imposible (James L. Brooks, 1997), Infiltrados (Martin Scorsese, 2006)… ha ganado tres premios de la Academia y ha sido nominado otras doce veces. De hecho, ha ganado más nominaciones al Oscar que cualquier otro actor en la historia. Pero no ha recorrido un camino de rosas para llegar a convertirse en una estrella del cine estadounidense y su carrera le ha pasado factura.

Nació hace 82 años en New Jersey. Era muy mal estudiante y el gracioso de la clase. Solamente se tomaba en serio las clases de teatro. Con 21 años dejó los estudios y se mudó a Hollywood, persiguiendo el sueño de ser actor, pero le contrataron como chico de los recados en el departamento de animación de la Metro-Goldwyn-Mayer para encargarse de responder las cartas de los fans de Tom y Jerry. Claramente no era su trabajo soñado, pero aprovechó que estaba dentro de la industria cinematográfica para conseguir papeles, aunque fuera en películas de serie B o de teleserie. Con la esperanza por los suelos y después de una década, Easy Rider (Dennis Hopper, 1969) lo lanzó al estrellato y consiguió su primera nominación al Oscar.

Se le subió la fama a la cabeza. Siempre ha sido fanático de Los Ángeles Lakers, pero llevó su hobby al extremo e hizo que se creara una cláusula en sus contratos laborales que alegara que podía abandonar el rodaje en cualquier momento para ir a ver un partido de baloncesto. Asimismo, durante toda su vida ha estado rodeado de sexo, drogas y alcohol. Por ejemplo, fue invitado a la recepción en Los Ángeles de la Princesa Margarita, la hermana de la Reina Isabel II de Inglaterra. Testigos afirman que, sin esconderse, le ofreció cocaína.

Su consumo se incrementó cuando, con 37 años, se enteró, a través de un reportaje de investigación del Time Magazine, publicado con motivo del lanzamiento de Chinatown (Roman Polański, 1974), de que había estado viviendo en una mentira. La que había considerado su madre era, en realidad, su abuela, y su aparente hermana, June Nicholson, era su madre. June se quedó embarazada con 17 años de un hombre que no quería asumir tal responsabilidad. Decidieron urdir el plan de ocultamiento para parecer una familia común, ya que las madres solteras en aquella época estaban mal vistas. No obstante, Nicholson declaró años después que había sido «un momento bastante dramático, pero no lo que llamaría traumático».

Las malas lenguas dicen que estos asuntos oscuros son los causantes de que no fuera capaz de mantener relaciones sentimentales con ninguna mujer y que llegara a tener más de 2.000 amantes. De estas relaciones esporádicas ha tenido cinco hijos con cuatro mujeres –que se sepa–. Conociendo todo su recorrido cinematográfico, las drogas no mejoraban solamente su libido, sino su estilo. Ningún director puso ninguna pega a que trabajara bajo los efectos de los estupefacientes.

Aún con una gran adicción, actualmente sigue vivo y coleando. Hace diez años que no aparece en ningún filme y los rumores apuntan a que está sufriendo problemas de amnesia: “Jack tiene problemas de memoria y ya no puede recordar las líneas que se le han pedido”, escribían en Radar Online. Por eso, entre sus últimas películas pasaban dos o tres años entre medias. No era cuestión de interés, sino de recordar las frases. Sin embargo, en una entrevista con The Sun lo desmintió. Dijo: “No iba a trabajar hasta el día de mi muerte, no es por eso que empecé esto. […] No lo disfruto, así de simple”. De modo que su ausencia se debe a que le gusta pasar tiempo solo y que ya no siente su trabajo como lo hacía antes. Aparte, su última película, Cómo saber si es amor (James L. Brooks, 2010), no recaudó lo esperado –invirtieron 120 millones de dólares y ganaron 48 millones–. Este fracaso comercial pudo ser el motivo de que dejara la interpretación. Ya había tocado fondo. Pero podría haber acabado mucho peor. No solamente porque podría haber perdido el control en los estupefacientes, sino porque interpretó al Joker.

Jack Nicholson como Joker

El director Tim Burton, aún con muchas opciones de reparto –cómo David Bowie, Willem Dafoe o Robin Williams–, eligió a Jack Nicholson para interpretar al psicópata. Era una estrella de su generación y tenía experiencia en papeles de personas desequilibradas y con problemas mentales. Estuvo astuto.

