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La lesbiana villana

En la actualidad, si bien de forma menos evidente, las mujeres en relaciones lésbicas siguen padeciendo el tiznajo de lo desagradable en su constitución narrativa como personajes cinematográficos. Este tratamiento se aprecia incluso en las más grandes obras del género: en Ammonite (2020), el personaje de Kate Winslet resulta desagradable, hosco, de  trato desabrido, y destroza la historia de amor. Por su parte, en su personaje homónimo en Carol (2015), Cate Blanchett encarna a una lesbiana madre que abandona a su hijita para vivir el amor fou con una chica de veintipocos años. Como si el gozo del amor final en la historia siempre debiera cobrarse la supuesta devaluación moral del personaje no heteronormativo. En el filme se subraya la renuncianrsobre la hija, algo terrible socialmente en la época.

Ammonite
Ammonite

Tampoco consigue salirse con la suya el personaje de Natalie Portman en Disobedience (2017), que termina sola y nuevamente enjuiciada en su comunidad judía de nacimiento, donde la ven como esa locuela que huyó y ahora regresa a destruir un hogar feliz robando una mujer. Curioso que, esta película, tan excepcionalmente talentosa como las anteriores, también con interpretaciones conmovedoras del más alto nivel artístico, vuelve a sucumbir en un desenlace normativizado tipo “la oveja vuelve al redil”. Esti regresa con su marido y encima se embaraza, abandonando a la otra mujer, su amante y amor de su vida, porque su sueño era ser mamá. El marido varón heterosexual ultra religioso es presentado como un santo toda la película, faltaría más.

Así pues, si en las obras cumbre del cine lésbico o bisexual de la actualidad parece que sigue siendo imposible que sean representadas dos mujeres teniendo una historia de amor con desenlace feliz y una imagen psicosocial impecable… ¿Qué no hallaremos en el cine del pasado? La visión de mujer lesbiana despreciable y depravada, que, o bien asesina o bien roba, o engaña o enloquece de la peor forma, o se droga, sin escrúpulos, como emblema de la degeneración moral más inmunda, ha brindado frutos memorables en el cine anterior y clásico. Por razones de espacio no podemos realizar un artículo minucioso, a pesar de que el tema bien lo merece y posee un vasto campo de investigación; pero sí podemos incidir en varias figuras míticas en este sentido (1). Ahora bien, desechamos a la lesbiana meramente mala y patética, para honrar críticamente a la villana malísima, pero con gran magnetismo fílmico y una interpretación memorable que ejerza fascinación.

Antes de incidir en las villanas lesbianas o bisexuales mejor urdidas e interpretadas, hemos de destacar un ejemplo excelso que, sin pertenecer a la historiografía del cine propiamente, nos parece la gran villana por excelencia, malísima pero magnética y seductora. A pesar de ser un personaje de una serie televisiva, Villanelle en Killing Eve (2018-2022) es la perfecta villana mala malísima, asesina implacable y fría. Sin embargo, encantadora, atractiva, con un exquisito gusto por la ropa y el lujo; es elegante, especialista en lucha física, armas y otras artes, y se enamora de una policía con la que mantiene una tensión sexual no resuelta aderezada con el tópico del juego del gato y el ratón. La obsesión psicológica mutua se presenta con perfiles bien trazados, su oponente está igualmente magnífica encarnada por Sandra Oh. La Villanelle de Jodie Cormer es una femme fatal lesbiana en toda regla, corrupta y encantadora, herida y temeraria, con una belleza y atractivos salvajes que cautivan al espectador. Jodie Comer es una notabilísima actriz, cuyas múltiples posibilidades interpretativas se despliegan en esta serie desde la comedia a la acción, pasando por el drama, el erotismo y lo sentimental.

Killing Eve
Killing Eve

Ya referida la mejor villana, atenderemos a un criterio expositivo de estricto cine y en orden cronológico. El gran director americano Edward Dmytryk dirigió  Walk on the Wild Side / La gata negra (1962), una obra excelente con actrices como Barbara Stanwyck, Jane Fonda, Capucine y Anne Baxter.  Jo Courtney (Stanwyck) es una madame lesbiana dedicada a la trata de mujeres, un tema impactante para la época. Jo es agresiva con las mujeres a las que prostituye y mantiene secuestradas, es posesiva y celosa con su amada, el personaje de Capucine. Recordemos que, por la censura, es un lesbianismo asexual. Stanwyck encarna a una villana lésbica oscura y maléfica, de sorprendente elegancia para ser una madame. Curiosamente, la condición bisexual de muchas de estas actrices del Hollywood dorado ha sido hoy probada y testimoniada, nos referimos a actrices como Stanwyck, Crawford o las celebérrimas Garbo y Dietrich −amantes durante su juventud−. A este respecto, además de riguroso, resulta revelador el extenso estudio de Diana McLellan, The Girls. Sappho Goes to Hollywood.

