Críticas

Tiro en la nuca

El espía honesto

Nahschuss. Franziska Stünkel. Alemanía, 2021.

El horror y la tiranía en la antigua RDA (República Federal de Alemania) ha sido objeto de atención por parte del cine, subrayando, casi siempre en registros muy dramáticos, la severa crueldad que el régimen aplicaba a funcionarios o ciudadanos que mostraban dudas sobre las bondades del socialismo comunista. La feroz respuesta era un castigo sin perdón. El aplastante salvajismo se hacía más inclemente cuando las represalias se aplicaban a los traidores que pasaban información al enemigo, que después de un juicio sumarísimo eran aniquilados.

Algunas películas de ficción o basadas en eventos reales han tratado de reflejar, con angustiosos estilos, la desdicha y mala fortuna de los divergentes con la implacable dictadura de raíz soviética que manejaban sus sátrapas. Pero también la pantalla grande ha recogido, en un tono aventurero, las arriesgadas hazañas de valientes opositores hartos del yugo para muñir una estrategia y escapar de una situación insoportable.

En los últimos tiempos se ha filmado un puñado de producciones que abordaban el tema, haciendo hincapié en cruzadas personales o colectivas. Anotando un pequeño repaso, sin entrar en grandes detalles, sobrevuelan piezas relevantes que alumbran, desde perspectivas terribles, situaciones de un espanto de asfixia intolerable. Ejemplos, por supuesto, mirados desde afuera.

En esta línea queda en el recuerdo cinéfilo la aflicción moral y existencial del agente Alec Leamas, encarnado por el atormentado intérprete Richard Burton, en la inolvidable El espía que surgió del frío (The Spy who Came in from the Cold, 1965) de Martin Ritt, según la novela homónima de John Le Carré. Una obra de espionaje, en la mejor tradición del género, que versaba sobre la desilusión y el desamparo de un agente británico engañado por los suyos y maltratado por los enemigos. Más cerca en el tiempo, se asoma a este recorrido un largometraje, a mi juicio redondo, La vida de los otros (Das leben der anderen, 2006), de Florian Henckel Donnersnarck, sobre el informador que debe escuchar todas las conversaciones de un posible renegado del sistema. Otro buen ejemplo de disidencia, inconformismo y rebeldía, en este caso juvenil, es La revolución silenciosa (The Silent Revolution, 2018), escrita y dirigida por Lars Kraume y basada en un acontecimiento real. Viento de libertad (Ballon, 2018), de Michael Herbig, también sobre un hecho que pasó en la realidad, se apunta a las heroicidades de aquellos que lograron, en este caso, a bordo de un globo aeroestático casero, cruzar la frontera.

Los antedichos títulos, con premisas distintas, pero coincidentes en la aspereza y estrangulamiento de un Estado asesino, han denunciado la brutalidad y las promesas falsas del supuesto paraíso de la clase trabajadora. La última muesca sobre la ominosa y despreciable sociedad pintada por la Alemania comunista es El espía honesto (Nahschuss, Alemania, 2021), de Franziska Stükel, ridícula traducción del título original que se podría definir como “de cerca”.

La historia está inspirada en hechos reales y narra la última ejecución de un agente de la inteligencia exterior de la RDA antes del definitivo desplome del muro de Berlín. La película de Franzisca Stükel es continuista con el aspecto negro y de temor de los filmes anotados en más arriba. No solo eso, abunda, más si cabe, en la desolación y zozobra de un individuo convencido de las ventajas de una administración poco menos que perfecta que cambia de opinión cuando descubre sus criminales entrañas.

El espía honesto funciona en su vector moral. En definitiva, la película refleja el mazazo de conciencia y el sentimiento de culpabilidad que asume el personaje principal, Franz Walter (Lars Eidinger), convertido en atribulado espía cuando su intención era cultivarse en el ambiente científico y postularse como profesor en la Universidad.
El argumento arranca con Franz transportado en un furgón policial a un lugar indeterminado. El personaje está desencajado y grita desconsoladamente. Vemos su rostro desencantado que asoma tras la reja del furgón que lo transporta. El instante es de mal augurio, aunque todavía no sabemos de su suerte. Un largo flashback ilustra sobre su peripecia y desafortunado destino. Se abre con una escena feliz y sensual. El momento subraya la felicidad de Franz al lado de su compañera sentimental, Corina Walter (Luise Heyer), con la que hace planes para casarse. Son minutos dichosos y alegres, de esperanza y pasión, aunque la fotografía, de rasgos ocres y marrones, y la deprimente escenografía, no invitan a la alegría eterna. Más bien, a todo lo contrario.

Franz Walter es reclutado como funcionario de inteligencia para temas deportivos. Un escalafón que no era lo que buscaba, pero que le proporciona confort, seguridad, ventajas y prebendas. Gracias a estas garantías y comodidades, el hombre se siente a gusto y, sobre todo, suscribe las peroratas acerca de un gobierno que apuesta por la libertad e igualdad de oportunidades para todo el pueblo.

Pero esta ensoñación y satisfacción se derrumba en cuanto vislumbra el auténtico motivo de su trabajo. Descubre el lado criminal del aparato y su orgullo se viene abajo. La paleta de colores no varía y la atmósfera es irrespirable y tenebrosa. El largometraje se adentra en las procelosas maniobras del espionaje y Walter es consciente de que los tentáculos del poder son lacerantes. Se percata de que su trabajo es parecido al de un sicario y el estado, la personificación del mal. Sus compinches son abyectos y crueles. La directora, sin cargar en exceso el tratamiento, aboga por el descenso a los infiernos de un tipo que quiere cruzar la línea prohibida, revertir la situación y cambiar de postura.

El trasfondo del contexto político/social es de sobra conocido. Franziska Stükel construye su relato de manera uniforme en el estilo, con una plástica visual desoladora, mostrando el ocaso de su criatura como una víctima más de un sistema opresor que te manipula y engulle sin remisión. La película es austera y fría. Tratada con una forma funcional, subrayando la tragedia del ser humano y destacando la conseguida interpretación de Lars Eidinger como Franz, un ciudadano engañado y aplastado por aquellos que le habían convencido para cambiar el mundo y lo único que consiguieron fue meterlo en la boca del lobo.

Tráiler de la película:

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Ficha técnica:

El espía honesto (Nahschuss),  Alemanía, 2021.

Dirección: Franziska Stünkel
Duración: 115 minutos
Guion: Franziska Stünkel
Producción: ARTE, C-Films, Franks Filmproduktion, Network Movie Film-und Fernsehp, ZDF
Fotografía: Nikolai von Graevenitz
Música: Karim Sebastian Elias
Reparto: Lars Eidinger, Devid Striesow, Luise Heyer, Moritz Jahn, Peter Benedict, Danny Thomas, Hendrik Heutmann, Stefan Woelk, Dirk Böhling, Florian Anderer,

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