Críticas

Bailando entre paisajes pintados y escenografías de papel

Technoboss

João Nicolau. Portugal, 2019.

Cartel de technobossEn un estacionamiento vacío, un hombre mayor espera dentro del auto con la puerta abierta sin prisa ni preocupación alguna. Al salir del vehículo, estira la espalda y recoge una rama del suelo. Los vehículos en la carretera avanzan sin parar, mientras él agita la varilla de un lado al otro, sin nada mejor que hacer. El plano general que lo encuadra al lado de su vehículo y que incluye un cartel que indica un sentido hacia a la izquierda, arroja un pequeño indicio sobre este peculiar personaje. En Technoboss, a pesar de su inminente jubilación, Luis Rovisco buscará estar siempre con un pie hacia atrás, más cerca de ir en dirección contraria, que hacia adelante, como si quisiera, a toda costa, frenar su retiro. 

El protagonista de la historia es un técnico y vendedor de alarmas despreocupado por ofrecer el servicio de protección idóneo a sus clientes. Tampoco le importa mucho completar las facturas adecuadamente, aunque esta equivocación podría significar un atraso salarial tanto para él como para sus colegas. Pareciera que en la ironía de su descuido casi adrede se visualiza entre líneas una sensación de carencia afectiva que, a la vez, se rebela contra lo único que aún posee, su trabajo. Tengo todo el tiempo del mundo, le dice al operador de la grúa cuando éste le comunica que llegará un poco más tarde. Y no lo dice con sarcasmo, más bien con un cinismo cansino. 

En Technoboss los desplazamientos en auto ocupan la mayor parte de la película. El trabajo de Rovisco lo conduce de su casa a su oficina, y de su oficina a los negocios de sus clientes. Durante estos traslados, la música irrumpe la imagen y convierte estos instantes de aparente monotonía en quiebres musicales, donde el personaje no solo hace pasar el tiempo cantando, sino que transforma estos momentos en descargo emocional, donde a través del canto logra exteriorizar lo que siente o lo que quiere decir, pero no puede.

Fotograma de technoboss

El primer viaje de regreso a su casa es una secuencia larga. Es posible percibir la lejanía de su hogar con respecto a los otros lugares que frecuenta, además de la soledad diaria del personaje que comparte en compañía de su gato Napoleón. La dinámica laboral en la empresa de instalación de alarmas es tan distendida como su personaje mismo. Rovisco se jacta de ser un buen vendedor, mientras que Teixeira y Fabio, sus otros compañeros, le reclaman con frecuencia su inoperancia. Sin embargo, los tres se burlan en complicidad con los pedidos insólitos de sus clientes, y se espantan cuando deben hacer capacitación de uso de los equipos instalados; es que cuando se reparten las tareas, las discusiones pasan más por lo que prefieren no hacer que lo que prefieren hacer.

Un encargo conduce a Rovisco a un hotel en las afueras de la ciudad, donde conoce a Lucinda, la recepcionista del lugar. A pesar de su mirada recriminatoria, él queda maravillado por ella. Su carácter reacio es inmune a las bromas de él, y a partir de aquí, la historia toma un desvío romántico que añade un humor ocurrente a la trama. El hombre cansado, de pronto, se comporta como un niño grande deseoso de atención, pero con una rodilla desgastada y una memoria no tan lúcida como antes, que cada tanto le juega una mala pasada. Si el encuentro con ella supuso un cambio anímico para él, esto se evidencia en el cambio radical en las líricas de las músicas que Rovisco canta. Durante la ida al hotel, era una triste melodía que lamentaba el paso del tiempo como un viento que lo llevaba todo, pero de pronto estas palabras se reemplazan por canciones alegres de volcanes a punto de erupcionar y tubos de escape inmortales. Regresar al hotel se convierte, así, en su objetivo principal y hará todo lo posible para que esto suceda, hasta incluso entrar en una competencia con Teixeira. 

Fotograma de technoboss

A medida que transcurre la película, Technoboss se deja invadir por los momentos musicales que ya no provienen solamente del estéreo del auto, sino que son disparados por bandas que ensayan en el hotel, por el manual de instalación de la alarma o por el mismo jingle de la marca de los sensores. Por otro lado, la artificialidad inunda cada vez más el relato y se despoja de cualquier representación realista. Así como las llamadas telefónicas se suceden en el plano sonoro sin la presencia de un teléfono celular, con conversaciones a viva voz por sobre la imagen, la puesta en escena se aleja de las rutas y va a un estudio donde los escenarios reales se reemplazan por paisajes pintados y escenografía de cartón. Las disrupciones son cada vez más frecuentes, y de un tono ingenuo, casi infantil, muy distinto a la carga dramática que en un inicio producía la resignación de Rovisco, pero que se manifestaba en su particular sentido del humor. 

Fotograma de technoboss

Technoboss alterna la picardía y la inocencia con chistes burlescos que ofrece el oficio de seguridad, como fingir estar muerto en un hospedaje de ancianos, o quedarse encerrado sin querer, en una pieza, mientras se instala una cerradura magnética. Tal como el director portugués se divierte, a pesar de los comentarios anónimos que discurren esporádicamente sobre el guion de la película, él se toma el atrevimiento de salvar a sus personajes con voces en off cuando se ven truncados por la incomodidad y no logran comunicarse con palabras. João Nicolau juega con su personaje y, al mismo tiempo, nos invita a jugar con él en bares imaginarios y discotecas inexistentes. Y como buen espectador dispuesto a dejarse llevar por la complicidad de la narración, nos emborrachamos y desilusionamos con Rovisco, del mismo modo en que los cantantes del coro lo acompañan en sus achaques y alegrías. De grandes, aún podemos jugar. 

Tráiler:

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Ficha técnica:

Technoboss ,  Portugal, 2019.

Dirección: João Nicolau
Duración: 112 minutos
Guion: João Nicolau, Mariana Ricardo
Producción: O Som e a Fúria
Fotografía: Mário Castanheira
Reparto: Luísa Cruz, Miguel Lobo Antunes, Américo Silva, Duarte Guimarães, Matias Neves, Tiago Garrinhas, Sandra Faleiro, Ana Tang, Jorge Andrade, José Raposo, Mick Greer, Bruno Lourenço

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