Un año después, La mansión encantada / The Haunting (1963), de R. Wise, incluye también un personaje lésbico muy negativo, además de malvada, acosa a otra mujer, lo que la hace resultar, más que una villana memorable, un espantajo patético diseñado para degradar la imagen social de esta orientación sexual.

El afamado Robert Aldrich sorprendió con The Killing of Sister George (1968), adelantada en el tiempo por el protagonismo pleno del tema lésbico, por la toxicidad de la relación y el duro maltrato psicológico entre ellas. Un ejemplo de que este cine muchas veces empeoraba la mirada social hacia las mujeres que aman a otras mujeres, a pesar de ello es una obra fascinante de interpretaciones sobrecogedoras. Sin duda, nuestra villana favorita del cine, por su impactante interpretación de mala alcohólica y maltratadora terrible, es el trabajo de Beryl Reid. Recordemos que, en este estudio, la maldad humana del personaje puntúa al máximo y aquí además se aúna con un trabajo interpretativo que causará regocijo al buen cinéfilo.

The Killing of Sister George
The Killing of Sister George

De los años 70 destacaremos, si no una villana lésbica como personaje malicioso completo, sí un momento de villanía de interpretación memorable que merece ser visionado en la película Die Bitteren tränen der Petra von Kant / Las amargas lágrimas de Petra Von Kant (1972). Fassbinder dirige a Margit Carstensen encarnando a Petra enamorada, rabiosa y furiosa porque no tiene a su amada, y ebria reclama más ginebra a gritos, rompe vasos contra pared y destroza una tetera a pisotones, mientras insulta cruelmente a su madre y a su propia hija, “¡cerdas, monstruos, sois unos parásitos!”. Otra interpretación sublime de lesbiana en momento villano total.

De los años 80, hemos de destacar El Ansia (1983), pues la vampira bisexual encarnada por Catherine Deneuve interpretó una erótica escena con Susan Sarandon que resultó muy osado en su época y daría que hablar. Este personaje nos permite comentar un prototipo de lesbiana villana que es en sí mismo un arquetipo desde que el irlandés Sheridan Le Fanu publicara su novela corta gótica Carmilla (1872) –25 años antes que el Drácula de Stoker–, creando una vampiresa lesbiana depredadora con una plan calculado y frío para enamorar y alimentarse de otra joven. La novela ha recibido múltiples adaptaciones directas o sesgadas en el cine, con dudoso fruto, referiremos únicamente a la Carmilla (2019) de Emily Harris, que tampoco es especialmente buena.

Pero: ¿Por qué debe esa lesbiana ser vampira? Porque solo así se justificaba que una mujer pudiera enamorarse de otra, solo sucede porque cae en las redes de una manipuladora bicharraca milenaria que la hipnotizará con sus habilidades vampíricas y que tampoco la ama, claro, solo quiere beberse su sangre, alimentarse de ella como quien escurre un trapo de cocina tras su uso y luego lo lanza reseco a un rincón.

En representación del cine de los 90, hemos de referir por su extendida resonancia internacional, Basic Instinct (1992); Catherine Tramell era bisexual en Instinto básico. La década vivió una mínima eclosión del género con películas en donde, una vez más, las lesbianas eran asesinas, manipuladoras o ladronas, así los perfiles de protagonistas femeninas de Single White Female (1994), Wild Things (1998) o  Bound (1995), aquí Lazos ardientes, donde las Wachowski presentan dos personajes lésbicos tremendamente atractivos, sí, pero asesinas, ladronas y delincuentes. La Catherine Tramell de Sharon Stone catapultó a la actriz a la fama y, como Villanelle, era una rubia exquisita de belleza armoniosa, con encanto, con una coquetería embriagadora, avispada, fría, y con un picador de hielo a mano bajo la cama, una gran villana.