Nicholson no tuvo problemas a la hora de entender y preparar el personaje, ya que el payaso se adaptó a él. Era una versión hecha a medida: el mismo estilo, los mismos gestos. Por eso, hay algunos atributos que recuerdan a Jack Torrance o McMurphy. “Solo debemos dejar que el armario haga la actuación, niño”, exclamó. Se fusionaron.

También, el éxito se ejemplifica porque los espectadores recuerdan los golpes que daba al ritmo de la música de Prince, mientras lanza sacos de billetes y cuando pregunta: «¿Has bailado con el demonio a la luz de la luna?”. Sin olvidar el caos que desata en Gotham y la violencia sin límites.

Fue el primer filme de Batman en que el villano resultaba más atractivo que el héroe. Aunque recibieron críticas por quitarle el protagonismo a Batman, el Joker, a finales de los 80, se convirtió en un auténtico icono e ídolo de la cultura pop. Nicholson provocó que durante las dos décadas siguientes nadie interpretara al personaje y que, cuando se publicó el nuevo Joker, la gente se indignara. También hizo posible que Christopher Nolan demostrara su capacidad de adaptación y reinvención en la construcción de personajes. Jack Nicholson ha cambiado la historia del cine. Sin embargo, hay una anécdota que demuestra que una estrella del cine no es el centro del universo. En Brasil, pillaron a un ladrón con un carnet falso, el de Nicholson. El criminal, como seguro que mucha gente más, no conocía al actor.

En estos últimos años, el Joker se ha convertido en un personaje que ha pasado por la boca de todos en un momento u otro, porque a los actores que lo han encarnado les ha pasado factura interpretar este papel, sin excepciones. Interiorizar y actuar como un payaso asesino no es tarea fácil, y más ahora que hay tantos Joker, y a ningún intérprete le gusta que le comparen con el anterior. Pero es mucha casualidad que todos hayan pasado por cosas desafortunadas… Se cree que el papel del Joker está maldito. Y cuanto más profunda sea la inmersión, más triste es el final.

Según los rumores, a Cesar Romero le entraba migraña al ponerse la peluca; Jared Leto “tenía repentinos cambios de humor y se paseaba en su tiempo libre vestido y caracterizado como el sádico payaso”, además mandó una caja con una rata viva a Margot Robbie y con balas a Will Smith; y al último Joker, Joaquin Phoenix, ¿cómo le influirá la maldición?

Solo en la vida de un actor ha ocurrido una verdadera tragedia: Heath Ledger superó sus límites para que el Joker fuera lo más realista y único posible. Estudió los cómics, los libros de Francis Bacon y La naranja mecánica (Stanley Kubrick, 1975). Además, se encerró en un hotel para practicar las risas y las voces. Esto le condujo a dormir solamente dos horas diarias. Ledger, debido a esta ardua preparación y a la tensión del rodaje, se sometió a un tratamiento médico. Fue encontrado muerto seis meses antes del estreno de El Caballero Oscuro (Christopher Nolan, 2008).

Nicholson, cuando se enteró, dijo: “Se lo advertí”. Afirmó que es un papel que se apodera de la persona, dentro y fuera del set. En su rodaje, se quejaba de insomnio y ansiedad. Cuesta creer que un actor con tanta experiencia y profesionalidad haya tenido estos problemas. ¿Tardaron diez años en crear un nuevo Joker, porque Nicholson abandonó el proyecto, sabiendo a lo que se enfrentaba? Si fueras actor, ¿te atreverías a encarnarlo? ¿O consideras que es una estrategia de marketing?

Si Jack Nicholson siguiera desaparecido y no actuara en ninguna película más, considerando su trayectoria de clásicos, tanto filmes como personajes, no pasaría nada. En absoluto. No le queda nada que demostrar a nadie. Además, Nicholson es un superviviente: ha superado una mentira infantil que duró hasta su edad adulta, ha sido consumidor de drogas, se ha hecho hueco en la industria del cine, lleva actuando desde los 23 años, ha interpretado al Joker con todo lo que supone… Lo único que podemos decir es, ¡gracias Jack!

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