Críticas

Realidad e irrealidad

The Woman Who Left

Ang Babaeng Humayo. Lav Diaz. Filipinas, 2016.

Que Lav Diaz no es un director para todos los públicos salta a la vista en cuanto te enteras del largo metraje de sus películas y de la estética en blanco y negro de sus imágenes. Pero adentrase en su cine es adentrase en la historia pasada y presente de filipinas y en sus problemas sociales, toda una experiencia que no te deja indiferente y en la que, una vez instalado, los minutos frente a la pantalla pasan a un segundo plano. Te vuelves parte de esa ficción de tintes reales e irreales que unidos se convierten en un poderoso tejido.

Aunque The Woman Who Left ganó el León de Oro de Venecia en 2016, hablar en estos momentos de ella tiene sentido porque las películas de Lav Diaz no llegan a las salas de cine de forma regular y hay que rescatarlas en algún ciclo de cine en filmotecas o en alguna plataforma de cine on line, como ha sido el caso. Lo cierto es que la película y su director merecen unas líneas en EL ESPECTADOR IMAGINARIO.

Si revisamos la filmografía de Lav Diaz, podemos apreciar que es un cineasta bastante prolífico en los 22 años que han pasado desde que se estrenó como director, en 1998, filmando incluso varios proyectos al año, pese a la poca salida comercial que inicialmente tienen sus películas. Pero el tesón del propio Diaz y el interés que ha ido despertando su obra en el circuito de festivales a nivel internacional han logrado dar consistencia y continuidad a una carrera enmarcada dentro del cine de autor que deja pocas concesiones al mercado, las modas pasajeras o los gustos del público.

Adaptación libre del cuento de Tolstoi, Dios ve la verdad pero espera, The Woman Who Left narra la historia de Horacia, quien sale de la cárcel tras permanecer en ella 30 años por un crimen que no cometió. Los deseos contradictorios de venganza en esta mujer, fuerte de voluntad, religiosa y generosa con el prójimo, pero que siente que ha perdido su vida, le harán urdir un plan para acabar con su enemigo, Rodrigo Trinidad, un rico empresario filipino que estuvo enamorado de ella. Horacia se instala cerca de la vivienda del empresario, entrando en contacto con algunos de los vecinos de la zona. Lav Diaz nos introduce así en la realidad social de Filipinas de finales de los años 90 del siglo pasado, mostrándonos las grandes desigualdades entre ricos y pobres, a quienes no les separan tantos metros de distancia.

Si hay algo que encandila y seduce en la obra de Diaz es esa atmósfera de apariencia  nebulosa, filmada en blanco y negro, en la que envuelve a sus personajes y en la que, pese a estar contando sucesos reales, encuadrados en la realidad histórica de su país, siempre filtra cierta irrealidad que vuelve más poderoso el conjunto del relato. Hay un tono de fábula o ilusión fantasmagórica que nos atrapa y que nos hace querer ser parte de ese universo inventado por el cineasta. Así, las noches que Horacia pasa en vela por las calles del barrio,  junto a esa galería de personajes singulares y anodinos que subsisten sin remedio, se queda grabada en nuestra retina. Es una constante en su obra, que también se puede apreciar en otra hermosa de sus películas,  A Lullaby to the Sorrowful Mystery (Hele sa hiwagang hapis, 2016), donde la selva filipina y las calles de Manila, en los últimos años de la ocupación española, emergen como si estuviésemos en mitad de un sueño. Y es que la poética y la fuerza de la imagen que desprenden las historias de Lav Diaz se vuelven más llamativas cuando somos conscientes de cómo se mantienen constantes a lo largo del extenso metraje de sus películas. Su forma de filmar es muy metódica, con largos planos en los que la cámara no se mueve y los actores con su trabajo tienen que, de alguna forma, improvisar la esencia de lo que el director busca. Diaz tiene muy claro lo que quiere en cada plano y en el conjunto de la historia, pero para ello necesita confiar en la intuición y la resolución de los actores que escoge para cada proyecto y con los que suele contar en más de una ocasión.

Quizás la irrealidad que navega por la obra de cineasta filipino tenga que ver con la esperanza. Es preciso que la vida nos guarde algo más que este mundo medido por los bienes que posees. El vendedor jorobado tiene miedo a que lo maten, aunque hay quien pudiese pensar que su anónima vida, sumergida en la áspera realidad de la extrema pobreza, vale bien poco. ¿Pero quiénes somos para atrevernos a juzgar lo que vale una vida? La verdadera aspiración de aquellos que habitan las películas de Lav Diaz va más allá de lo material, traspasa muros y vuela en busca de libertades que solo el alma puede alcanzar.

En un momento de la película, el vendedor jorobado le dice a Horacia: “A los farsantes se los descubre”. Por eso Lav Diaz es fiel a sí mismo y no puede dejar de hacer el cine que hace. No es una pose, de lo contrario ya se le hubiese descubierto.

 

Tráiler:

 

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Ficha técnica:

The Woman Who Left (Ang Babaeng Humayo),  Filipinas, 2016.

Dirección: Lav Diaz
Duración: 226 minutos minutos
Guion: Lav Diaz
Producción: Sine Olivia Pilipinas, Cinema One Originals
Fotografía: Lav Diaz
Reparto: Charo Santos-Concio, John Lloyd Cruz, Michael De Mesa, Nonie Buencamino, Shamaine Buencamino, Mae Paner, Mayen Estanero, Marjorie Lorico, Lao Rodriguez, Kakai Bautista, Jo-Ann Requiestas

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