Single White Female
Single White Female

Por su difusión y duro personaje homosexual, Laura Brown / Julianne More, incluiremos la película americana de S. Daldry, Las horas (2002), inspirada parcialmente en trabajos de Virginia Woolf. Laura es una villana social, podríamos decir, una mujer casada, con niños pequeños, que confronta su lesbianismo y cae en tan terrible depresión que intenta suicidarse y, para salvarse, huye a Toronto. Tener que dejar a sus hijos pequeños y ser juzgada como un monstruo es el papel que nunca tendría que representar un hombre por rehacer su vida formando otra familia (la historia más vieja del mundo). Pero esta es villana, mala madre y encima lesbiana, lo tenía todo, la pobre. No obstante, logra reconciliarse décadas después con su hijo antes de morir este de SIDA. No la iban a dejar ser feliz del todo, claro.

Tras la frontera del año 2000, no hallamos auténticas villanas redondas en el cine, el neonoir de Mulholland Drive (David Lynch, 2001) brinda a una asesina encarnada por Naomi Watts como Diane Selwyn, finalmente el sueño desesperado de una mujer patética que se suicida. Sí tiene un momento de villanía interpretativa su oponente, bellísima en su retazo final y revelador de crueldad villana, Laura Harring, pero es un momento y no el recorrido narrativo de un personaje pleno. En Thelma (2017) de Joachim Trier figura una villana de efectos terribles, pero involuntaria, como la Carrie (1976) de Brian de Palma y Stephen King, una adolescente que la lía con solo sentir emociones intensas. Otros esbozos hallamos, pero son meras lesbianas negativizadas, como en la rumana de Tudor Giurgiu, Love Sick (2006), la serbia Disi Duboko (2004) y la japonesa Ride or Die (2021) con otra lesbiana asesina y malvada, otro personaje malvado desprovisto de encanto y sin magnetismo. El villano ha de poseer magnetismo fílmico e interpretativo, sin encanto o poder de impacto no hay villano que valga.

Sí señalaría dos excepciones que merecen ser reseñadas. De un lado, Affinity (2008) de Tim Fywell, una historia con ese encanto mórbido de la mujer delincuente encarcelada, Selina Dawes (impecable aquí Zoe Tapper), quien seduce a la mujer cándida rica que viene a visitarla, hasta enamorarla y perpetrar la maldad más inmunda, que no queremos desvelar aquí. De otro lado, están brillantes Olivia Colman, Emma Stone y Rachel Weisz en la película dirigida por Yorgos Lanthimos, The Favourite (2018). Los perfiles psicológicos de Abigail Masham y Sarah Churchill, su confrontación y lucha por el favor de la reina y su intimidad romántica y sexual impulsan la película. No hay una villana memorable en tanto su bajeza no logra ganarnos su respeto ni su encanto nubla por lo bichas que son. Pero son malas, frías, supervivientes desesperadas hambrientas de poder, y si no villanas, casi villanas. Sin duda, habrá otras grandes villanas lesbianas o bisexuales (no nos ocupamos de todas las villanas LGBT+) en  la historia del cine, pero estas son nuestras favoritas.

The Favourite
The Favourite

Para concluir, hemos de subrayar el hecho de que se ha producido y sigue existiendo un cine reivindicativo con personajes femeninos lésbicos o bisexuales que, con el fin de realizar una necesaria crítica representativa o social, presentan historias extremadamente duras, muchas veces basadas en hechos reales –Heavenly Creatures (1994), Monster (2003), Lizzie (2018), Love Lies Bleeding (2024)–, pero que siguen incluyendo personajes lésbicos negativizados e incluso brutales.  En nuestra opinión, el cine crítico/reivindicativo les/bi será más efectivo en tanto muestre personajes femeninos, de nuestros días, positivos y que se autorrealicen sin culpa, drama ni castigo, lo que afortunadamente sucede con más frecuencia, pero usualmente en personajes aún muy secundarios.

 

(1) Acerca del género véanse nuestros anteriores trabajos: https://www.elespectadorimaginario.com/cine-lesbico-y-bisexual-i-aproximacion-al-genero/, y https://www.elespectadorimaginario.com/cine-lesbico-y-bisexual-ii-carol-disobedience-ammonite/. Aunque no sea la fuente de esta investigación, es de subrayar el notorio estudio de Francina Ribes Pericàs, Ausencia y exceso: El arquetipo de la lesbiana y bisexual asesina en el cine de Hollywood y su potencial subversivo (Dos Bigotes, 2022)

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